sábado, 30 de mayo de 2009

GENERAL HERNÁN PUJATO: EJEMPLO DE VIDA Y COHERENCIA - MARCELO SPERANZA

GENERAL HERNAN PUJATO:
PIONERO DE LA SOBERANIA TERRITORIAL ANTARTIDA

Argentino ilustre, hombre de bien y soldado ejemplar, Hernán Pujato fue un pionero indiscutido de la presencia argentina en el continente antártico. Perteneció a una generación de argentinos con ideales, convicciones y una fe incaudicable en el destino de grandeza de la Patria y fue parte de un sector de militares con sentido nacional, social, industrial, ético y comunitario, de la talla de Juan Perón, Manuel Savio, Enrique Mosconi, Domingo Mercante y Alonso Baldrich, entre otros.
Desde la Patagonia, Hernán Pujato fue madurando su idea de una ocupación argentina permanente en el continente antártico. En 1948, expuso al gobierno justicialista su plan: instalar bases operativas al sur del Círculo Polar, colonizar el continente blanco con familias en el área de Bahía Esperanza, llegar al Polo Sur por tierra, crear un instituto de investigación científica y sostener este esfuerzo con un buque rompehielos.
Merced a su tesón fue creado el Instituto Antártico Argentino (decreto del Poder Ejecutivo Nacional Nº 7338 del 17 de Abril de 1951).
En los fundamentos de la normativa se estableció la necesidad de la existencia de un organismo especializado que en forma permanente, oriente, controle, dirija y ejecute las investigaciones y estudios de carácter técnico-científicos vinculados a aquella región, en coordinación con la entonces Comisión Nacional del Antártico, que dependía del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Pujato, entonces coronel, fue, además de su fundador, su primer director. Ese año, encabezó la expedición científica del Ejército Argentino a la Antártida que fundó la Base “General San Martín”, el primer asentamiento nacional en el continente blanco, y, en 1955, la Base “General Belgrano”, en ese momento, la más austral del mundo.
Las estaciones instaladas en Bahía Margarita, Bahía Esperanza y la Barrera de Filchner, y las campañas científicas de verano dieron sustento a los objetivos de su creación, abarcando un amplio espectro de ciencias de la tierra, el aire y el mar.
A partir de la caída del General Perón en 1955, sufrió la incomprensión, la ingratitud y la indiferencia de mediocres. Pujato fue “ninguneado” durante muchos años por su condición de peronista y se autoexilió en Europa. Falleció a los 99 años, el domingo 7 de setiembre de 2003.
Su prestigiosa carrera militar y su permanente preocupación por la actividad antártica argentina le hicieron merecedor de su designación como “Comandante Honorario” del Comando Antártico de Ejército en 1983. Posteriormente, en el acto para conmemorar el 181º aniversario de la creación del Ejército Argentino, le fue entregada la medalla “Ejército Argentino” y su correspondiente diploma. En 1991 se realizó otro homenaje en el salón de los Pasos Perdidos del Congreso de la Nación por iniciativa del diputado Lorenzo Pepe, en el cual se le otorgó una medalla de plata y un pergamino firmado por todos los parlamentarios, “como testimonio, reconocimiento y como merecido homenaje en vida a este prohombre de nuestra Patria quien con su esfuerzo ha ratificado nuestra soberanía en el Sector Antártico Argentino”.
El 15 de abril de 1997, el Congreso Nacional sancionó la ley N0 24.801, mediante la cual se redesignó con el nombre de General de División Hernán Pujato, al Instituto Antártico Argentino, incorporando nuevamente su nombre a la institución de la que fue inspirador y la cual en sus primeros años de vida llevó su nombre. .
Con motivo de su fallecimiento, el jefe del Estado Mayor General del Ejército, gral. Manuel Bendini expresó: “Fue un visionario que miró más allá del horizonte y de su tiempo, y que contempló una argentina continental, marítima y polar que se proyectaba hacia el mismo vértice del mundo”. También señaló que: “Formado en el espíritu sanmartiniano de las tropas de montaña, nos enseñó que “… lo que no se conoce y no se explora no se puede reclamar...”. “El mejor homenaje que su Ejército puede rendirle a su memoria, es recordar las palabras con las que fundó la Base “San Martín”: “… lo que para muchos era una utopía, hoy es una realidad…”.
Bendini finalizó su mensaje con estas palabras: “Mi general, lo despido con las mismas palabras que lo despidiera el presidente de la Nación, general Perón, cuando usted inició su primera expedición científica a la Antártida: “… parta sabiendo que el corazón de todos los argentinos lo acompaña…”. Ahora, está junto a los grandes guerreros que hicieron la patria. Señor general de división Hernán Pujato, descanse en paz”.

Algunas notas sobre la novela "El largo adiós" de Raymond Chandler

Por Marcelo Speranza

En la historia más rigurosa, ¿podemos acaso evitar la infiltración de lo imaginario? Los antiguos historiadores gustan poner en boca de personajes notorios largos parlamentos. ¿Se definen esos personajes o se define el propio historiador? Aún en los análisis más sutiles, la discriminación entre la realidad y la fantasía es imposible. Acaso cuanto más se llega a lo hondo en la explicación de un carácter, tanto más aventurada es la explicación.
El escritor, Azorín.

El problema con el personaje de Marlowe es que se ha escrito y se ha hablado mucho acerca de él. Está cobrando conciencia de sí mismo, tratando de vivir de acuerdo con su reputación entre los pseudo intelectuales. El joven está fastidiado. Hubo una época en que era capaz de escupir, roncar fuerte y hablar con el costado de la boca.
Cartas y escritos inéditos, Raymond Chandler.

El personaje Marlowe acusa las múltiples rupturas, el desencanto, los sometimientos, la varia gama de conformismos que percibe de la sociedad en que el autor lo sitúa como narrador-testigo. Marlowe da testimonio de lo objetivable, del mundo en que se mueven los otros a los que observa y escucha y ve actuar, aunque no puede seguir el así llamado “fluir psíquico” (stream of conscionsness) como en las novelas psicológicas, es decir, el adentrarse en la mente de otros actuantes.

La percepción del personaje Marlowe, es, sin dudas, intensa. Proyecta una conciencia crítica -ya veremos de qué-, un pensamiento que se mueve en lo concreto. Es un pensamiento anclado en lo real (convengamos que con “real” nos referimos a lo fenoménico). Uno siente que el principio de realidad está siempre dando vueltas. Y que lo que dice, le viene de la experiencia. Pero no hay -como se podría creer- un seguimiento sumiso de la exterioridad. Muy por el contrario.

Marlowe opone a los interlocutores, los hace antagonistas. No pocas veces lo vemos confrontando con los otros. ¿Sobreactúa? ¿Oculta inseguridades al actuar “con decisión”? ¿Cae en la hiperinterpretación de las conductas, gestos y actitudes de los demás? Tal vez. Es su trabajo.

De lo que no caben sospechas es de su compromiso…con lo que él desea. Si nos preguntamos a que ley o necesidad psicológica obedece, diremos que está más cerca del instinto y de la voluntad que de la razón, del deber ser. Esto se intuye.

Y si bien sus razonamientos están sostenidos por una lógica rigurosa y la empirie cuando se trata de relacionar hechos o reconstruir acontecimientos que ayudan a esclarecer aspectos de un crimen, presentimiento e instinto están detrás del actuar del personaje Marlowe.

Marlowe es un singular. Si fuera una persona y no un personaje podría decirse con Georges Bernanos, que es un hombre irreductible, capaz de imponerse a sí mismo su disciplina, pero que no la acepta ciegamente de nadie; el hombre para quien el supremo bienestar es hacer, en la medida de lo posible, lo que quiere, en el momento que ha elegido, aunque deba pagar con la soledad y la pobreza este testimonio interior al que concede tanto precio; el hombre que se da o se niega, pero que no se presta.

Hasta podría pensarse que es un tanto “nietzscheano”. Marlowe se da su propia ley, su propia moral, sin tener en cuenta las imposiciones que le llegan de afuera. Posee la moral del héroe, aunque es -en términos convencionales-, un antihéroe.

¿Necesita justificarse? No. ¿Vive con mala conciencia? No lo sabemos, aunque en un momento del relato asevera: “…y pensé que cuando un policía honesto tiene la conciencia intranquila siempre actúa en forma violenta, lo mismo hacen los policías deshonestos. Lo mismo hace casi toda la gente: incluso yo”.

El costado nietzscheano de Philip Marlowe en sus pensamientos

“No soy uno de esos infelices de corazón blando”. Rechazo de los compasivos.

“Las pequeñas cosas son las realmente importantes”. Afirmación del gusto.

Estando en cárcel: “Estoy aquí por mí. No me quejo. Es parte del trato”.
Amor al destino. Amor fati.

“La mayoría de la gente atraviesa por la vida gastando la mitad de sus energías de que dispone en tratar de proteger una dignidad que nunca ha tenido”.
Decadentes. Moral de los débiles.

“Ahí afuera, en la noche de miles de crímenes, la gente estaba muriendo (…) La gente se sentía hambrienta, enferma, aburrida (…) enojada, cruel, afiebrada (…) Todo depende de donde uno esté sentado y cual sea su propio puntaje. Yo no tenía ninguno y no me importaba”.
Tomarse a sí mismo como destino, no quererse distinto.

“Por otra parte, lo único que quería era irme y no meterme más en nada (…) pero ésta era la parte de mi personalidad a la que nunca llevaba el apunte (…) Porque si alguna vez lo hubiera hecho me habría quedado en la ciudad en que nací (…) me habría casado (…) y tendría hijos (…) Hasta podría podido llegar a ser rico (…) Elíjalo usted, amigo. Yo me quedo en la gran ciudad, sórdida, sucia, pervertida”.
Moral que afirma.

“Dejemos que los guardianes de la ley realicen el sucio trabajo (…) Claro que hay una cosa que se llama ley. Estamos metidos en ella hasta el cuello”.
La gran tarea: inversión de todos los valores.

Podrían encontrarse otras resonancias del espíritu de Federico Niezstche en diferentes párrafos de El largo adiós y en boca de Marlowe.

Pero hay dos situaciones en que el personaje vacila y parece contradecir su moral fuerte. Ambas están relacionadas con su amigo Terry Lennox.

En una dice: “¿Cuánta lealtad puede utilizar un hombre muerto?”, lo que deja flotando la sensación de no querer soportar ya el compromiso con su amigo (sabemos que Marlowe no se doblegado a los golpes y a la cárcel), como si fuera un mandato impuesto desde afuera.

En otra, en el final, despidiéndose de Lennox, le explica que no está enojado con él. “Tenía sus normas y vivía en conformidad con ellas, pero eran normas personales. No guardaban relación con ninguna clase de ética, de moral o de escrúpulos (…) Usted es un derrotista moral”.

Queda en pie un gran interrogante: ¿por qué un carácter como el de Marlowe exige a Lennox una moral distinta a la personal, a la emanada del individuo Lennox? ¿Por qué le pide sujeción a alguna clase de ética que no es la de Lennox? Parece que el discurso de un moralista convencional, lo que contradice una moral no-débil, como se ha tratado aquí de demostrar.

“Lo único que yo quería es que se examinara a conciencia, que se mirara a sí misma larga y profundamente. Lo que haría después es cosa suya. Yo quise rehabilitar a un hombre inocente. No me importó un comino como conseguí hacerlo y ahora tampoco me importa (…)

VIOLENCIA CONTRA LA MUJER. IMAGINARIO SOCIAL - MARCELO SPERANZA

VIOLACIÓN: SÍNDROME DEL SILENCIO

En una época no muy lejana era un tema casi clandestino. Aparecía esporádicamente en los medios de prensa, especialmente en los diarios, sólo cuando la sección Policiales consideraba que la magnitud del hecho lo merecía.
Desde hace unos veinte años –aproximadamente- algunas entidades y organismos no gubernamentales comenzaron a buscar respuestas a la problemática.
Entonces comenzaron a surgir cifras, datos, estadísticas, conjeturas y teorías. Realidades que tiraron abajo ladrillos de un muro que los mitos y prejuicios construyeron para mantener oculto el tema, sobre todo cuando en muchos casos, las víctimas cohabitan con los agresores; cuando no denuncian el hecho por miedo a represalias y revictimizaciones; cuando los dispositivos institucionales no ofrecen soluciones de fondo.
Lo que era del ámbito privado -porque la familia protegida como una fortaleza inexpugnable conformaba (y conforma aún) aquello de “cada casa es un mundo y cada cual sabe lo suyo”-pasó a hacerse público.
Actualmente resulta menos ajeno abordar la problemática de la violencia sexual porque el espacio de la sociedad civil se ha agrandado, pero es necesario continuar iluminando esta situación, iniciando un recorrido por el laberinto de la violencia contra las mujeres.
La violencia sexual es sólo un capítulo y la violación un hecho más –el más traumático para las que sobreviven- en la larga historia del orden social masculino y su ideología de dominio sobre mujeres y niños.

Mujeres violadas, mujeres golpeadas, mujeres abusadas...

Desde hace por lo menos dos décadas, el tema de la violencia contra las mujeres se puede abordar en los medios de comunicación social -en los ámbitos académicos desde los ‘70- gracias a la labor del movimiento femenista.
El punto de vista, la perspectiva teórica para el problema ha sido objeto -aún lo es- de una larga discusión entre los estudiosos. Sin embargo, el aporte de Wilhem Reich, para algunos el padre de la psicología social, encarcelado por loco y por revolucionario, muerto en prisión (1957), quien habló por primera vez de “ideología masculina de la violación”, dio indicios hacia dónde enfocar las luces.
En el estudio de la violación, existen, básicamente, tres visiones: la de la víctima propiciatoria, la de la psicopatología y la feminista.
La primera, sustenta la culpabilidad de la víctima por lo que le ocurrió. La víctima, entonces, se convierte en victimaria. “Algo habrá hecho” será la frase magistral que resume esta postura. No resiste un análisis serio.
La perspectiva de la psicopatología, por su lado, circunscribe la violación al acto individual de un desequilibrio, de carácter psicopático o perverso. La enfermedad del individuo está en la base del hecho “aberrante”.
Esta concepción, incompleta y reduccionista, no explica por qué muchos hombres de vida normal aparecen cometiendo ataques sexuales a mujeres y no a otros hombres, por mencionar una objeción.
La aproximación -o mejor, la mirada- desde el feminismo, es la que informa este trabajo y para ello nada más preciso que las palabras de Letty Cotton Pogrebin: “Una perspectiva feminista implica el compromiso ideológico para lograr la igualdad los sexos en el orden legal, económico y social. No significa el reemplazo de la supremacía masculina por la femenina (...) Feminista es cualquier persona, mujer u hombre que se compromete con la igualdad de derechos y oportunidades y dignidad humana (citada por Cristina Vila en Violencia Familiar, mujeres golpeadas).

VIOLENCIA CONTRA LA MUJER

"¿Vas entre mujeres? No olvides el látigo".
Federico Niesztche

Es violencia contra la mujer, "todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se produce en la vida pública como en la privada". La definición de violencia citada, incorpora claramente el concepto de género. La diferencia entre este tipo de violencia y otras formas de agresión y coerción radica en que en este caso el factor de riesgo o vulnerabilidad es el solo hecho de ser mujer.
Es así que contempla e integra todas las manifestaciones de violencia que se ejercen contra las mujeres. Abarca múltiples y heterogéneas problemáticas. O sea, incluye la violencia física, sexual y psicológica que tenga lugar dentro de la familia o en cualquier otra relación interpersonal e incluye violación, maltrato, abuso sexual, acoso sexual en el lugar de trabajo, en instituciones educativas y establecimientos de salud. Contempla, asimismo, la violencia ejercida por razones de etnia, sexualidad, trata de personas, prostitución forzada, privación arbitraria de la libertad, tortura, secuestro. Es una definición abarcativa.
La violencia de género se convierte en una de las más graves violaciones a los derechos de las mujeres y debe ser reconocida como un aspecto central de los derechos humanos.
Beatriz Ruffa y Silvia Chejter afirman que “la violencia hacia las mujeres es una violencia social. Muchas veces se habla de violencia física, psicológica, sexual, etc. Es cierto, la violencia asume esas formas. Sin embargo (...) se trata de una violencia que tiene una direccionalidad y una intencionalidad: promover o sostener las jerarquías entre los sexos”.
La problemática no afecta tan solo a las mujeres pobres o del Tercer Mundo. Afecta a mujeres a nivel mundial de todos los grupos raciales y económicos. Sin embargo, es un problema poco documentado. Son escasos los países desarrollados que han llevado a cabo estudios empíricos que podrían proporcionar un cuerpo amplio de información a través del cual se descubrirán las verdaderas dimensiones del problema.
En los países menos desarrollados o en vías de serlo las estadísticas son aún más escasas. Sin embargo, no se debe menospreciar la gravedad del problema.
Según el informe especial del Banco Interamericano de Desarrollo:
-en Argentina en 1 de cada 5 parejas hay violencia. En el 42% de los casos de mujeres asesinadas, el crimen lo realiza su pareja. El 37% de las mujeres golpeadas por sus esposos lleva 20 años o más soportando abusos de ese tipo. Según datos del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires el 54% de las mujeres golpeadas están casadas. El 30% denuncia que el maltrato se prolongó más de 11 años según información del BID se estima que el 25% de las mujeres argentinas es víctima de violencia y que el 50% pasará por alguna situación violenta en algún momento de su vida. Sólo en la ciudad de Buenos Aires se reciben 7000 llamadas anuales a las líneas de violencia.
-Según el Centro de Encuentros Cultura y Mujer (CECYM) en los últimos 30 años se registraron en promedio 6000 denuncias policiales anuales por delitos sexuales (violaciones, estupros).
La forma más explícita es la violencia física pero la violencia de género es multiforme e incluye la agresión verbal, la restricción de la libertad y conductas que llevan a la disminución de la autoestima hasta llegar al femicidio, un término que define a los asesinatos de mujeres por razones asociadas a su género y que son cometidos por varones.

EL PODER DEL MITO

Cuando se supera el silencio inicial frente al tema, el investigador se topa con una prolífica mitología alrededor de la víctima, el victimario, de la relación entre sexos que asoma expresada en proverbios, fragmentada en los discursos cotidianos, académicos y de las instituciones (estado, policía, derecho).

Mitos acerca de la mujer victimizada

“Toda mujer fantasea con ser violada”. Variación: “La mujer goza al ser violada”.
“La mujer provocó al violador”. Variaciones: “Lo habrás provocado”. “Algo habrás hecho”.
“La mujer es pasiva, deja hacer”. Variaciones: “Le pasa porque no obedece al marido”. “Son masoquistas”.
“Las mujeres provocan la violencia”. Variaciones: “Las mujeres buscan la violencia” “A las mujeres les gusta la violencia”.
“Son débiles y tontas”. Variaciones: “Les pasa por ignorantes e histéricas”
“Son malas y se lo merecen”.
“Te la tenés que bancar. No hay que deshacer la familia”. Variaciones: “Se queda por que le conviene.” “Los chicos necesitan un padre”. “¿Cómo te la vas a arreglar sola?”

Mitos acerca de la violación

“La violación está motivada por el deseo sexual”.
“Si te violan es mejor que te relajes y goces”.
“Esas cosas no existen en nuestro país”.
“Es una cuestión privada”.
“Sólo sucede en las clases bajas”.
“Influye la crisis económica”
“Es un tema de moda”.
“Es porque no están casados
“No puede ser evitada”. Variación: “Es natural e instintiva”.
“Convivir no es un lecho de rosas”.
“Porque te quiero te aporreo”.

Mitos acerca del violador

“Es de tez morena”.
“Es de clase baja”.
“Se trata un enfermo”. Variaciones: “Es culpa del alcoholismo”. “Es un sexópata”. “Tiene mal carácter”
“Es gente primitiva e inculta”. “Es un impulsivo”. “Es un descontrolado”.


“Esa gente no tiene principios ni religión”
“Todos los hombres son así”
“Es un verdadero macho”. Variación: “El tipo es un campeón”.
“Tienen derecho”.

¿Cuál es la función del mito? En este contexto, el mito -un medio para operar sobre el presente al decir de Sorel- acude en socorro de la ideología sexista dominante, reforzándola, justificando “de derecho” lo que es poder de hecho. Se conforma, entonces, una perspectiva de las mitologías, que a la vez alimenta -paradójicamente- estereotipos de hombres omnipotentes y mujeres indefensas y echa una vasta mirada de sospecha sobre las víctimas, de las que, por otro lado, se obtiene una imagen a la medida del machismo: ingenua, débil y pasiva.
La simple frase “ella se la buscó”, condensa los enunciados de la mitología social, iluminando los roles rígidos adjudicados a hombres y mujeres por el peso de la tradición.
El poder del mito es tal que muchas mujeres se han convencido de sus premisas, condicionadas por normas, tabúes y creencias arraigadas.
Para que los mitos sociales tengan eficacia simbólica, necesitan de discursos científicos, políticos, religiosos, jurídicos, de medios de comunicación, pedagógicos, artísticos, entre otros, que produzcan y reproduzcan los argumentos (estereotipos) que instituyen que es lo femenino y lo masculino de una forma totalizadora y esencialista, invisibilizando el proceso sociohistórico de su construcción y presentándolo como realidades naturales, históricas y universales, no dejando lugar para lo diverso y singular. Todo aquello que no coincida con dicho régimen de verdad es sancionado o enjuiciado.
Los estereotipos (negativos) de género, son los patrones de cómo una determinada sociedad y cultura estipula "el deber ser y el hacer" de varones y mujeres. Los estereotipos son imágenes cristalizadas, absolutamente complementarias y dependientes entre sí, y cada mandato de un género encastra en su correspondiente modelización del otro género (por ejemplo, frente a la "inestablilidad emocional de las mujeres" se le opone "la racionalidad y el autocontrol" de los varones).

LAS CREENCIAS

Una de las creencias más difundidas con respecto al ataque sexual es que al predador lo asalta una súbita y malsana pasión, siendo la violación una conducta extrema aunque comprensible y, en última instancia, justificable. ¿se piensa de la misma manera cuando las víctimas son niños u hombres jóvenes y adultos?
La realidad es que el llamado “factor sorpresa” en la violación ocupa un lugar muy reducido en comparación con los ataques llevados a cabo con premeditación en cuanto a tiempo, lugar y modo.
El componente sexual del acto violento no debe dar espacio a confusión alguna: la sexualidad femenina -otra paradoja- es sólo el soporte de la violencia masculina, no de un intercambio sexual libre.
Es en la violación donde se articulan violencia, sexo y dominación y se manifiesta la relación de poder desigual entre mujeres y varones, la utilización del pene como arma y la indefensión aprendida.
La violación es, ante todo, demostración de fuerza, intimidación, exhibición de poder, intención de humillar y denigrar en detrimento de la sexualidad femenina y de la persona como totalidad. Lo predominante es la violencia, no la sexualidad.
Otra de las creencias “fuertes”, extendida en el tejido social es imaginar a la violación como producto del ataque de un desconocido, de un tercero extraño por completo a la víctima, en un escenario sórdido y oscuro.
Los testimonios de mujeres violentadas ponen de manifiesto que ello no siempre es así: las posiciones de familiaridad (padres, abuelos, tíos), de proximidad (amigos, compañeros de trabajo, colegas, vecinos) y de autoridad (jefes, encargados, capataces) de muchos hombres respecto a las víctimas son bastante más comunes de lo que se cree. Y por su índole misma, los más ocultados.
Gente “normal”, insospechada, con una vida familiar y social apacible, son, con frecuencia, victimarios. Los actos de violencia sexual (violación, pero también abuso, estupro, incesto) que en número significativo son protagonizados por individuos “normales” desmienten la creencia del “acto individual” propio de la psicopatología.
Según encuestas realizadas en países europeos, donde se cometen violaciones con mayor asiduidad es en el ámbito del hogar y a cualquier hora.

IDEOLOGÍA DOMINANTE: CULTURA DE VIOLENCIA

Lo que está en el contenido de las representaciones y creencias del imaginario social es la ideología sexista y patriarcal que sustenta la superioridad de los hombres sobre las mujeres y la de un jefe (“el padre”) investido de un poder absoluto sobre los que están “debajo” de él. Bien dice la mencionada Letty Cottin Pogrebin que “el patriarcado, este modelo de clase sexual, es el modelo de todos los sistemas con gran disparidad de poder y privilegios”.
Una de las hipótesis más interesantes en relación al origen del orden patriarcal arriesga que éste surgió con el miedo femenino a la violación grupal. En efecto, esta teoría sugiere que la mujer buscó un protector que la defendiese de las hordas merodeadoras a cambio de la posesión exclusiva de su cuerpo. El precio -muy alto- fue la sumisión, traducida en su conversión a bien mueble. Y del protectorado rudimentario como señala Susan Brownmiller, autora de “Contra nuestra voluntad”, un clásico en la materia, se pasó a la consolidación del poder masculino bajo la forma del patriarcado.
“Como primera adquisición permanente del hombre” -explica la estudiosa citada- “como primera pieza de propiedad real, la mujer fue, de hecho, el edificio principal, la primera piedra de la ‘casa del padre’. La forzada dilatación de los límites del hombre, primero hacia su compañera y luego hacia su descendencia fue el comienzo de su concepto de posesión”. Y continúa: “Los conceptos de jerarquía, esclavitud y propiedad privada surgieron del inicial sometimiento de la mujer, y sólo podían basarse en él”. (Aún hoy, en la legislación, se encuentran vestigios de esta ideología: la violación como crimen contra la propiedad privada de un hombre -la mujer- por parte de otro hombre. Más adelante se expondrán las razones de este aserto).
Con respecto a las relaciones entre hombres y mujeres en el contexto de la sociedad patriarcal, otra ensayista las caracteriza como “jerárquicas y complementarias”. Jerárquicas, porque hay un género -el masculino, superior, y otro, el femenino, inferior. Complementarias, debido a que a unos –los hombres- les compete las tareas públicas y a las mujeres, las privadas o domésticas. Son, obviamente, relaciones signadas por la desigualdad y la dominación, explica Judith Astelarra, feminista española.
La concepción patriarcal de la familia juega un rol fundamental en el aprendizaje de la obediencia y la sumisión a la autoridad del hombre desde muy temprana edad (los niños están habituados a considerar su sumisión y la de la madre al pater familiae como normal e incuestionable porque en la cultura dominante es a ellos a quienes se atribuye la fuerza, la autoridad, la protección y la competencia), lo que se traduce en el hecho de que la mayoría de los abusadores de niños son hombres convencidos profundamente de sus “derechos” sobre los miembros de su familia.
La violación, en este contexto, es una forma extrema de un estereotipado modelo de relaciones intergéneros que adjudica permisividad a unos y represión a otras, socializando roles sexuales rígidos (mujer-debilidad/hombre-fortaleza).

EL IMAGINARIO SOCIAL

¿En dónde se sostienen los innumerables mitos acerca de la violación? ¿Qué alimenta los estereotipos culturales y creencias que identifican masculinidad con agresividad y femeneidad con indefensión? ¿Desde dónde se perpetúa que el discurso que afirma “la víctima disfruta”, cuando en realidad la violación es el hecho más traumático que se pueda cometer contra la integridad de una mujer?
Al igual que los clásicos proverbios (el “algo habrá hecho” resume todos), las ironías y los chistes socarrones referidos a la violencia sexual contra la mujer, los mitos, creencias y estereotipos son productos en que una tácita complicidad social con el perpetrador encuentra su significación y sentido en un imaginario social específico.
En el registro simbólico profundo de lo histórico-social, en el subsuelo de imágenes y representaciones metafóricas, donde lo irracional y lo racional diluyen sus fronteras, opera el “material primordial” de lo que el filósofo y sociólogo Cornelius Castoriadis llamó los imaginarios efectivos (mitos, ideologías, creencias, paradigmas) y cuya raíz es denomina “el imaginario radical”.
“El imaginario del que hablo yo -define Castoriadis en “La institución imaginaria de la sociedad”- no es ‘imagen de’. Es creación incesante y esencialmente indeterminada (social, histórica y psíquica) de figuras-formas-imágenes, y sólo a partir de éstas puede tratarse de ‘algo’. Lo que llamamos ‘realidad’ y ‘racionalidad’ son obras de esta creación”.
Partiendo de que lo real histórico no es totalmente racional ni tampoco irracional, el pensador concibe al imaginario social como una capacidad o facultad elemental, irreductible, de evocar imágenes, que engloba lo simbólico y se entrecruza con él y que se manifiesta en el hacer histórico y en la constitución de un universo de significaciones.
Pero claro, hay imaginarios e imaginarios. Unos predominan, organizando las relaciones sociales y la vida de la polis en determinada dirección. Otros, contestan a esa dominación, creando nuevos simbolismos centrados en nuevas significaciones imaginarias sociales, siendo el escenario de lucha el espacio simbólico.
En el tema que nos ocupa -aunque es preciso dejar sentado que no se reduce sólo a la violencia contra la mujer, sino que es una lucha de dimensiones colectivas- cuando se habla de imaginario social hegemónico -explica Silvia Chejter, socióloga, en “La voz tutelada: violencia y voyeurismo”- se está hablando de “un imaginario compartido y no de un único imaginario. Se trata de un imaginario dominante introyectado, al que la mayoría de las mujeresno puede sustraerse sin dificultades”.
“Las prácticas de violación” -asevera- “no dependen de los mitos discriminatorios de la Justicia, sino de los que están enquistados en el imaginario social”.
“Es allí” -prosigue- “donde está centrado el problema”.
Aún reconociendo que los mitos sostienen el orden jurídico, tanto en sus prácticas como en sus concepciones, ellos están enmarcados en “creencias bien afirmadas en un imaginario hegemónico que rige las relaciones de género y favorecen la discriminación contra las mujeres y contra las víctimas de violación en particular”, concluye.

LO LEGAL Y LO REAL

Por la literatura feminista sabemos que no hay muchos puntos de contacto entre la noción legal de violación con la realidad de violencia sexual. Que la definición cristalizada por el texto de la ley poco tiene que ver con el acto real padecido por la víctima.
Siguendo a Brownmiller, para una mujer la definición de violación es bastante sencilla.
Una invasión sexual del cuerpo mediante la fuerza, una intrusión dentro del espacio interior privado y personal, sin consentimiento (...) constituye una violación de la integridad emocional, física y racional y es un acto de violencia hostil y degradante que merece la calificación de violación. Más adelante reitera: “Si una mujer decide no tener contacto sexual con un hombre en particular y este hombre decide proceder contra su voluntad, se trata, entonces, de un acto criminal de violación.
Sin embargo, para la legislación moderna en general, violación es penetración de la vagina por el pene (cópula forzada heterosexual) y “así como los hombres pueden invadir a las mujeres a través de otros orificios, también invaden a otros hombres, ¿quién podría decir que la humillación sexual sufrida a través de la penetración oral o rectal es menos violatoria del espacio personal interno o menos injuriosa para la mente, el espíritu y la autovaloración? (Susan Brownmiller, op. citada).
Conclusiones: 1) la totalidad de los actos de violencia sexual deben ser considerados graves ante la ley, porque -como se explaya la autora de referencia- “el camino de penetración es menos significativo que la intención de degradar” 2) No importa el sexo de la víctima.
Históricamente, la violación ha sido considerada un ataque contra la propiedad de un hombre. En tiempos remotos, el robo de la virginidad de la hija implicaba aminorar su precio en el mercado.
El cuidado de su “honestidad” -virginidad hasta el matrimonio, luego monopolio sexual del esposo-, el cuidado de una propiedad: el cuerpo femenino. Desde el código de Hammurabi, pasando por la ley mosaica y la justicia asiria, los preceptos del Corán, la jurisprudencia medieval y su ingreso en la legislación posterior, el delito de violación siempre estuvo atravesado por los términos honestidad/propiedad, perdurando aún hoy, resabios de la ideología patriarcal, como es el caso del Código Penal Argentino, que incluye la figura de la violación en el título “Delitos contra la honestidad”.
En síntesis, si hablamos de violencia en un sentido restringido, o si se quiere, con un alcance reducido, basta con leer la definición dada por el Código, completada por las normas procesales y textos doctrinarios y de jurisprudencia.
“El saber jurídico” -revela Silvia Chejter en su obra citada- “se impone siempre al de la víctima de la violación. Es él quien dictamina qué es violación, mucho mejor y con mayor precisión que todas las mujeres que la han padecido, despojándola de su experiencia insustituible.

IMPACTO PSICOLÓGICO DE LA VICTIMIZACIÓN

Dijimos que violar es quebrantar, humillar, infligir un daño tan grave que lo afectado es el sentido mismo de la integridad como persona. Uno de los principales estudios sobre las consecuencias de la violación fue realizado por dos estadounidenses: Ann Wolbert Burguess, enfermera y Lynda Holmstrom, socióloga. Ellas descubrieron y constataron el síndrome del trauma de violación, luego de haber ocurrido efectivamente o de sufrir el intento.
La violación es un momento de crisis. El síndrome se desarrolla en dos fases: una aguda y otra larga, de reorganización. La fase aguda se inicia luego de producirse el hecho, en forma inmediata. Existen en esta fase dos categorías de manifestaciones emocionales: una reacción expresiva y una expresión controlada.
En la primera de las reacciones, la mujer llora. De manera concomitante, manifiesta miedo, ira, ansiedad y tensión. En lo físico, aparece irritación genital o hemorragias rectales (si fueron penetradas analmente), dolores de cabeza, insomnio e irritabilidad, náuseas y dolor de estómago.
Pero el sentimiento preponderante en esta fase es el miedo, que se convierte en muchos casos en terror a ser víctima de un nuevo ataque, como también la autoculpa, ya sea por no haber sido previsora o por haber sido confiada.
La reacción controlada, como componente de la fase aguda, es como lo dice el adjetivo, de control de las emociones, una aparente calma que oculta sentimientos de ira, vergüenza y deseos de venganza.
En la fase larga de reorganización, como la llaman Burgess y Holmstrom, las mujeres pueden desarrollar fobias sexuales y tomar conductas reactivas ante el temor de ser atacadas dentro o fuera de los lugares conocidos. Esta etapa puede durar años hasta la superación del trauma.
Otro fenónemo que las investigadoras pusieron en el tapete es la “reacción de violación silenciada”, que radica en no denunciar el hecho y tampoco compartirlo con alguien. De alguna manera, las víctimas “desplazan” el problema a otro registro. Se quejan de vaginismo, padecen anorgasmia o depresión, delatan ansiedad, síntomas que revelan el grado de la traumática experiencia vivida.
No hablan, pero sus cuerpos “hablan”, dicho en lenguaje psicoanalítico.

VICTIMIZACION SECUNDARIA

A la victimización secundaria (o segunda victimización), los especialistas la caracterizan como un proceso o una serie de hechos que vive la mujer victimizada cuando recurre a alguna de las instituciones o profesionales del aparato del Estado y tiene que enfrentar comportamientos que denotan mitos, discursos y actitudes negativas acerca de su condición de víctima.
Es decir que la mujer es doblemente victimizada, re-victimizada, por los prejuicios, en unos casos y por la desinformación, en otros.
El mecanismo, en todas las instituciones estatales, es similar: por un lado se eleva a la mujer violada a la categoría de ícono, símbolo de la indefensión y la virtud mancillada y por otro, se sospecha –siempre se sospecha de una mujer- que la víctima hizo o insinuó alguna conducta para atraer a su victimario. El “usted no lo provocó?” es una de pregunta muy propia de las formuladas en comisarías y estrados. Y si a veces no se la expresa de esta manera, se la piensa.
Ambivalencia social ante la condición moral de la mujer: manto de compasión y culpabilización. De ícono de la pureza y de resistencia, a incitadora. De inocente a insinuante. De víctima a victimaria. Otra vez el “por algo será”.
En la cultura mitológica del sexismo, el “ángel” es, a la vez, “demonio”. Nunca se deja esta desconfiada imagen de lado, que todo tiempo circula por guardias de hospitales, consultorios médicos y psicológicos forenses, comisarías, estrados judiciales y confesionarios.
Un ejemplo paradigmático es el discurso jurídico, uno de los tantos sobre el particular desmenuzado críticamente en la ya mencionada “La voz tutelada….” de la que extraeremos unos pocos párrafos más.
Según su autora, el discurso jurídico (al que no puede separar de las instituciones y prácticas), abarcante “desde el texto de la ley, las normas procesales, los textos doctrinarios y de jurisprudencia hasta expedientes judiciales reproduce el imaginario dominante, siendo el dispositivo jurídico, del que da cuenta el discurso respectivo, sólo un subdispositivo dentro de otro más amplio de control y represión social”.
Los efectos de los mitos que inundan el orden jurídico y que pertenecen “al montaje de una ficción necesaria para la conservación y reproducción de un orden social” se mantienen “en los procedimientos judiciales y en los criterios que determinan cada paso procesal”, construyendo prácticas discriminatorias en el ámbito del Derecho.
Aquellas se proyectan de manera central en la sospecha -fundada en doctrina- de la “falsa denuncia”. O en lo que la investigadora llama el “mito del cazador” (la mujer sería una especie de Jano con dos caras, una pasiva que nada puede, otra que todo lo puede y que se convierte, merced a su astucia, presa del deseo del predador, al despertar en él pasiones que no puede dominar).
“El fantasma de la falsa denuncia” -agrega Silvia Chejter- planea continuamente y en primer lugar, como si el predador fuera la víctima tendiendo sus redes y no al agresor”. Además, “toda denuncia es sospechosa, dados los riesgos que corre la víctima: estar en boca de todos, someterse a trámites y peritajes humillantes; lo que hace suponer grandes beneficios, o sed de venganzas por motivos desconocidos”.
“La denuncia” -sostiene la socióloga- desvirtúa la imagen de mujer pasiva y consintiendo, y por lo tanto provoca inmediata suspicacia. Esta suspicacia va a ser decisiva para conformar el cuerpo del delito y para convertir a la víctima en el principal sujeto a investigar….”.

VIOLENCIA COMUNICACIONAL

“Desigualdad-discriminación-violencia forman parte de un particular circuito de realimentación mutua que se despliega a través de la producción social de las diversas formas de aceptación que legitiman tanto la desigualdad como las prácticas discriminatorias y, a la vez, invisibilizan los violentamientos. En consecuencia, la producción de tales legitimaciones es de gran importancia política ya que transformar al diferente en inferior forma parte de una de las cuestiones centrales de toda formación social que “necesite” sostener sistemas de apropiación desigual: producir y reproducir incesantemente las condiciones que lo hagan posible. Para tales fines se conjugan violencias represivas y simbólicas en diferentes ámbitos de la vida social”

En los discursos -pero no sólo en ellos- cotidianos, jurídicos y mediáticos percibimos las representaciones e imágenes que existen sobre las mujeres. A través de fragmentos de discursos vamos construyendo y legitimando vejaciones, violencias y sexismo. Por eso es crucial identificar esos discursos a fin de deconstruirlos y cuestionar perspectivas, modelos, estereotipos, mitos. Hay que desleer toda una historia centrada en el hombre (androcéntrica) y asumir las voces silenciadas, en diálogos, tensiones y rupturas de una determinada identidad impuesta desde afuera, en contextos culturales e históricos diversos.
Si nos detenemos a seguir las producciones periodísticas, es común encontrar, aún en la prensa no amarilla cierto estilo burlón para titular o desarrollar los temas relacionados con las mujeres incluyendo asuntos tan dramáticos como las denuncias de violación y otras formas de violencia.
Con frecuencia se recurre a la ironía, aparentemente para tomar distancia de un hecho serio, acentuándose si se trata de reivindicaciones de género. Otras veces, el recurso es la devolución o canalización de la problemática.
En los casos de noticias sobre violencia ejercida sobre mujeres, niñas y niños no se evitan estos recursos ni en los títulos ni en el cuerpo de la nota o crónica. Para narrar se escoge un vocabulario que tipifica a víctimas y victimarios. Y siempre la valoración social de las víctimas es negativa, apelando a los mitos circulantes. El sexismo se filtra entre los pliegues de las noticias, aún cuando exista la mejor intención de informar sobre cuestiones en que las mujeres son protagonistas, entendiendo por sexismo una actitud hacia una persona o grupo de personas en virtud de su sexo biológico. Para algunos estudiosos, el sexismo es ambivalente porque incluye aspectos positivas y negativas de la mujer. Otros lo consideran una actitud discriminatoria que incluye los aspectos negativos acerca de la condición femenina y la supremacía de lo masculino, a través de la invisibilización y la exclusión de la mujer.
Es importante dejar constancia que estos discursos son enunciados no sólo por varones sino por mujeres que han incorporado la ideología patriarcal a sus miradas de género.
En los fragmentos de los discursos sobre la mujer encontramos estas concepciones:

•Las mujeres son más débiles, inferiores a los hombres; lo que da legitimidad a la figura dominante masculina
•Las mujeres son inferiores a los varones en el mundo público, debiendo permanecer en el ámbito privado
•Las mujeres tienen un poder (el de la atracción sexual) que las hace peligrosas y manipuladoras.

Una de las maneras para aprender a detectar el sexismo es aplicar la regla de inversión, que consiste, simplemente en cambiar "mujer" por "varón", "esposa" por "marido", etc. y ver qué efectos origina. La regla de inversión es puede instrumentar en una situación existencial, a un texto escrito, a una conducta verbal. Si después de la inversión todo queda más o menos igual, puede asegurarse que no hay sexismo.
En ocasiones, la desigualdad radica en el "orden de las palabras", otras en el contenido semántico de los vocablos. La utilización del masculino como término genérico y válido para uno y otro sexo tiene, desde el punto de vista social, un efecto de exclusión, de reforzamiento de estereotipos, a partir de la pertenencia del castellano a las lenguas con género, categoría gramatical que afecta no sólo a la determinación de los nombres sino los artículos, adjetivos o participios en régimen de concordancia con el sustantivo.
Otra forma de discriminación en el lenguaje es la trivialización mediante términos que se usan para describir a las mujeres, negándose una existencia autónoma, por ejemplo, al adjudicarles títulos que las distinguen por su estado conyugal (señora/señorita). Son definidas, además, por su rol familiar, en tanto los varones son definidos por sus roles ocupacionales.
Adjetivaciones vinculadas a las mujeres tienden a conformar una connotación negativa por su uso en el tiempo. Por ejemplo: "qué mujer inteligente",
Asimismo, la imagen (fotografías, dibujos, ilustraciones) cobra mayor importancia en las comunicaciones masivas, colaborando en la consolidación de estereotipos porque como agentes de socialización, es indudable que los medios crean, modelizan y legimitan (o deslegitiman) subjetividades, junto o contra la familia, la escuela, las iglesias y otras instituciones.
Y en cuanto a los contenidos de los medios, las informaciones relativas a los intereses de las mujeres está visto que no encuentran lugar en las páginas destinadas a Información general de un periódico, sino generalmente en aquellos espacios o secciones específicas "para la mujer", encarado de un modo liviano, superficial, light.

Los seis hermanitos

En el programa En Sol Mayor, emitido el 5/10/98 por Radio de la Ciudad


En la fría madrugada del viernes 25 de setiembre, hace poco más de una semana, murieron quemados seis hermanitos. Tenian 2, 4, 6, 8, 10 y 15 anos. Los chicos se encontraban solos en su vivienda. La mamá, jefe de familia, desocupada, había salido a buscar combustible. Vivian en el asentamiento “Todo Esfuerzo” de la ciudad de Neuquén. Un asentamiento donde abundan, como en otros de similar condición, las maderas, los cartones y las bolsas de nylon. Y donde no hay agua ni lineas de comunicación. Es por eso que los bomberos no pueden llegar a tiempo. Recién concurrieron a los 40 minutos. No por indolentes, sino por la falta de un equipo de trasmisión.

En el asentamiento “Todo Esfuerzo” vive gente, pobladores, hermanos nuestros., Decir que viven es casi una burla. Apenas sobreviven. Porque no se puede llamar vivir a esto: subalimentados, sin vestimenta, calzado, útiles escolares, salud, juegos, esparcimiento. Hay, más que pobreza, miseria. Multipliquen este asentamiento por los cientos que existen en el país.

Los chicos apenas se asomaban al mundo. Quizás un mundo ancho, hostil, sin dudas, y por ahora, ajeno. Pero un mundo al fin. Un mundo al que descubrir, conocer, disfrutar o padecer. Una ventana abierta al devenir, a la imaginación, a la luz. Un futuro que nadie, absolutamente nadie, salvo Dios, sabía que les iba a deparar. La maldita muerte los quitó de este mundo. Cómo éstas, miles de muertes evitables, absurdas, absolutamente innecesarias.

Los pobres de otros asentamientos, personas de buena voluntad, organizaciones intermedias se acercaron con su solidaridad. Los medios locales leyeron mensajes de condolencia y de los otros, aquellos teñidos de ira, verguenza e indignación frente a tanta injusticia.

Mientras tanto, cierta clase política se sigue haciendo la distraída y mira para otro lado o esconde la cabeza como el ñandú, esperando que las aguas se aquieten y pronto se olvide todo, los ricos siguen acumulando riquezas y los “malos” como gustaba decir a don Francisco de Quevedo, siguen ocupando cargos claves, haciendo negocios a expensas de los habitantes de este lugar del planeta.

Sin embargo, el fuego que han encendido sigue creciendo. Y algunos empiezan a percibir los malos presagios, ese “algo” que viene creciendo desde abajo. Es por eso que, ante una movilización frente a la casa de gobierno neuquina, los funcionarios locales concurrieron al asentamiento y se comprometieron a instalar una radio y proveer de agua a los pobladores.

Todo esto tiene motivos, razones, causas: no es el descuido de una madres, ni la fatalidad, ni el destino de una familia, ni la voluntad de Dios. Es la situacion de miseria en la que viven millones de argentinos gracias a políticas que agudizaron la dependencia del pais a los centros de poder internacional, a la desigualdad en la distribución de las riquezas, a la carencia de un modelo argentino de proyecto nacional.

La idea de que en esta vida no se puede alcanzar la justicia social, que siempre existieron pobres y es imposible plantearse alternativas a la "globalización", es utilizada -por error o mala intención- por los defensores del status quo, aquellos a los que les cabe la palabra de Jesús:

"...porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis lleno de robo e injusticia...".

La nomeolvides

Luego de la caída de Perón, se implantó el decreto ley 4161 que prohibía al peronismo y sus expresiones, En sus múltiples muestras de creatividad, el pueblo comenzó a usar un ramito minúsculo de florcitas celestes: en la solapa de los sacos los hombres, las mujeres en sus vestidos. Simbolismo puro, aquel que comunica sin hablar y que al mismo tiempo permitía reconocer al compañero. La flor del nomeolvides se usaba en primavera, para homenajear y recordar a la madre. Precisamente por su nombre fue mostrada como signo de lealtad al Líder exiliado. Arturo Jauretche con su Canción del No Me Olvides, inmortalizó el momento:

No me olvides. No me olvides.
No me olvides.
Es la flor del que se fue.
No me olvides. No me olvides.
No me olvides.
Volveremos otra vez.
Es el novio de la Patria
de la Patria que le espera.
Volverán los nomeolvides,
volverán en primavera.
¡No me olvides, no me olvides,
no me olvides!
Canta el pueblo de Perón.
No me olvides sobre el pecho,
nomeolvides pegadito al corazón.
Volverán los nomeolvides
Cada año a florecer.
Con la flor del nomeolvides
no olvidando esperaré.
No me olvides, no me olvides.
No me olvides.
Es la flor del que se fue.
Nomeolvides, nomeolvides,
Nomeolvides
¡¡Volveremos otra vez!!.

viernes, 29 de mayo de 2009

1956 9 de Junio 2009. A 53 años de los asesinatos de los patriotas del movimiento recuperación nacional

"QUE MI SANGRE SIRVA PARA UNIR A LOS ARGENTINOS"

En el mes de junio de 1956 son ejecutados en distintos lugares de Buenos Aires, un grupo de militares y civiles que protagonizaron un movimiento en contra de la autollamada Revolución Libertadora, que derrocó al general Juan Domingo Perón en el año 1955.
El general Juan José Valle se declaró jefe del Movimiento de Recuperación Nacional, el de los sublevados.
"Dentro de pocas horas usted tendrá la satisfacción de haberme asesinado", le dice el general Juan José Valle en una nota al general Pedro Eugenio Aramburu, poco antes de morir fusilado.
El 12 de junio un comunicado oficial expresa: "Fue ejecutado el ex general Juan José Valle, cabecilla del movimiento terrorista sofocado". Para dar muerte a Valle, que se entregó voluntariamente a las autoridades militares, la dictadura aplicó en forma retroactiva una ley marcial derogada.
En la carta dirigida al presidente de facto, Aramburu, Valle le señala: "Debo a mi patria la declaración fidedigna de los acontecimientos. Declaro que un grupo de marinos y militares, movidos por ustedes mismos, son los responsables de lo acaecido. Para liquidar opositores les pareció digno inducimos al levantamiento y sacrificarnos luego fríamente (...) Con fusilarme a mí bastaba. Pero no, han querido ustedes escarmentar al pueblo, cobrarse la impopularidad confesada por el mismo Rojas, vengarse de los sabotajes, cubrir el fracaso de las investigaciones, desvirtuadas al día siguiente en solicitadas de los diarios y desahogar una vez más su odio al pueblo. De aquí esta inconcebible y monstruosa ola de asesinatos. Entre mi suerte y la de ustedes me quedo con la mía".
Finalmente, Valle cierra su carta con un ruego: "...que mi sangre sirva para unir a los argentinos. Viva la Patria".

Lista de sangre del Movimiento

Asesinados en Lanús, el 10/06/56, simulando fusilamiento:

•Teniente Coronel José Albino Irigoyen
•Capitán Jorge Miguel Costales
•Dante Hipólito Lugo
•Clemente Braulio Ros
•Norberto Ros
•Osvaldo Alberto Albedro

Asesinados en los basurales de José León Suárez, el 10/06/56, ametrallados por la espalda:

•Carlos Lizaso
•Nicolás Carranza
•Francisco Garibotti
•Vicente Rodríguez
•Mario Brión

Asesinados en la represión en La Plata, el 10/06/56:

•Carlos Irigoyen
•Ramón R. Videla
•Rolando Zanetta

Fusilados en La Plata, el 10 y 11/06/56:

•Teniente Coronel Oscar Lorenzo Cogorno
•Subteniente (de reserva): Alberto Abadie

Fusilados en Campo de Mayo, el 11/06/56:

•Coronel Eduardo Alcibíades Cortínez
•Capitán Néstor Dardo Cano
•Coronel Ricardo Salomón Ibazeta
•Capitán Eloy Luis Caro
•Teniente Primero Jorge Leopoldo Moriega
•Teniente Primero Músico Néstor Marcelo Videla

Asesinados en la Escuela de Mecánica del Ejército, el 11/06/56:

•Suboficial Principal Ernesto Gareca
•Suboficial Principal Miguel Ángel Paolini
•Cabo músico José Miguel Rodríguez
•Sargento Hugo Eladio Quiroga

Ametrallado en el Automóvil Club Argentino, el 11/06/56:

•Miguel Ángel Mauriño (falleció el 13/06/56 en el Hosp. Fernández)

Fusilados en la Penitenciaría Nacional de la Av. Las Meras, el 11/06/56:

•Sargento Ayudante Isaura Costa
•Sargento carpintero Luis Pugnetti
•Sargento músico Luciano Isaías Rojas

Fusilado en la Penitenciaría Nacional de la Av. Las Heras, el 12/06/56:

•General de División Juan José Valle

Asesinado, simulando suicidio por ahorcamiento, en la Divisional de Lanús, el 28/06/56,
(donde estuvo detenido desde el 9/06/56):

•Aldo Emilio Jofré

Atlas: Un jalón en la larga marcha de las organizaciones libres del pueblo

Con la llegada del peronismo al poder, la clase trabajadora se constituiría en la columna de sustentación del nuevo movimiento que buscaba transformar las condiciones sociales, políticas y económicas del país. Fue así que se proyectó fuera de las fronteras de la Argentina con una creación original, la ATLAS.
ATLAS era la sigla de la Agrupación de Trabajadores Latinoamericanos Sindicalistas. Su origen inmediato se remonta a comienzos de 1952 cuando la CGT de la República Argentina convocó a un Congreso en Asunción del Paraguay para la creación del Comité de Unidad Sindical Latinoamericana.
Participaron 16 organizaciones, con el objetivo de llegar al congreso constituyente de una nueva central obrera latinoamericana. En esa oportunidad, se adoptó una Declaración de Principios que condenaba al "imperialismo comunista, que pretende someter a los pueblos a la dictadura del Estado" y al "imperialismo capitalista explotador, que trata de reducir a los pueblos a la hegemonía de un capital sin alma y sin escrúpulos".
En noviembre de ese año, se celebró en México el Congreso de la Unidad, que crea la Agrupación de Trabajadores Latinoamericanos Sindicalistas (ATLAS), designándose sede de la organización a la ciudad de Buenos Aires. A la CGTRA le correspondería la Secretaría General a través de su titular, José Espejo.
Los otros cargos eran para México, Chile, Puerto Rico, Cuba, Costa Rica, y Perú. Se crearon comités en los países mencionados y en Colombia, Ecuador, El Salvador, Haití, Nicaragua y Panamá, y se abrieron delegaciones en Guatemala, Honduras, Paraguay, Venezuela y Brasil.
ATLAS le disputó el predominio a la ORIT (la Organización Regional Interamericana de Trabajadores, bajo la influencia de las políticas de EE. UU.), a fin de neutralizarla y ganar al movimiento latinoamericano de trabajadores para la causa de los pueblos.
En la ORIT, a partir del II Congreso también realizado ese año, el sindicalismo argentino quedó representado por un “sello”, el COASI (luego denominado “32 gremios democráticos”), quien logró que la ORIT condenara a la política gremial del gobierno peronista por considerarla “una amenaza a la libertad y a la democracia".
En su corta vida, la ATLAS apoyó la lucha de Central Obrera Boliviana, al gobierno antiimperialista de Jacobo Arbenz en Guatemala luego derrocado con el apoyo de marines, al sindicalismo portorriqueño vinculado al Partido Independista, a la República de Panamá por el control del Canal y a los patriotas de la Guayana Inglesa (hoy Guyana) en su rebelión anticolonialista.
La sublevación gorila de 1955 le dio un golpe mortal al proyecto de unión sindical para la liberación. En enero del 56 se intervino la organización en la Argentina, confiscando los bienes y destruyendo la biblioteca especializada. La sede fue mudada a Lima, hasta que interrumpió su actividad en 1962.
De esta manera se eliminaba del escenario sindical a una organización que colaboraba desde el campo sindical en la construcción de la Unión Latinoamericana, a la causa de la Patria Grande que soñaron San Martín, Bolívar, Artigas y Martí.
ATLAS contó con el apoyo de importantes sectores gremiales y políticos latinoamericanos. Su basamento ideológico era la Tercera Posición, proyección de la doctrina justicialista al plano de las relaciones internacionales, y que significa la única alternativa de los pueblos a los designios de los poderes mundialistas.

Reportaje realizado en abril de 1998 en su departamento de Almagro. Alejandro Del Prado: Tanto Buenos Aires

El músico repasa su trayectoria artística mientras prepara los temas de su próximo CD

A los dieciseis años acompañaba con la guitarra a Osvaldo Ardizzone, periodista y poeta, recitador de temas propios y ajenos. Corría 1970 cuando llegó hasta sus manos una nota que el destacado redactor había hecho para la revista deportiva donde trabajaba. Ardizzone ponía lirismo, vuelo, humor y filosofía de estaño en sus escritos. Alejandro del Prado comenzó a ponerles música.
“Cantámela otra vez, pibe”, reiteraba de manera incesante el Viejo con su voz de cafetín. Ahí nació una amistad, personal y artística, que se extendió hasta la muerte del bardo. “Yo sigo estando con él, porque le he puesto música ahora mismo, a letras suyas ”, dice. Y recuerda el debut, al año siguiente, guiado por maestro.
Poco después, frecuentaría otros escenarios, entre ellos el café-concert La Fusa, con el mismo Ardizzone, el grupo Saloma y Roberto Perez Precci, bandeonista de la orquesta de Osvaldo Fresedo.

CANTO Y TRABAJO

Saloma es de noviembre del ‘74. “El nombre espantoso es de Raúl Carnota, él tiene la culpa. Nos lo cedió”. Saloma es una palabra castellana y significa canto que acompaña al trabajo. Los integrantes se conocieron tocando en cruceros turísticos. Cristina Ghione, Jorge Santiago, Hugo Romero y del Prado formaban un cuarteto compacto y organizado en lo laboral, donde la única estrella era la música.
“A mí me interesaba lo que hacían. Había una práctica vocal linda donde hacíamos negro spirituals, folklore y cosas tradicionales, hasta que empezaron a pintar los temas más urbanos”, recuerda del Prado.

“Eramos un grupo vocal, instrumental. Batería, teclado, dos guitarras, flauta. Los cuatro cantábamos. Saloma sonaba mejor en vivo que en el disco. Fue un laburo interesante y en ese momento, de resistencia”. La sombra de la dictadura se erguía en el horizonte.
Saloma duró formalmente poco más de cuatro años. Editaron un LP con el mismo nombre (1979) por el sello Tenneesse. Cuatro de las letras correspondieron a un poeta joven, Jorge Alejandro Boccanera. En algún momento, contaron como músicos invitados a Daniel Binelli, Alejandro Santos y Osvaldo Avena.
Canto urbano contemporáneo, aires de tango, cadencias de milonga, influencias de ritmos latinoamericanos, letras inspiradas con idioma actual y potencia evocadora.
Eso fue Saloma.

POR MIS COMPAÑEROS

En el ‘81, este porteño nacido en Villa Real, hijo del dibujante Calé, partió hacia México. “Yo me fui a visitar a los exiliados, porque había mucha gente que era importante y la quería ver. Gente que eran fundamentales acá. Quería ver a Cacho Constantini, Zitarrosa -del que fui guitarrista en el ‘85- y a otros. Por Boccanera conocí a Silvio Rodríguez, quien hizo copias del disco de Saloma en Cuba”.
De ese época es el LP Dejo constancia. La totalidad de las letras corresponden a Boccanera. La producción corrió por cuenta de Lito Nebbia quien vivía en la capital azteca.
“Creo que Dejo constancia fue la primera o segunda producción del sello Melopea, si la primera no fue un disco de Manolo Juárez”. En Argentina apareció bajo el sello Interdisc.
Alejandro del Prado caracteriza a Dejo constancia como un disco de poesía, una obra cerrada: “cerrada por el estudio, por México, por la poesía, por el lenguaje, por el color”.
“Acá tuvo difusión y tuvo como cosa que yo levantaba como original, una canción sobre texto de un poeta vivo, un poeta joven y vivo y también la cuestión de juntar a Lito Nebbia con Silvio Rodríguez, el tango y la poesía. Me preparé mucho y aprendí mucho. Lo quiero mucho a ese disco”.
El arte de tapa corrió por cuenta de Jorge Posari, un argentino que también estaba en México. Convergieron en la placa, Daniel Binelli, Caíto, Poncho Martínez - un músico méxicano- y Ponchito, el hijo, en flauta. Silvio Rodríguez cantó Qué cazador.
“Entre Lito y yo tocamos todo, piano, batería, guitarras, fue muy divertido. Recuerdo:
Lluvia, somos dos extranjeros, tu nombre es como el mío es una travesía, un dembular por puertas cerradas para siempre. Es de Jorge (Boccanera) y yo le había hecho un tango piazzoliano atrás”.

TANGOS, MURGAS Y MILONGAS

El tema Los Locos de Buenos Aires fue creado en marzo del ‘82, en México, mientras en Buenos Aires aparecía Dejo Constancia. “Algunos son personajes reales y los otros... también. A los otros los conocí después. Muchos quedaron en el tintero. Anoté muchos que después no incluí. El poeta-periodista sería Ardizzone, Juan Gelman o todos. Era la época de Malvinas y ahí entré en crisis, estando en México”.
Con cierto pudor relata: “la clave del tema Los locos.... es que estuvo hecha con un sincero afecto, un amor muy decidido. Ojalá pudiera amarlos así otra vez, decía yo. Allá la cantaba y los muchachos deliraban. Y yo no le veía nada especial. No decía: ‘escuchá que tema’. Además me parecía largo y el estribillo me parecía comercial. Después la aprendí a querer”.
Cuando sale el disco Los locos de Buenos Aires, lo subtitula tangos, murgas y milongas.
Explica que “todo eso fue porque no podía definirlo en un concepto. Cuando te piden una definición no la podés hacer y entonces definí por géneros. La murga es el pariente que falta entre el tango y la milonga”.
El LP que lleva por título el tema más difundido de Alejandro del Prado, fue grabado por Interdisc en 1983 y apareció dos años más tarde.

FOTOS DE UNA CIUDAD

Con temas de Dejo Constancia y Los Locos de Buenos Aires, la grabadora armó un compacto, Fotos de una ciudad, el único que tuvo editado, por lo menos hasta estos días, cuando se dispone a grabar un nuevo trabajo.
“Salió cuando estaba en México, lo reeditaron y me dijeron en algunos lugares que se había vendido. Hubo varias reediciones de los discos anteriores. Yo me quedé caliente con que no se habían entendido las canciones. No el mensaje, sino la onda que habíamos puesto. Me sentí un boludo. Entonces me pregunté que estuve haciendo”.
Los días que vinieron fueron de nuevas partidas y nuevos regresos. La pregunta es inevitable. “Sobreviví. Tipo el hombre-araña. Me fui varias veces del país. Trabajé afuera. Tocando. En fútbol, laburé en las divisiones inferiores de Argentinos Juniors como preparador físico. Trabajé en escuelitas, donde también hice canciones y donde tengo recuerdos bárbaros. Una escuelita era de curas, gratuita, en Villa Soldati”.
En España acompañó a otros músicos. Fue albañil. Y capataz de obra. Tenía a cargo, cuenta, a unos obreros marroquíes a los que hacía cantar trabajando -salomar-, después de tararearles alguna de sus melodías.
“También hice la banda sonora de la película, Billetes, Billetes, de Martín Schor y la música para un ciclo de Sergio Renán en ATC. Siempre que estoy por naufragar aparece algo”.
Del Prado cuenta que hasta llegó a pensar en dejar la música, que hace tres dias que no agarra la guitarra y que por eso “el ambiente está medio tenso”.
Es una tarde otoñal y está rodeado de cosas que ama: libros, muebles, instrumentos, casettes, sonidos. El caos que precede a la creación, desde su departamento en Almagro.
De España vuelve en el ‘93. “Escucho Matador, de los Cadillac y digo: esto es murga. Empiezo a ver las ondas de tango que hay, y comienzo a recibir, como algunos muchachos toman eso. Y me empiezan a decir que hace como diez años que no grabo. Y me tiraron dardos sobre el Tanguito de Almendra. Porque en su momento no se sabía si era un tango cómico o si era el tango de un rockero. Era el tango de un tanguero. Nunca me gustó eso de ser nuevo, de ser el mejor o de ser original. Son títulos que te estrellan. La gloria es tocar”, declara.

TRABAJANDO PARA LA MISMA IDEA

Hoy, Alejandro del Prado está preparando un nuevo larga duración. Seleccionando material de unos treinta temas, de los que tal vez quedaran diez. Hay canciones del año ‘79, del ‘83, del ‘86 y temas nuevos. Menciona que no puede decir el nombre del sello grabador, “pero no por cábala o cosas por el estilo, sino por que estamos en las preliminares. He tenido varias ofertas, pero este sello me da la oportunidad de tener buena difusión”.
Con respecto al contenido de la obra manifiesta que “estamos haciendo los mismo de siempre, pero con una mejor síntesis o con la visión de ahora, más simple. Siempre estuve trabajando para la misma idea, para tratar, alguna vez, de hacerla bien. Y lo político ahora es deliberado. No partidista, porque soy más cristiano. El comunismo cayó. Pero el fascismo, no. Cuidado. Son luchas de la humanidad por llegar todos a lo mismo”. Y concluye: “ahora lo que quiero es que salga el disco”.

jueves, 28 de mayo de 2009

MEDICINA INDÍGENA Y POPULAR EN AMÉRICA LATINA: AYAHUASCA, LA PLANTA MAESTRA

La conocen y utilizan los indígenas del norte de América del Sur, en la región del Alto Amazonas que abarca a enormes zonas de Brasil, Perú, Colombia y Ecuador.
La curiosidad, madre del conocimiento, puso en marcha a este cronista, en el camino de las propiedades de un preparado, conocido como yajé o ayahuasca.
La curiosidad se cruzó con la casualidad y así, el cronista pudo ubicar en la ciudad de Buenos Aires, gracias a la Lic. Silvia Polivoy, a uno de los especialistas que más han ahondado en su estudio, el antropólogo Luis Eduardo Luna, en un breve interregno del seminario sobre “Religiones Populares y Eticidad” realizado en la Biblioteca Nacional,
El término ayahuasca proviene del quechua, aya: espíritu, huasca, liana (la liana de los muertos o de los ancestros) y es la bebida que surge de un preparado en base de dos plantas, la banisteriopsis caapi y la psychotria viridis y en algunas regiones, entre Colombia y Ecuador entre la banisteriopsis caapi y la diplopterus cabrerana.
El primer contacto del antropólogo con yajé se produce en 1971, en su país natal, Colombia, a partir del encuentro con el etnobotánico e inclasificable pensador Terence Mc Kenna, quien buscaba a la planta maestra en la Amazonia colombiana, área Huitoto y había llegado a la región del Caquetá, de donde Luna es originario.
Poco después, Luna esperaría día tras día, que el indio Apolinaga, a quien conocía de chico y que abandonaba la selva para dirigirse al poblado de vez en cuando, llegara a una pensión. El día por fin llegó. Por boca de Apolinaga, indio yajesero, se vió confrontado, relata, con la visión indígena de la planta.
Desde el punto de vista botánico y farmacológico, explica el profesional, la banisteriopsis caapi es un bejuco o liana y contiene tres alcaloides: armina, armalina y tetrahidroarmina, que son inhibidores de monominaoxidasa.
Las plantas que se le añaden, diplopterus cabrerana o psychotria viridis, contienen en común la dimetiltriptomina. La diplopterus cabrerana es una malvigeácea, al igual que banisteriopsis caapi, mientras que la psychotria viridis es una rubiácea.
El área primaria u original de las plantas es entre Acre (noroeste de Brasil) y la región del Ucayali o Huallaga en Perú, pero no se sabe cuando fue llevada a las tierras bajas en el Chocón colombiano. Estas plantas se cultivan en todo Brasil, adoptadas por tres líneas doctrinales cristianas mezcladas con elementos paganos (sincretismo).
La combinación de las dos plantas, hace que la dimiltriptomina pase la barrera del cerebro y tenga acción en el sistema nervioso central.
“Esto desde el punto de vista farmacológico es un descubrimiento genial” se entusiasma Luna, quien señala que no hay datos arqueológicos para pensar que las tribus indígenas utilizaron ayahuasca. Las fuentes más antiguas son de 1830, quizás de 1700 y pico, según crónicas de un misionero. Sin embargo en la mitología popular peruana, se atribuye el descubrimiento de ayahuasca a los incas, aunque no hay evidencia concreta al respecto.

Los usos de la ayahuasca

Las propiedades de yajé tienen efectos en varios niveles. En un nivel físico, es “altamente visionaria” (al Dr. Luna la palabra alucinógeno le parece muy etnocéntrica, esto es, un prejuicio de determinada cultura hacia otra). La ayahuasca se caracteriza por producir fenómenos tanto visuales como auditivos muy fuertes, muy claros, que son interpretados culturalmente de acuerdo a cada grupo étnico.
Pero las betacarboninas de la banisteriopsis caapi producen otras consecuencias. “Por un lado es un purgativo. Causa diarrea, vómitos, es un excelente antiparasitario, incluso tiene acción externa en heridas”., “Entre los indios jíbaros”, cuenta el antropólogo, “lo llaman na-tem (significa medicina) y resalta que esta idea de la medicina, de la ayahuasca como medicina general está bastante difundida en la Amazonia”.
Cabe mencionar que en este sentido, la ayahuasca se está experimentando para curar adicciones a la heroína, a la cocaína y al alcohol
Asimismo, ya en otro nivel, sirve de herramienta de investigacion científica. ¿Cómo? Luis Eduardo Luna responde que en base a datos etnográficos, se obtienen diversos usos: “desde usos totalmente prácticos, por ejemplo, grupos indígenas que lo utilizan para conocer el mundo natural, para investigar las propiedades de la plantas, para visualizar los animales antes de cazarlos, hasta diagnósticos de enfermedades y contacto con el mundo espiritual, lo que subyace al epifenómeno del que participamos cada día. No es una cuestión mágica o telepática. De alguna manera se sensibilizan colectivamente para determinar donde están los animales. Ese sería el uso etnográfico”.
La aplicación en el plano religioso tampoco no es ajena a la ayahuasca. Ello sucede actualmente en ciertas iglesias del Brasil, como la Uniao do Vegetal, donde el yajé es considerado como sacramento, especie de eucaristía -el cuerpo y la sangre de Cristo- por la cual se entra en contacto directo con la divinidad y en ese sentido abriría espacios de comunicación con el mundo religioso.
El investigador menciona el caso de Alex Polari, escritor, poeta, ex-guerrillero y líder de una de las tres vertientes religiosas del sincretismo cristiano que utilizan yajé en Brasil, donde -dicho sea de paso- su uso es legal. En su libro “Ayahuasca”, Polari testimonia su experiencia con la bebida.
Con respecto a tercer nivel de utilización, el artístico, Luna expone que hay miembros de estas sectas o incluso chamanes o personas que han estado ligadas de alguna manera con el ayahuasca, que lo utilizan como fuente de inspiración tanto pictórica como musical y literaria. “Yo estoy preparando una antología, junto con un investigador de la Universidad de St. Lawrence, de Nueva York, titulado “Ayahuasca Rider”, donde recogemos tanto narrativas indígenas como también relatos de viajeros, misioneros, o fragmentos de algunas novelas (entre ellas, Jugando en los campos del Señor, de Peter Matisen)”.

Herramienta terapéutica

El área terapéutica reviste un “enorme interés”, asegura el estudioso. El norteamericano Binkelman llama a esta clase de sustancia psicointegradora. “Abre áreas interiores, emocionales -recuerdos, relaciones que no estaban claras, aspectos de la propia vida- que por el hecho de dar una nueva perspectiva es altamente terapéutica”, enfatiza el antropólogo.
En cuanto al tratamiento de enfermedades psicosomáticas, “que es una de las áreas donde los chamanes trabajan, desde el punto de vista ‘occidental’ una dolencia puede ser, por ejemplo, una artitris, pero desde el punto de vista ‘nativo” -no como indígena sino de la persona que va allí- es interpretado como brujería o que puede pensar que es brujería (daño, trabajo)”, explica Luis Luna, “y la persona, al tomar ayahuasca, con ayuda del chaman o el guía, de repente puede encontrar la causa de la enfermedad, no la causa inmediata, sino la más profunda, que pueden ser relaciones sociales, algún conflicto con vecino, con un pariente (envidias) lo que va a ayudar calmar la ansiedad y por lo tanto a curarla, porque muchas veces pensamos que lo que sucede es que se desencadenan procesos del propio sistema inmunólogico que están muy ligados a lo que pensamos”.

Apropiación vs. medicina popular

“Existe un interés de los laboratorios multinacionales en patentar el yajé: fue un americano, Lawrence Miller, quien patentó el uso de banisteriopsis caapi para la depresión y claro, esto generó una cantidad de protestas en Amazonia, entre los indígenas, porque justamente ellos dijeron que es como querer patentar la eucaristía, porque para ellos es un sacramento, un contacto con la divinidad, entonces, resulta absurdo. Aquí más bien nos metemos en el tema de la inmoralidad de empresas extranjeras de llegar a América, hasta cualquier grupo tradicional, a patentar lo que no es de ellos, lo que no han descubierto ellos. Estos son saberes tradicionales, comunitarios y quieren apropiarse ellos para fines económicos. Es una apropiación de conocimientos tradicionales, conocimientos que no tienen patente. Lo preocupante es que este tipo de plantas que son empleadas con máximo respeto en una situación ritual, que se saquen de contexto y luego se las utilice de manera frívola, recreativa, sin ningún respeto, siguiendo patrones lúdicos occidentales.
Hay un ejemplo bien típico, hay una planta “sangre degrado” que es utilizada en Ecuador, en la medicina popular, como antiviral, para infecciones internas y externas. Llegó una compañía farmacéutica americana y se dio cuenta de las posibilidades. Devastaron Ecuador, de tal manera que se llevaron cientos de miles de plantas, era planta que en parte crecía en forma silvestre y en parte se cultivaba pero no para sostener la demanda de una gran multinacional. La planta prácticamente desapareció. Una persona que tiene una herida ya no la puede encontrar. No existe respeto al ecosistema y al medio cultural. Tampoco un respeto mínimo a la propiedad intelectual de los descubridores tradicionales de esto, que es de propiedad colectiva”.

Ayahuasca y chamanismo

En el fenómeno denominado chamanismo, confluyen ciencia curativa y religiosidad.
Antiguo y universal, aunque desvalorizado por prejuicios culturales, el núcleo del chamanismo es la noción de que durante estados inusuales de la conciencia, se pueden realizar aventuras visionarias que implican, casi siempre, un viaje a otras regiones de la realidad. El chamán (o shaman) -palabra de origen tunguco-manchuriano que podría traducirse como “aquel que sabe”- es quien sabe curar a sí mismo y a otros. En la temática de ayahuasca, también aparece la figura del chaman. Para las etnias ayahuasqueras es quien guía el contacto con esa otra realidad, subyacente a la realidad de todos los días y por otro lado, guía interior, hacia adentro, hacia la persona. Con el yajé es fundamental que alguien, chamán o guía experto, ayude y oriente la experiencia.

Psicología transpersonal

El chamanismo y la utilización de sustancias psicoactivadoras son tópicos corrientes en la psicología transpersonal. Fundada por el psiquiatra checo Stanislaw Grof en los años ‘60, ésta, a su vez, integra el llamado “nuevo paradigma” de las ciencias.

Identidad y conocimiento

En algunas etnias, el yajé contribuye a la reafirmación de la identidad. La persistencia de la identidad cultural en el tiempo y el espacio se construye alrededor de la significación de la ayahuasca. Son ayahuasqueros. Ustedes leen libros, nosotros aprendemos con el yajé, dicen. Confrontan a la planta con el otro. Esto se da en ciertas tribus como los campsá. Ustedes tienen que leer las cosas para aprende, nosotros las vivimos a través del yajé. dad.
Entre los aguaruna, en Perú, los ancianos están muy preocupados con los jóvenes, porque aprenden a leer y escribir y eso les da conocimiento, pero no tienen sabiduría, que les da ayahuasca.

Nuevas direcciones del pensamiento

“Un nivel que yo quisiera desarrollar y que no se ha hecho hasta ahora con ayahuasca. que es utilizar estas plantas para resolver problemas, como instrumento para cosas concretas: en medios científicos, en la psicología, biología, medicina. Ver en estados modificados de conciencia es como una especie de realidad virtual. Tiene que haber una transferencia de tecnología, no solo en el sentido de saber cuales son las plantas que se utilizan sino saber como se manejan esas plantas, porque hay ciertas técnicas para guiar esos estados modificados de conciencia, a través del canto, a través de concentraciones, porque dan miedo. Sería como una herramienta cognoscitiva. Ese sería el campo futuro que me interesaría. Es uno de mis intereses”, reconoce el viajero. “Por el momento lo estoy presentando. En ciertos ámbitos hay una buena respuesta. Farmacólogos, neuroquímicos, a estas personas les interesa. Están los avances desde el punto de la farmacología y de la neuroquímica, de lo que pueden hacer estas moléculas en el cerebro, en los receptores...Se han encontrado ciertos paralelismos entre el efecto de ayahuasca con ciertas reacciones endógenas del organismo relacionados con sueño/vigilia. Por otro lado, vengo con mi bagaje antropólogico, mi experiencia con chamanes. Pienso que puede darse una cooperación fructífera”.

Luis Eduardo Luna. Una vida al servicio de la investigación y la docencia

Luis Eduardo Luna, 50 años, tres hijos, oriundo de Caquetá, región del Amazonas colombiano, es antropólogo y doctor en Religiones Comparadas por la Universidad de Estocolmo, Suecia.
Autor de los libros “Vegetalismo; Chamanismo entre la población mestiza del Amazonas Peruano” y “Ayahuasca Visions: The Religious Iconography of a Peruvian Shaman”, de dos películas de cine etnográfico y de una compilación magnetofónica de icaros (canciones mágicas) entre los ayahuasqueros peruanos. 
Es asociado al Museo Botánico de la Universidad de Harvard y es miembro de la Sociedad Linneo de Londres. Ejerce la docencia en la Universidad Federal de Santa Catarina, Brasil.
Junto a las psicólogas argentinas Silvia Polivoy y Ana María Aguirre conformó el Grupo Entheos (investigación y desarrollo de técnicas para los estados no ordinarios de conciencia).