martes, 9 de junio de 2009

PRIMERO DE MAYO DE 1982 - MARCELO SPERANZA

1° DE MAYO DE 1982


In memoriam de Eduardo” Pituso” De Ibáñez, caído en Malvinas




En el sur del sur, en las heladas aguas del sur
yace el cuerpo del héroe muerto.
En pocos minutos más, la boca del Atlante
devorará a él y a su compañero,
engulléndolos en el vientre de la noche.


Ya el día se oculta.
Y ha sido un día inclemente,
surcado de motores trepidantes,
fuselajes agujereados y espectrales misiles.


Es la hora de la muerte, la que no dice palabra,
la que no tiene boca entre algas carcomidas.
(¡Ay, Patria! Por vos, oscura sangre,
se regaron montañas, llanos y mares de flores azulinas,
lágrimas y estertores).


Vengan hermanos:
¿no ven como brilla el cuerpo del héroe en el océano?
¿no ven la luz brotar del centauro?


Halo que rompe la tiniebla y llega al presente,
aclarando el horizonte,
fijando un rumbo que siempre será el sur.


El sur es el norte de la Patria.

POEMAS DE SOL NEGRO

TANGO


¿adónde se pianta
lo que se nos pianta ?
¿hacia qué agujero
aljibe del alma se nos va
sin sospecharlo ?
¿por dónde se mete
la gruesa lluvia
que derramamos?

villa bosch almagro la boca
mago-cantor sin mal

¿dónde se piantan aquellas cartas,
esa voz,
los cabellos de mamá ?

estampa de cantor
triste triste triste
máquina sin fin
de cuadernos
quejumbrosos

MEDIODÍA EN TORRE D’ORSAIA

más fecundo en delirio que cerrojo
más bordado de oro que espolón de Sirio
más festejado que vasto costado de aureola con alas
más desollado que buey dorio
y no fue así nunca fue así

oráculo favorable pese al día infausto
imprecaciones al dios de los campos:
¡que él y los suyos desenterrados sean
y dispersas las cenizas!
¡que íncubos descubran
la copa de zafiro y beban la delicia !

dioses intermedios o aéreos acudan
a un pueblo inclinado
-mediodía detenido en Torre D’Orsaia-
entre mieles, vino añejo y bajamar

ADVIENTO

en el hueco del ascensor duerme el ángel
(¿se habrá posado luego de la plegaria?)
lobos acechan
padre descansa
(tiempo-en-que-otoño
se desgañita en advenirnos
un silencio de asesinos)

herodes
nos envía al desierto
lobos acechan en silencio
(o ellos duermen cercanos a Babilonia ?)

no olviden esos días
cada sangre acunando en soledad
cruzando las líneas enemigas

...y el Hijo

ORACIÓN

¿para qué escribir
si las campanas no repican,
si los sonidos vuelven a cada latido,
si en esta noche los ángeles no velan por mí ?
¿para qué seguir anotando en sueños
los verbos que no pronunciaré
hasta que la mañana huela a violetas ?
¿para qué desesperar
si lo que tiene que venir vendrá,
si la zozobra que duramente soportamos
se convertirá en ceniza aguacero cieno,
desvencijada madrugada,
digna edificación
del paraíso perdido?

Por esos días de piedra,
degradados,
sortilegio del pan de la locura,

oremos,
imploremos,
para que pasen
sin premio ni castigo.

viernes, 5 de junio de 2009

EL MOVIMIENTO OBRERO EN LA DÉCADA INFAME - MARCELO SPERANZA

AVANCES Y RETROCESOS DE LA CLASE TRABAJADORA NACIONAL

CREACION DE LA CGT

La historia del movimiento de los trabajadores en la Argentina tiene, además de héroes y mártires, varias siglas, producto de sus acercamientos y divisiones: FOA (Federación Obrera Argentina, 1901), UGT (Unión General de Trabajadores, 1903), FORA (Federación Obrera Regional Argentina, 1904), CORA (Confederación Obrera Regional Argentina, 1909), FORA-V Congreso, 1915, FORA- IX Congreso, 1915, USA (Unión Sindical Argentina, 1922) y COA (Confederación Obrera Argentina).
Sin embargo, la unidad sindical en una central será una preocupación permanente del movimiento obrero argentino. Los congresos sindicales de la época registran como uno de los temas prioritarios en el orden del día, el problema de la unidad obrera.
A partir de la fusión de la USA, COA y sindicatos autónomos, se creará, un 27 de septiembre de 1930, pocas semanas después de la interrupción del orden constitucional y sin dudas urgido por el comienzo de la represión sistemática, la Confederación General del Trabajo (CGT), cuyo Congreso Constituyente recién se reunirá entre el 31 de marzo y el 2 de abril de 1936 para constituirla formalmente.
No participaron de la fundación de la Central: los anarquistas de la FORA, que rechazan la idea, los comunistas -que aspiraban a fundar una central que les respondiese- y un sector del socialismo encabezado por Perez Leirós (Obreros y Empleados Municipales de la Ciudad de Buenos Aires).
El nombre de la organización fue tomado de su homónima francesa, de tendencia sindicalista revolucionaria, como la Unión Sindical Argentina (USA).
Desde el punto de vista ideológico, la CGT unificó a socialistas y sindicalistas, una tendencia reformista -por lo menos aquí en la Argentina- que luchaba por mejorar la condición laboral pero que nunca se planteó seriamente la abolición del capitalismo. El sindicalismo, más pragmático, se centró en las huelgas reinvindicativas y fue el que predominó en la Central.
En su Programa Mínimo (1931), la CGT manifestó las demandas de la clase obrera: reconocimiento de los sindicatos, jornada laboral de 8 horas con 5 cinco de trabajo semanal, seguro por desocupación, vejez y maternidad, protección a la niñez, construcción de viviendas, fijación de alquileres por parte del Estado.
La nueva central reunió inicialamente 124.500 miembros: 90.000 aportados por la COA, 14.000 por la USA, 10.000 por los tranviarios, 2000 por los telefónicos y 7.500 por los estatales.

EL PRIMER COMITE CENTRAL DE LA CGT

Secretario General: Luis Cerruti
Prosecreatario: Alejandro Silvetti
Tesorero: Andrés Cabona
Protesorero: José Negri
Vocales: Abraham Resnik
Segundo Ortiz
José Milani
Luis González
Ceferino López
Antonio Melani

Uno de los antecedentes más relevantes de la creación de la CGT fue una iniciativa de la FOPA (Federación Obrera Poligráfica Argentina), organización sindical creada el 8 de julio de 1927 de la que participaban gráficos y en la que coexistían socialistas como Pedro González Porcel, comunistas como Manuel Punyet Alberti y sindicalistas como Sebastián Marotta, quien afirmaría:

“Con la desocupación obrera total en unos casos, parcial en otros, el movimiento sindical que estaba resentido por luchas internas agudizadas en su última década, había venido a menos”.

Marotta, Sebastián. El movimiento sindical argentino, Buenos Aires, Editorial Palomino, 1970.

Del Congreso Constitutivo de FOPA fueron protagonistas el mencionado González Porcel, González Maseda, Constantino Pérez Alcouce, Raúl Alcerboni y Juan Erneta por la Federación Gráfica Bonaerense; José Pruneda, por el Sindicato de Artes Gráficas de Mendoza; Francisco Mónaco, por la Unión Gráfica Rosarina; Abraham Sánchez Ríos, por Sociedad de Artes Gráficos de Sgo. del Estero; Shablinsky, por la Sociedad Tipográfica de Resistencia Gutenberg, de Jujuy; y Constantino Rúgilo, por el Sindicato de Artes Gráficas de Córdoba.
Uno de los objetivos de la Federación fue reunir a los trabajadores argentinos
dejando de lado las diferencias para “responder a la ofensiva capitalista”.
En una declaración la FOPA sostenía: "En estas circunstancias toda división constituye un verdadero crimen contra los intereses proletarios, en beneficio exclusivo de la clase capitalista" y convocaba a hacer "todos los esfuerzos para unir en un solo organismo nacional a todos los explotados por el régimen burgués y capitalista en la región argentina".
Este Congreso Fundacional encargaba al Comité Central de la organización nacional de los gráficos gestionar ante la COA, la FORA, la USA y los sindicatos autónomos, la unificación del movimiento sindical.
El Comité Central de la FOPA estaba constituido por Pedro González Porcel (secretario general), Sebastián Marotta (prosecretario), Raúl Acerboni (secretario de Actas), Severiano Alvarez (tesorero) y Manuel Punyet Alberti (protesorero). Eran vocales: Salvador Gómez, Luciano Ruvetti, Juan Erneta y Arnaldo Gadea Espí; vocales suplentes: Higinio Rivas y Luis Magrassi; revisores de cuentas: J. Morelos, E. Molina y D. Torres.
Fueron meses de intensas deliberaciones, a las que se plegaron la USA y la COA y sindicatos autónomos, los que luego dieron origen a la Confederación General del Trabajo.
No se puede dejar de mencionar, asimismo, la creación en la década del 10 del primer sindicato de rama de alcance nacional, la Federación Obrera Marítima (FOM) y de la Federación Obrera Ferrocarrilera (FOF) en 1912 -rebautizada como Unión Ferroviaria en 1922- porque también serán jalones que, como la formación de la Confederación General del Trabajo (CGT), se generalizarían durante toda la década del 30 dando al movimiento obrero un fuerza que se consolidaría con el tiempo.
Será la Confederación Ferroviaria -liderada por socialistas cercanos a la corriente sindicalista- la que presiona en forma dura y finalmente obtiene el consenso suficiente para crear la CGT.
Ello es herencia de la corriente sindicalista revolucionaria que proponía como forma básica de organización sindical la federación por rama de industria o de actividad y el sindicato de rama, es decir, grandes estructuras capaces de negociar con las cámaras empresarias y el Estado.
Al generalizarse los sindicatos por rama de actividad se modificó totalmente la estructura sindical. Hubo menos cantidad de sindicatos pero más cohesionados y con mayor cantidad de afiliados, a diferencia de la dispersión en gran cantidad de organizaciones por oficio y por especialidad, base de la FORA.
El surgimiento de la CGT no hizo más que plasmar en la Argentina lo que estaba sucediendo en el sindicalismo a nivel mundial. La mayoría de los sindicatos de la CGT estaban organizados por rama de industria o actividad.
En cuanto a su naturaleza, algunos estudiosos del período como Cornblit opinan que un rasgo fundamental era su proclividad a la conciliación y no a la confrontación.
En 1930, como se mencionó, se crea la CGT. En 1935, tiene 280.000 afiliados. En 1940, 300.000; en 1945, 500.000.
Pese a la represión y a la actitud prescindente de la central única hay importantes huelgas: frigoríficos (1932); peones rurales de La Forestal (1934), obreros de la construcción (1936) y del puerto (1943), entre otras, casi todas iniciadas por los respectivos gremios.
La CGT tiene un pecado de origen: en su primera declaración, apoya al gobierno del golpista Uriburu, ignorando la violencia ejercida por la dictadura militar contra los sectores obreros más combativos.
Es una central obrera espectadora y no protagonista. Tampoco es participativa y mucho menos, democrática. Su Comisión Directiva no convoca ni al Comité Central Confederal ni a congresos ordinarios. No llama a elecciones.
Dijimos que es el resultado del acuerdo de dos corrientes, la socialista (COA) y la sindicalista (USA). A esto hay que agregar que en la base de la unificación subyacía el principio de prescindencia sindical respecto a los partidos políticos, lo que más tarde traerá escisiones.
Esa situación siguió hasta 1935, en la que un grupo de sindicatos (Unión Ferroviaria, La Fraternidad, Confederación de Empleados de Comercio, Unión Obreros y Empleados Municipales y ATE), conducidos por socialistas y comunistas dan un golpe de fuerza para cambiar el rumbo. Toman la sede de la CGT por asalto un 12 de diciembre y asumen la dirección provisoria.
Designan una nueva conducción con el objeto de que convoque a la brevedad a un Congreso Confederal.
Disconformes con la medida, otro grupo de sindicatos constituye una CGT paralela, la CGT-Catamarca, porque su domicilio es la calle Catamarca al 577, en el barrio de Balvanera, sede de la Federación de Obreros y Empleados Telefónicos.
La conforman, además de los Telefónicos, la Federación Obrera Marítima, Federación de Oficiales de la Marina Mercante, Asociación de Trabajadores de la Comuna, Unión Obrera del Mimbre y Sindicato de Obreros Pasteleros.
Dos años más tarde, estas organizaciones reconstruirán la Unión Sindical Argentina (USA), sosteniendo el principio de la independencia gremial frente a los partidos.

CONGRESO CONSTITUYENTE DE LA CGT

La otra CGT, denominada CGT-Independencia, cuenta con la mayoría de los trabajadores sindicalizados -cerca de 200.000, de los cuales el 43,2 % son afiliados a la Unión Ferroviaria- y realiza un Congreso Constituyente en el 31 de marzo y el 1º y 2 de abril de 1936 que elige autoridades.
Como secretario general es designado José Domenech (Unión Ferroviaria) . En la Comisión Directiva están Angel Borlenghi (Empleados de Comercio), luego ministro del Interior del primer peronismo y un sindicalista “amarillo” como Francisco Pérez Leirós, en representación de la UOEM (Municipales de Capital Federal).
Es interesante conocer el Preámbulo de los Estatutos de la CGT, que entre sus resoluciones sostiene:

“Que el actual régimen social capitalista, fundado en la propiedad privada de los medios de producción y de cambio, es para la clase trabajadora una permanente causa de explotación, injusticia y miseria.
Que la evolución de la sociedad capitalista puede ser acelerada por la clase trabajadora, teniendo en ésta también un modo de evidenciar su importancia social, técnica y económica, y de acentuar su influencia en el gobierno de los intereses colectivos.
Que los antagonismos existentes en la sociedad capitalista obligan al proletariado a organizarse para defender sus intereses de clase y preparar su emancipación, creando un nuevo régimen social fundado en la propiedad colectiva de los medios de producción y de cambio.
Sin excluir ningún medio eficaz de lucha, la Confederación Generar del Trabajo llama a la clase trabajadora a organizarse en terreno sindical para conquistar, desde luego, mejores condiciones de trabajo y remuneración, hacerse respetar por la clase patronal y bregar por la completa emancipación del pueblo productor de acuerdo con el siguiente Estatuto”.

Secretaría de Asuntos Económicos: Producto e impreso de la República Argentina (1935-1954). Buenos Aires, 1955.

En el marco de las políticas fijadas por el Congreso Constitutivo, la CGT, en una actitud que no reconoce antecedentes, con motivo de rememorarse el 1º de Mayo, asume la misión de unir a sectores populares, convocando a los partidos Socialista, UCR, Demócrata Progresista y Comunista y al movimiento estudiantil a compartir un acto.
El resultado fue una manifestación que convocó a casi 200.000 personas y en el que hablaron José Domenech por la CGT, Arturo Frondizi, por el radicalismo, Lisandro de la Torre, por el PDP y Mario Bravo, por el Partido Socialista. Por primera vez en un 1º de Mayo se entonó el himno nacional.
En su discurso, el senador Lisandro de la Torre, definía el sentido del acto diciendo: "Este mitin formidable de ciudadanos libres se propone ratificar el repudio de la política gubernamental que ha endeudado la economía a los monopolios extranjeros".
Cerrando el acto, el senador socialista Mario Bravo expresó: "Como homenaje a la Nación entera y como explicación de la conjunción de fuerzas que aquí se realiza, ha sido ejecutado el himno nacional, porque el movimiento que se inicia en la fecha no puede tener otro destino que la defensa de la Nación, de sus intereses, sus riquezas y sus principios hoy alterados. La unión solidaria de las fuerzas aquí presentes, la reunión de hombres que han sido adversarios, es indispensable para impedir una nueva invasión inglesa. Pero para esta empresa no basta reunirse en la plaza o levantar el puño: es necesario crear fuerza, afianzar los sindicatos, crear los organismos de lucha eficientes".

LA IMPRONTA DE LA ÉPOCA

Con el devenir de los años y desde el punto de vista del protagonismo alcanzado, esta conducción no va a ser muy distinta que la que reemplazó.
Los conflictos siguen siendo impulsados por los gremios y la central se limita a brindarles apoyo. La mayoría de ellos -si bien son tiempos de demanda de mano de obra- termina en derrota.
Es la corriente de la época que puede ser explica por varias razones: la actitud defensiva e inconsecuente de la dirección del movimiento obrero nucleado en la CGT; la inflexible línea patronal de no transigir con los sindicatos y como escenario de fondo, la feroz represión de las fuerzas de seguridad y los matones de la patronal contra cualquier acción sindical, lo que no deja demasiado margen de maniobra a los trabajadores o los conduce al economicismo como praxis cotidiana.
Por eso, la CGT de la Década Infame aparece debilitada y con poca base de sustentación.
En julio de 1939, pasados ya más de dos años del principal acontecimiento de lucha de la década como fue la huelga del gremio de la construcción (del que damos cuenta en un recuadro), se convoca al I Congreso Ordinario de la CGT.
El temario comprende cuestiones estrictamente gremiales -defensa de la ley 11.729 de indemnización por despido, trabajo de la mujer y los jóvenes, derogación de la ley de Residencia- y otras más generales, éstas relacionadas con la problemática de ese momento álgido de la historia, como es el furibundo antisemitismo, y la defensa del sistema democrático frente al avance imparable del nazismo y los regímenes totalitarios del nacionalismo imperialista.
Un gráfico, Juan Angel Erneta, secretario general de la Federación Gráfica Bonaerense y un dirigente de Empleado de Comercio, Angel G. Borlenghi, van a ocupar un lugar destacado en la campaña antifascista.
Comunistas y socialistas acuerdan con las propuestas, sin embargo, una vez firmado el pacto de no agresión entre la URSS y la Alemania de Hitler (el pacto Molotov-Ribbentrop), los militantes del PC no suscriben más declaraciones contra el nacionalsocialismo ni participan en las movilizaciones antinazis.
Por esta actitud son sancionados por la CGT, lo que ahonda aún más las divisiones y enfrentamientos. Por una dialéctica viciosa de causas y efectos, estas diferencias hacen que se postergue la convocatoria al Comité Central Confederal y el II Congreso Ordinario.
Pasarán tres años hasta que el 15 de diciembre de 1942 la CGT logra reunirse.
En la instancia de elección de autoridades, José Domenech se encuentra en minoría. Obtiene poco más de 60.000 votos contra los casi 120.000 que logra Borlenghi, sostenido por socialistas y comunistas.
El Comité Confederal, de junio de 1943 tiene en sus manos la elección de una nueva dirección. Esta vez triunfa la Lista nº 1, encabezada por Domenech (23 votos) frente a la Lista nº 2 de Pérez Leirós (22 votos).
El resultado produce una nueva división: la CGT Nº 1 y la CGT Nº 2.
El panorama es confuso, pues hay militantes sindicales que pertenecen organizaciones en ambas centrales. Componen la CGT Nº 1, la Unión Ferroviaria, la Unión Tranviarios Automotor y los cerveceros; a la CGT Nº 2, la conforman, entre otros gremios, la Federación Nacional de Obreros de la Construcción, La Fraternidad, Empleados de Comercio, la UOEM, el SOMU y los metalúrgicos.
Las causas de la confusión tal vez se resuman en dos: por un lado, el principio de autonomía frente a los partidos, además de la patronal y el Estado; por el otro, las posiciones frente a la guerra (neutralidad o adhesión al bando aliado)
La CGT Nº 1, liderada por un socialista como Doménech, mantenía a rajatabla el principio de autonomía sindicato-partido y era proclive a la neutralidad.
En la CGT Nº 2 preponderaban comunistas y socialistas: los límites entre las organizaciones sindicales y los partidos no estaban delimitados y se inclinaban por la ruptura de relaciones del gobierno con los países del Eje.

Resultado de las huelgas ocurridas en la Capital Federal
entre 1934 y 1943, por grupo de actividad

Grupo de actividad Ganadas Perdidas Transigidas Falta dato Total
Químicas 4 19 8 2 33
Confección 32 28 29 - 89
Construc. y Materiales 61 21 39 7 128
Madera 40 45 32 - 117
Metales 13 31 23 6 73
Textil 28 40 20 4 92
Alimentación 6 11 8 4 29
Gráficas, Prensa, Papel 10 13 5 9 37
Comercio, Bancos, Seguros 5 4 - 1 10
Transportes Terrestres 1 7 - - 8
Hostelería - - - 1 1
Electricidad, Gas, Agua - - - 2 2
Espectáculos Públicos - - - 2 2
Servicios Sanitarios 2 2 6 - 10
Transportes no terrestres
y Servicios Portuarios - - 1 - 1
202 221 171 38 632

LA HUELGA DE LOS TRABAJADORES DE LA CONSTRUCCION

Sin embargo, no todos son retrocesos. Tal vez a nivel de dirigencia, sí. Pero no en las bases. Una muestra de esta aserto es la contundente huelga del Sindicato de Obreros Albañiles, Cemento Armado y Anexos, una organización creada en febrero de 1935 por militantes comunistas con el fin de unir a los trabajadores de la actividad en un solo sindicato, lo que logran en 1938.
Recordemos que hasta ese momento, por una antigua concepción anarquista estaban organizados por oficios y que a cada oficio lo representaba un gremio: yeseros, picapedreros, electricistas, marmolistas, albañiles, etc.
La junta promotora inicia su actividad con la preparación de una huelga de albañiles y peones fijada para el 23 de octubre de 1935, que es acatada por el 95 % de los trabajadores, según el Departamento Nacional del Trabajo. Los anarquistas, que hasta ese momento controlaban varios de estos gremios de oficio, se habían pronunciado en contra de la medida.
La militancia comunista está sorprendida por el resultado.
Siguen adelante y sorteando el período de negociaciones, el 17 de octubre, en asamblea, deciden efectivizar la huelga. El 22 de octubre presentan un pliego de condiciones ante los empresarios.
Al día siguiente, da comienzo la huelga, que va a tener características atípicas para la década: en primer lugar, por estar dirigida por una corriente no predominante en el movimiento obrero; porque es violenta, violencia que dirige hacia el interior del gremio, atacando a los “carneros” y hacia fuera, contra la policía, dando al mismo tiempo, un claro mensaje a los matones contratados por la patronal; porque obligó a la mediación del Estado sin que ninguna de las partes lo solicitar, algo inusual para la época; por el apoyo popular que obtuvo mediante la apelación a la solidaridad de otros gremios y finalmente, porque consiguió el pasaje de la organización por oficio a la organización por rama.
Este último punto implicó un salto cualitativo enorme en el desarrollo de la clase trabajadora nacional, aunque sus resultados no fueron inmediatos sino que percibieron algún tiempo después, en 1938.
En cuanto a la cronología de los hechos, se plantearon así:
22 de octubre: presentación del pliego de condiciones.
En el pliego se exige el reconocimiento del sindicato, agremiación obligatoria de los trabajadores, fijación de salarios mínimos, jornada de ocho horas, descanso dominical, supresión de las horas extras (salvo casos de fuerza mayor), pago de viáticos en caso de tener que viajar fuera de la Capital, pago de accidente de trabajo a contar desde el día en que ocurrió, pago quincenal - durante las horas de trabajo y en el lugar de la obra-, pago especial en caso de suspensión por lluvia o falta de materiales, sindicato como único proveedor de personal, existencia de un delegado por obra, no admisión de despidos por causa injustificada y garantía contra las represalias a los que participaran de huelgas.
La patronal no responde directamente. Decide colocar comunicados en las obras donde acepta elevar el jornal a cuenta del aumento del costo de vida, pagar en forma quincenal y cumplir con la ley de accidente de trabajo vigente.
Celia Durruty consigna:

“El sindicato no cuestiona la magnitud de los salarios ofrecido, pero insiste en su propaganda en que toda mejora será ilusoria si no cuenta con una organización sindical que exija y vigile su cumplimiento”

Durruty, Celia. Clase obrera y peronismo. Córdoba. Editorial Pasado y Presente, 1969.

23 de octubre de 1935: inicio de la huelga. Al principio, los adherentes al paro son 15.000. Luego, en cuestión de semanas, llegan a 60.000. La Ciudad de Buenos Aires quedó paralizada. El paro se extiende a todo el país.
21 de noviembre: la Dirección Nacional del Trabajo interviene en el conflicto y cita a las partes a una reunión conjunta para alcanzar una solución. Con esta iniciativa se introduce una nueva pauta en las relaciones obrero-patronales, como lo señaló en esos días el diario La Nación. Hasta ese momento la patronal no había tomado contacto con el sindicato al que se negaba a reconocer.
La huelga continúa. En el transcurrir de los meses los gremios de oficio van desapareciendo a medida que se fusionan en la Federación Obrera de Sindicatos de la Construcción.
Señala Durruty que:

“A partir de entonces la dirección comunista abandona sus pretensiones de reconocimiento de su sindicato, condicionando la misma a la previa unidad de las fuerzas obreras, y el conflicto queda centrado exclusivamente en el monto de los salarios mínimos”.

Durruty, Celia. Clase obrera y peronismo. Córdoba. Editorial Pasado y Presente, 1969.

El Departamento Nacional de Trabajo sigue proponiéndose como mediador, pero la patronal no transige acerca de los aumentos ofertados.
Se crea un Comité de Defensa y Solidaridad con la huelga que busca apoyo en otras organizaciones obreras. La adhesión de distintos sindicatos -68 organizaciones- produce un giro en la situación, convocándose a un mitin popular en un espacio público. La concentración resuelve un paro general en el ámbito de la ciudad de Buenos Aires en solidaridad con los huelguistas.
7 de enero de 1936: se realiza el paro. Afecta, en especial, a los transportes en los barrios fabriles. Atentan contra tranvías y colectivos. El paro es cada vez más activo y gana en masividad. Grupos de manifestantes recorren los barrios, rodean las fábricas con piquetes, exhortan a los comerciantes a cerrar e impiden la circulación del transporte público. Los combates con la policía se multiplican.

Rubens Iscaro, obrero comunista de la construcción relata la dramaticidad del cuadro:

“En Villa Urquiza fue muerto por la policía el compañero Santiago Beneker, el que había respondido a la agresión hiriendo a tres policías. En Nueva Pompeya fue baleado y muerto por un sargento de policía el obrero panadero Gerónimo Osechuz. En Liniers fue herido mortalmente el obrero Jaime Chudi durante un tiroteo con la policía. Defendiendo su libertad, el compañero C. Bonometti se tiroteó con la policía, cayendo muerto un agente. Detenido y procesado días después, fue condenado a prisión perpetua”.

Iscaro, Rubens. Origen y desarrollo del movimiento sindical argentino. Buenos Aires, Editorial Anteo, 1958.

Como respuesta a la brutal represión contra los trabajadores, se decide prolongar el paro por otras veinticuatro horas. La conducción del movimiento es detenida. Justo (1932-1938) envía un mensaje a la patronal donde pone de manifiesto la conveniencia de darle una salida al conflicto “en vista de los intereses generales que podrían estar comprometidos en un movimiento cuya prolongación puede degenerar en conflictos de otras clases o facilitarlos”.
La huelga lleva ya, 96 días. Se alcanza a un acuerdo sobre aumento de salarios, garantizándose el cumplimiento de lo pactado y la estabilidad de los huelguista. La organización vive días de triunfo.
En noviembre de ese año, impulsa la Federación Obrera Nacional de la Construcción que agrupa a la mayoría de los gremios de oficio. Antes estaban dispersos en catorce sindicatos distintos: pintores, albañiles, yeseros, parqueteros, marmolistas, escultores, modeladores, carpinteros, aserradores, colocadores de mosaicos, colocadores de vidrios, electricistas, calefaccionistas y picapedreros.

Declaración de Principios de la Federación Obrera de la Construcción (fragmentos)

“La Federación Obrera de la Construcción afirma:
- Que la propiedad de los medios de producción y de cambio son la causa
permanente del hambre y la miseria de la clase obrera.
- Que la contradicción entre producción social y apropiación privada lleva en sí el germen de todas las contradicciones de la sociedad capitalista, que han de determinar por la acción del proletariado su propia destrucción y la instauración de una sociedad basada en la propiedad colectiva de los medios de producción y cambio.
- Que los monopolios y las clases dominantes argentinas a ellos entregadas tienen a la clase obrera en condiciones inhumanas de vida y de trabajo (…).
- Que contra esta situación la Federación Obrera Nacional de la Construcción, al tiempo que luchará por mejorar las condiciones de trabajo de los obreros de la construcción, luchará contra la opresión imperialista, por la libertad y contra la reacción, pactando si fuera necesario, con organizaciones que tengan principios coincidentes (…)”

Gastiazoro, Eugenio. Historia Argentina. Introducción al análisis económico social, Buenos Aires, Editorial Agora, 2004, tomo IV, pág. 55.

SANCION DE LA LEY 11.729 DE DESPIDOS

Uno de los hechos rescatables de la década para los intereses del movimiento obrero fue la sanción de la Ley Nº 11.729 que estableció un avanzado sistema de relaciones laborales para los trabajadores del sector comercial y de servicios, que incluso la constituyó en el principal antecedente de la Ley de Contrato de Trabajo Nº 20.744, sancionada en 1974.
La sanción de esta legislación laboral de vanguardia tiene detrás el grado de unidad alcanzado por la Confederación de Empleados de Comercio, la Unión de Cortadores de Confección, la Asociación Bancaria, la Asociación de Viajantes de Comercio y la Asociación de Empleados de Farmacia, reunidos en una Comisión Intersindical.
Presidida por Angel Gabriel Borlenghi (socialista), la Intersindical logra la sanción de la 11.729 en 1936, luego de 4 años de luchas y negociaciones.
Esta conquista promoverá a Borlenghi al primer plano del movimiento sindical argentino y a dirigir la CGT.
La Ley 11729/34 (o Ley de Despidos), cuyo anteproyecto de ley fue presentado por el diputado socialista Enrique Dickman en 1933, resumía otras tantas, que en años anteriores fueron archivados o rechazados por la reacción.
La norma sancionada el 26 de setiembre de ese año, modificó el artículo 157 del Código de Comercio implementando un resarcimiento para los casos de despido sin causa:
“(…) una indemnización no inferior a un mes de sueldo promedio por cada año de servicio, o fracción mayor de tres meses, tomándose como base de retribución el promedio de los últimos tres años o de todo el tiempo de servicio, cuando sea inferior a aquél plazo. (…) Para fijar el promedio, se computarán, como formando parte de los sueldos y salarios, las comisiones u otra remuneración y todo pago hecho en especie, en provisión de alimentos en uso de habitación. La indemnización no podrá exceder de $ 20.000,00 m/n por cada año de servicio...”.
Se establece así, un importe por unidad de tiempo y también un tope a abonar por año de antigüedad. Asimismo, el concepto de “retribución” no se remite solamente a sueldos y salarios.
La Ley 11.729 pasó a ser el basamento de toda legislación laboral argentina, ya que no solo regirá pare los empleados de comercio, sino que se hacía extensiva a otras actividades.

LA SITUACIÓN SOCIAL EN LOS 30

1932 fue el año donde el nivel de desocupación fue el más alto de la década.
El censo nacional indicó la existencia de más de 300.000 desempleados.
El 44 % de ellos, pertenece al sector rural (trabajadores agrícolas y jornaleros sin especificación de tareas). Tanto en el sector privado como en el Estado se produjeron despidos y reducción de sueldos.
En el campo, la crisis se manifestó en la ruina de comerciantes, chacareros, colonos y arrendatarios. Miles de ellos –arrendatorios y peones- fueron expulsados por los terratenientes para preservar su renta agraria y no tuvieron otro remedio que migrar a los centros urbanos, convertirse en linyeras o cuatreros o instalar un “boliche” en el ejido rural.
Las condiciones laborales fueron fijadas en forma unilateral por la patronal.
La única resistencia a esta situación de injusticia, fue la que opusieron algunas organizaciones sindicales. A mediados de la década existían convenios colectivos de trabajo, pero alcanzaban a pocos gremios y generalmente los patrones los desconocían.
El Departamento Nacional del Trabajo no intervenía para limitar la discrecionalidad. Era, apenas, una oficina burocrática, que juntaba datos.
Los acciones del Estado hacia los desocupados consistían en el reparto de alimentos, la provisión de insumos para ollas populares y la creación de una Junta Nacional para Combatir la Desocupación.
Entre 1929 y 1932, los salarios nominales cayeron un 19 %. Entre 1929 y 1934 habían caído un 23 %. Los salarios medios no cubrían el presupuesto básico de una familia.
En 1937, el 57 % del salario se destinaba a la alimentación y el 20 % a la vivienda.
Ese año, según el Departamento Nacional del Trabajo consignó en Condiciones de vida de la familia obrera, que sólo el 30 % disponía de dos ambientes. El 70 % restante vivía en una pieza.
El salario de un obrero urbano, hacia 1941, estaba un 20 % debajo del salario mínimo.
De la Década Infame, son originarios las primeros asentamientos de viviendas precarias, conocidas como “villas miserias”, un término que urdió el periodista y escritor Bernardo Verbitsky en su novela “Villa Miseria también es América”.
Una de las primeras en la Ciudad de Buenos Aires fue la llamada “Villa Oculta”, surgida en 1937 como “Barrio General Belgrano”, poblada por trabajadores del matadero municipal (Mercado de Hacienda), los frigoríficos y el ferrocarril.
Otra, emblemática por su nombre, ubicada en los terrenos del Ferrocarril Pacífico al Oeste (luego FF. CC. Gral. San Martín) en Retiro fue la denominada “Villa Desocupación”, donde más de 1000 personas sobrevivían a la intemperie o en ranchos.
Las viviendas se asentaron en terrenos cedidos por organismos estatales o bien, la mayoría de las veces, ocupados. Eran casillas de madera y cartón, con techo de chapa, sin cloaca ni agua corriente.
El escritor realista Elías Castelnuovo, del grupo literario de Boedo recordaba esa época de ignominia con esta descripción:

“El recuerdo principal que tengo de aquellos años fue la miseria. Yo vivía en Liniers. Yo vivía en Liniers. Durante diez años no se pagó el alquiler, si no tendríamos que haber ido a vivir a “los caños”. No había trabajo. Me acuerdo que cuando teníamos el Teatro Proletario hacíamos colectas para conseguir 10 centavos con el fin deque viajara mucha gente que no podía hacerlo. De anoche íbamos al teatro y una pizzería nos llevaba gratuitamente porciones de pizza para que comiéramos. Se veía gente descalza por la calle y los que llegaban de Villa Desocupación, que estaba en Puerto Nuevo, parecía que venían del infierno, todos negros y desmelenados. Se veían desalojos en los conventillos, que se realizaban violentamente, con mucha represión policial, igual que en la primera década del siglo, cuando el jefe de la policía Falcón efectuaba procedimientos personalmente. Yo nunca vi en la Argentina un cuadro semejante, que duró hasta después de 1940”.

Castelnuovo, Elías. Diario La Opinión, 1975

NUEVO MODELO PRODUCTIVO: REGULACIONES. SUSTITUCIÓN DE IMPORTACIONES. INDUSTRIALIZACIÓN.

Las condiciones generadas por la crisis de 1929 y el golpe militar de 1930 traerán un cambio profundo en el modelo económico de Argentina. El bloque dominante reorganizará el país acorde a sus intereses, empleando, como se ha dicho, mayor violencia para lo que se apela a todos los medios posibles.
Básicamente, se preservó el latifundio y la producción agro-ganadera orientada a la exportación (Pacto Roca-Runciman), pero al mismo tiempo se estableció un modelo de sustitución de importaciones industriales que habrá de generar un extenso sector industrial con amplia utilización de mano de obra asalariada.
En este sector industrial convivirán las inversiones industriales norteamericanas que iniciaron su aterrizaron en el país en la década del ´20, la de las fracciones de la oligarquía imbricadas con el capital británico y una incipiente franja de pequeños y medianos empresarios nacionales.
El proceso de industrialización se multiplica y en consecuencia se acelera la formación de una nueva generación de proletarios, migrantes de las provincias hacia los centros industriales urbanos y sus suburbios, lo que a su vez, tiene repercusiones profundas en el sistema de relaciones laborales.
Ambos sectores, el agro-exportador y el industrial sustitutivo, se van a desarrollar en forma paralela con algunas imbricaciones entre si.
Los “liberales” del gobierno se convertirían en los adalides de la intervención estatal en el mercado porque para salvar los intereses privados impulsaron la creación de empresas públicas y entes de regulación económica como las Juntas Reguladoras cuyo fin era para limitar la producción de los cereales, carnes, leche, yerba mate y vinos a fin de defender los precios de la producción agrícola-ganadera.
De esta manera y una vez más, colocaron el patrimonio público al servicio de la oligarquía terrateniente, al tiempo que sentaron precedentes para que los mismos instrumentos, en otro contexto y con otra orientación, fueran puestos al servicio de los intereses populares.
Otro caso paradigmático fue la intervención en un área sensible como el mercado cambiario, el 10 de octubre de 1931, a partir de la Comisión de Control de Cambios (CCC), antecedente inmediato del Banco Central de la República Argentina. El decreto que le dio origen estipulaba que las transacciones debían efectuarse al tipo de cambio oficial fijado por la CCC. Pero este control de las divisas escondía la reasignación de las mismas con una prioridad: el pago del servicio de la deuda externa. Si bien fue pensado para el corto plazo, el control de cambios se convirtió en una herramienta cada vez más útil para las políticas del régimen conservador.

EL PENSAMIENTO ECONÓMICO CONSERVADOR FRENTE AL ESTADO:
LAS POSTURAS DIVERGENTES DE ERNESTO HUEYO Y SALVADOR ORÍA

EN CONTRA

“Inglaterra ha abandonado su política librecambista que la base de su desarrollo industrial durante el siglo pasado; Francia ha intensificado su proteccionismo, creando contingentes, prohibiciones y licencias que la cierran herméticamente al comercio de ciertos artículos, especialmente agrícolas y ganaderos, y Estados Unidos ha entrado en una experiencia de economía dirigida, que la coloca en una tendencia semejante a la desarrollada por Rusia, Italia y Alemania”
“Se ha llegado así a la formación de un sistema de economía dirigida que altera profundamente el régimen capitalista clásico y que tiene por objeto evitar el libre juego de las leyes económicas, mediante la intervención del Estado”.
“No es extraño, pues, que el nacionalismo económico haya invadido todas las naciones. Aún aquellas más refractarias a esa doctrina, se han visto obligadas a aceptar sus principios. Faltas de numerarios necesarios para adquirir productos extranjeros, han debido pensar en la necesidad de bastarse a sí mismas”.
“El intervencionismo de Estado, consecuencia de esa política, pone en peligro las libertades públicas. Nada estable puede surgir de lo que es artificial. La omnipotencia del Estado es un concepto falso, que hace insportables las desigualdades sociales. (...)

Párrafos de la conferencia del 18/1º/1933 del Dr. Ernesto Hueyo en el acto de su incorporación a la Academia Nacional de Ciencias Económicas como académico titular. Hueyo, hermano de Alberto Hueyo, primer ministro de Hacienda del gobierno de Justo fue ministro de Hacienda de la provincia de Buenos Aires y presidente del Banco Provincia.
A FAVOR

“Economía dirigida es aquella que obedeciendo a un plan de gobierno, metódicamente elaborado y quizá podríamos decir sincronizado, somete la acción económica individual y de los organismos o entidades privadas concurrentes, a los fines estatales, para imponer soluciones que convengan al interés general”.
“L. Mises (Kritik der interventionismus, Jena, 1929) rechaza la idea de un sistema intermedio entre el capitalismo y el socialismo, porque según él nadie ha logrado jamás -haciendo caso omiso del sindicalismo- que se pueda imaginar o considerar como posible un tercer orden al lado o al margen del orden social, basado en la propiedad privada e individual de los medios de producción, en contacto con otro edificado sobre la propiedad colectiva”.
“La ilustración y preparación de Mises no puede ser obstáculo para que confesemos claramente nuestra oposición a la tesis que sostiene y que parece cada día más absurda confrontada con la experiencia”.
“El intervencionismo es una realidad: favorece en ocasiones la tendencia capitalista, en otras el rumbo que interesa al socialismo y puede aún ocurrir que en algunos casos haya medidas incongruentes que traten de favorecer a los dos. (…)”
“Los grandes intereses del capitalismo financiero lo rechazan y combaten con encarnizamiento”.

En el Estado Argentino y la nueva economía. Intervencionismo defensivo, Buenos Aires, Impresores Peuser, 1945. Salvador Oría integró a Academia Nacional de Ciencias Económicas como académico titular. Fue miembro del directorio del Banco Hipotecario Nacional y del Banco Central de la República Argentina. En 1938 fue presidente de Vialidad Nacional. Entre setiembre de 1940 y junio de 1943 ocupó el cargo de ministro de Obras Públicas de la Nación.

La pequeña diferencia entre el tipo de cambio oficial comprador y vendedor fue aplicada al precio-sostén que la Junta Reguladora de Granos determinaba para que el valor de los productos agrícolas no sufrieran el impacto de las fluctuaciones del mercado.
La disminución del volumen de las exportaciones cae más del 50 % entre 1928 y 1933, los precios para el mismo período, un 43 %.
La consecuencia directa de ello, es la expulsión de mano de obra rural y su migración hacia los centros urbanos.
En 1895, casi 1.500.000 personas habitan en ciudades (el 37 %). En 1914, son más de 4.000.000 (el 53 %). En 1947 ya son cerca de 10.000.000 (el 62% del total de la población). Desde 1930 a 1945, arriban a la Argentina poco más de 100.000 inmigrantes de origen extranjero cuando en la primera década del siglo XX, llegaron 1.120.000 inmigrantes, lo que demuestra que el aumento de población urbana proviene de la migración interna.
En 1935 la desocupación llegaba al 11 %. Las medidas frente a la nueva realidad, como se mencionó anteriormente fueron: control de cambios, creación de las juntas reguladoras e impulso a la obra pública. La moneda fue devaluada para beneficiar a los exportadores de productos agroganadero, pero indirectamente, el tipo de cambio alto favoreció al desarrollo de la industria, que por las condiciones de nuestro país (infraestructura insuficiente, poco despliegue de las fuerzas productivas y dependencia de los monopolios internacionales), estuvo destinado al mercado interno.
Lo que se creó, entonces, en esa etapa, fue una industria de bienes de consumo familiar, en gran parte de capitales nacionales, pero con participación creciente de capital extranjera, sobre todo de origen norteamericano.
En la Unión Industrial Argentina es controlada por empresas ligadas al capital monopólico por lo que su interés en el desarrollo de todas las etapas del proceso industrial, incluida las de base, es acotado.
Hasta la crisis del 29, la industria argentina no tenía participación en el producto bruto interno. Seis años después, su participación en el PBI es del 14,8 %. En 1944, apenas asciende al 23,1 % de lo producido por el país.
En 1935, el total de establecimientos es apenas un 3,6 % más que en 1914, mientras que el empleo industrial aumenta en 37,3 %, lo que denota un proceso de concentración porque con un pequeño incremento de establecimientos y un tercio más de obreros y empleados, la producción prácticamente se duplica respecto al año 1914. Del ´35 al ´40, los establecimientos pasan de poco más de 40.000 a casi 58.000.
El 90 % de los trabajadores son absorbidos por empresas chicas (hasta 25 obreros).
Según el censo industrial de 1935, los establecimientos son 40.613 y empleaban a 526.495 empleados y obreros declarados, aunque algunas cifras hablan de casi 600.000.
En 1914 eran 39.189 los establecimientos con 383.508 trabajadores. La diferencia es de 1424 establecimientos y 142.987 obreros más.
Los obreros industriales en el ´39 son 770.000
Pero entre 1937 y 1947, con la aceleración del proceso de sustitución de importaciones, la producción industrial crecerá un 77 %.
Los rubros donde se ve con más claridad la tendencia concentradora son: la industria cárnica, los ingenios azucareros, la industria de la harina, la electricidad, las fábricas de papel, la industria petrolífera; en tanto en el rubro textil, metalurgico y químico, el crecimiento es más lento y con un número grande de empresas.
En relación a “imprentas, publicaciones y análogos”, el censo industrial del ´35 da cuenta de 2194 establecimientos frente a 999 en 1914 (119,6 % más). Los obreros y empleados del sector ascienden a 26.896 en el año del censo de referencia, contra 12.023 de 1914, o sea un 123,7 % más de trabajadores (14.873 personas).
El capital extranjero invierte en las ramas concentradas. Al respecto, Dorfman hace la siguiente lectura:

“Tomemos sólo las empresas más notables y más notoriamente respaldadas, directa o indirectamente, por capitales formados en el extranjero. Las usinas de electricidad ocupan el primer puesto en cuanto a su importancia sumando unos 1200 millones de pesos moneda nacional. Las siguen los frigoríficos, con unos 150 millones, compañías de petróleo con 110, talleres de ferrocarril con 100, compañías de gas con más de 90, fábricas de cubiertas para automotores y artículos de caucho en general con unos 20 millones. Los talleres que arman en el país automóviles y camiones que proceden de sus casas matrices ubicadas del otro lado de las fronteras argentinas, concurren con un capital aproximado de 10 millones, talleres de tranvías 4 millones, compañías mineras de plomo y estaño de arriba de un millón, cemento dos millones, etc. En conjunto suman arriba de 2000 millones o sea la mitad del capital total de la industria argentina, a pesar de que la información suministrada es evidentemente trunca”.

Dorfman, Adolfo. Historia de la industria argentina. Buenos Aires, Editorial Soler-Hachette, 1970.

La partipación norteamericana sobre el capital extranjero ascendía en 1935, a 332 millones.


Distribución del ingreso neto interno entre 1935 y 1950
(en % sobre el total, según los ingresos de los factores)

Años Remuneración del trabajo Ingresos netos empresarios, propietarios, profesionales
1935 46, 8 % 53,2 %
1936 46,9 % 53,1 %
1937 44,4 % 55,6 %
1938 46,6 % 53,4 %
1939 46,3 % 53,7 %
1940 46,0 % 54,0 %
1941 45,3 % 54,7 %
1942 43,1 % 56,9 %
1943 44,1 % 55,9 %
1944 44,8 % 55,2 %
1945 45,9 % 54,1 %
1946 45,2 % 54,8 %
1947 46,6 % 53,4 %
1948 50,2 % 49,8 %
1949 56,1 % 43,9 %
1950 56,7 % 43,3 %

Rapoport, Hugo y Golbert, Laura. El movimiento obrero argentino en la Década Infame. En Historia del Movimiento Obrero. Vol. III. Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1986.

EL MOVIMIENTO SINDICAL Y EL SURGIMIENTO DEL PERONISMO

Frente al golpe del 43, el sindicalismo se mostró perplejo y vacilante. Dividido en cuatro centrales (CGT Nº 1, CGT Nº 2, USA y FORA) su actitud fue de esperar definiciones.
La emergencia del peronismo, a partir del pensamiento y la acción desde el Estado de un grupo de coroneles, cuya figura más descollante es Juan Domingo Perón y su alianza con sectores del sindicalismo, va a reconfigurar completamente el escenario político y social del país y del movimiento obrero argentino.
De este hecho histórico complejo que es el peronismo, que integra en un nuevo bloque a la clase trabajadora y a nuevos sectores sociales surgidos de los procesos sociales, económicos y políticos anteriores a 1943 se pueden esbozar, de manera provisional, distintas conclusiones:
1) Las mejoras sociales originadas en la Secretaría de Trabajo y Previsión Social -a cargo del entonces coronel Perón- fueron resultado directo de la participación obrera.
2) El desarrollo de la organización sindical, en forma sistemática y masiva, no tiene precedentes importantes con anterioridad al 17 de octubre.
3) Desde 1945 hasta 1955 surge un movimiento obrero como organización de masas, al amparo del Estado Nacional justicialista, con organicidad creciente.
4) La entrada de los trabajadores organizados a un plano protagónico de la política nacional traerá aparejada, como consecuencia, el definitivo declive de la hegemonía oligárquica (que será jaqueada, una y otra vez) y sus prácticas de fraude y violencia.

El peronismo, es una síntesis original de sindicalismo, nacionalismo popular legado del yrigoyenismo e industrialismo militar en el contexto del proceso de sustitución de importaciones, acelerado por la II guerra mundial, bajo la conducción de un líder carismático. Emparentado con otras corrientes nacionalistas populares de la época, como el Movimiento Nacionalista Revolucionario boliviano, el laborismo de Getulio Vargas brasileño, el Partido Revolucionario Institucional mexicano, el aprismo peruano e incluso con los movimientos de liberación de otros continentes (el nasserismo en Egipto, Sukarno en Indonesia, Mossadegh en Irán), fue la búsqueda de un modelo propio ante los dos grandes bloques mundiales hegemónicos: el capitalismo occidental y el comunismo soviético.