martes, 14 de junio de 2011

LA CONTROVERTIDA UTILIZACIÓN DE UNA PLANTA MILENARIA

AYAHUASCA: ¿MITO, PSEUDOCIENCIA O CIENCIA? 

La conocen y utilizan los indígenas del norte de América del Sur, en la región del Alto Amazonas que abarca a enormes zonas de Brasil, Perú, Colombia y Ecuador.
La curiosidad, madre del conocimiento, puso en marcha a este cronista, en el camino de las propiedades de un preparado, conocido como yajé o ayahuasca.

La curiosidad se cruzó con la casualidad y así, el cronista pudo ubicar en la ciudad de Buenos Aires, gracias a una psicóloga, a uno de los especialistas que más han ahondado en su estudio, el antropólogo Luis Eduardo Luna, en un breve interregno del seminario sobre “Religiones Populares y Eticidad” realizado en la Biblioteca Nacional, hace unos años atrás.

El término ayahuasca proviene del quechua, aya: espíritu, huasca, liana (la liana de los muertos o de los ancestros) y es la bebida que surge de un preparado en base de dos plantas, la banisteriopsis caapi y la psychotria viridis y en algunas regiones, entre Colombia y Ecuador entre la banisteriopsis caapi y la diplopterus cabrerana.

El primer contacto del antropólogo con yajé se produce en 1971, en su país natal, Colombia, a partir del encuentro con el etnobotánico e inclasificable pensador Terence Mc Kenna, quien buscaba a la planta maestra en la Amazonia colombiana, área Huitoto y había llegado a la región del Caquetá, de donde Luna es originario.

Poco después, Luna esperaría día tras día, que el indio Apolinaga, a quien conocía de chico y que abandonaba la selva para dirigirse al poblado de vez en cuando, llegara a una pensión. El día por fin llegó. Por boca de Apolinaga, indio yajesero, se vió confrontado, relata, con la visión indígena de la planta.

Desde el punto de vista botánico y farmacológico, explica el profesional, la banisteriopsis caapi es un bejuco o liana y contiene tres alcaloides: armina, armalina y tetrahidroarmina, que son inhibidores de monominaoxidasa.

Las plantas que se le añaden, diplopterus cabrerana o psychotria viridis, contienen en común la dimetiltriptomina. La diplopterus cabrerana es una malvigeácea, al igual que banisteriopsis caapi, mientras que la psychotria viridis es una rubiácea.

El área primaria u original de las plantas es entre Acre (noroeste de Brasil) y la región del Ucayali o Huallaga en Perú, pero no se sabe cuando fue llevada a las tierras bajas en el Chocón colombiano. Estas plantas se cultivan en todo Brasil, adoptadas por tres líneas doctrinales cristianas mezcladas con elementos paganos (sincretismo).

La combinación de las dos plantas, hace que la dimiltriptomina pase la barrera del cerebro y tenga acción en el sistema nervioso central.

“Esto desde el punto de vista farmacológico es un descubrimiento genial” se entusiasma Luna, quien señala que no hay datos arqueológicos para pensar que las tribus indígenas utilizaron ayahuasca. 

Las fuentes más antiguas son de 1830, quizás de 1700 y pico, según crónicas de un misionero. Sin embargo en la mitología popular peruana, se atribuye el descubrimiento de ayahuasca a los incas, aunque no hay evidencia concreta al respecto.

Los usos de ayahuasca

Las propiedades de yajé tienen efectos en varios niveles. En un nivel físico, es “altamente visionaria” (al Dr. Luna la palabra alucinógeno le parece muy etnocéntrica, esto es, un prejuicio de determinada cultura hacia otra). 

La ayahuasca se caracteriza por producir fenómenos tanto visuales como auditivos muy fuertes, muy claros, que son interpretados culturalmente de acuerdo a cada grupo étnico.

Pero las betacarboninas de la banisteriopsis caapi producen otras consecuencias. “Por un lado es un purgativo. Causa diarrea, vómitos, es un excelente antiparasitario, incluso tiene acción externa en heridas”. 

“Entre los indios jíbaros”, cuenta el antropólogo, “lo llaman na-tem (significa medicina) y resalta que esta idea de la medicina, de la ayahuasca como medicina general está bastante difundida en la Amazonia”.

Cabe mencionar que en este sentido, la ayahuasca se está experimentando para curar adicciones a la heroína, a la cocaína y al alcohol.

Asimismo, ya en otro nivel, sirve de herramienta de investigacion científica. ¿Cómo? 

Luis Eduardo Luna responde que en base a datos etnográficos, se obtienen diversos usos: “desde usos totalmente prácticos, por ejemplo, grupos indígenas que lo utilizan para conocer el mundo natural, para investigar las propiedades de la plantas, para visualizar los animales antes de cazarlos, hasta diagnósticos de enfermedades y contacto con el mundo espiritual, lo que subyace al epifenómeno del que participamos cada día. No es una cuestión mágica o telepática. De alguna manera se sensibilizan colectivamente para determinar donde están los animales. Ese sería el uso etnográfico”.

La aplicación en el plano religioso tampoco no es ajena a la ayahuasca. Ello sucede actualmente en ciertas iglesias del Brasil, como la Santo Daime y la Uniao do Vegetal, donde el yajé es considerado como sacramento, especie de eucaristía -el cuerpo y la sangre de Cristo- por la cual se entra en contacto directo con la divinidad y en ese sentido abriría espacios de comunicación con el mundo religioso. 
El investigador menciona el caso de Alex Polari, escritor, poeta, ex-guerrillero y líder de una de las tres vertientes religiosas del sincretismo cristiano que utilizan yajé en Brasil, donde -dicho sea de paso- su uso es legal. 
En su libro “Ayahuasca”, Polari testimonia su  experiencia con la bebida.

Con respecto a tercer nivel de utilización, el artístico, Luna expone que hay miembros de estas sectas o incluso chamanes o personas que han estado ligadas de alguna manera con el ayahuasca, que lo utilizan como fuente de inspiración tanto pictórica como musical y literaria. 

“Yo estoy preparando una antología, junto con un investigador de la Universidad de St. Lawrence, de Nueva York, titulado “Ayahuasca Rider”, donde recogemos tanto narrativas indígenas como también relatos de viajeros, misioneros, o fragmentos de algunas novelas (entre ellas, Jugando en los campos del Señor, de Peter Matisen)”.

Herramienta terapéutica

El área terapéutica reviste un “enorme interés”, asegura el estudioso. 
El norteamericano Binkelman llama a esta clase de sustancia psicointegradora. 
“Abre áreas interiores, emocionales -recuerdos, relaciones que no estaban claras, aspectos de la propia vida- que por el hecho de dar una nueva perspectiva es altamente terapéutica”, enfatiza el antropólogo.

En cuanto al tratamiento de enfermedades psicosomáticas, “que es una de las áreas donde los chamanes trabajan, desde el punto de vista ‘occidental’ una dolencia puede ser, por ejemplo, una artitris, pero desde el punto de vista ‘nativo” -no como indígena sino de la persona que va allí- es interpretado como brujería o que puede pensar que es brujería (daño, trabajo)”, explica Luis Luna “y la persona, al tomar ayahuasca, con ayuda del chaman o el guía, de repente puede encontrar la causa de la enfermedad, no la causa inmediata, sino la más profunda, que pueden ser relaciones sociales, algún conflicto con vecino, con un pariente (envidias) lo que va a ayudar calmar la ansiedad y por lo tanto a curarla, porque muchas veces pensamos que lo que sucede es que se desencadenan procesos del propio sistema inmunólogico que están muy ligados a lo que pensamos”.

Apropiación vs. medicina popular

“Existe un interés de los laboratorios multinacionales en patentar el yajé: fue un americano,  Lawrence Miller, quien patentó el uso de banisteriopsis caapi para la depresión y claro, esto generó una cantidad de protestas en Amazonia, entre los indígenas, porque justamente ellos dijeron que es como querer patentar la eucaristía, porque para ellos es un sacramento, un contacto con la divinidad, entonces, resulta absurdo. Aquí más bien nos metemos en el tema de la inmoralidad de empresas extranjeras de llegar a América, hasta cualquier grupo tradicional, a patentar lo que no es de ellos, lo que no han descubierto ellos. Estos son saberes tradicionales, comunitarios y quieren apropiarse ellos para fines económicos. Es una apropiación de conocimientos tradicionales, conocimientos que no tienen patente. Lo preocupante es que este tipo de plantas que son empleadas con máximo respeto en una situación ritual, que se saquen de contexto y luego se las utilice de manera frívola, recreativa, sin ningún respeto, siguiendo patrones lúdicos occidentales", expone Luna.

Hay un ejemplo bien típico, hay una planta “sangre degrado” que es utilizada en Ecuador, en la medicina popular, como antiviral, para infecciones internas y externas. Llegó una compañía farmacéutica americana y se dio cuenta de las posibilidades. 

"Devastaron Ecuador, de tal manera que se llevaron cientos de miles de plantas, era planta que en parte crecía en forma silvestre y en parte se cultivaba pero no para sostener la demanda de una gran multinacional. La planta prácticamente desapareció. Una persona que tiene una herida ya no la puede encontrar. No existe respeto al ecosistema y al medio cultural. Tampoco un respeto mínimo a la propiedad intelectual de los descubridores tradicionales de esto, que es de propiedad colectiva”, resalta.

Ayahuasca y chamanismo

En el fenómeno denominado chamanismo, confluyen ciencia curativa y religiosidad.
Antiguo y universal, aunque desvalorizado por prejuicios culturales, el núcleo del chamanismo es la noción de que durante estados inusuales de la conciencia, se pueden realizar aventuras visionarias que implican, casi siempre, un viaje a otras regiones de la realidad. 
El chamán (o shaman) -palabra de origen tunguco-manchuriano que podría traducirse como “aquel que sabe”- es quien sabe curar a sí mismo y a otros. En la temática de ayahuasca, también aparece la figura del chaman. Para las etnias ayahuasqueras es quien guía el contacto con esa otra realidad, subyacente a la realidad de todos los días y por otro lado, guía interior, hacia adentro, hacia la persona. Con el yajé es fundamental que alguien, chamán o guía experto, ayude y oriente la experiencia.

Psicología transpersonal

El chamanismo y la utilización de sustancias psicoactivadoras son tópicos corrientes en la   psicología transpersonal. Fundada por el psiquiatra checo Stanislaw Grof en los años ‘60.  Esta, a su vez, integra el llamado “nuevo paradigma” de las ciencias.


Identidad y conocimiento

En algunas etnias, el yajé contribuye a la reafirmación de la identidad. 
La persistencia de la identidad cultural en el tiempo y el espacio se construye alrededor de la significación de la ayahuasca
Son ayahuasqueros. Ustedes leen libros, nosotros aprendemos con el yajé, dicen. Confrontan a la planta con el otro. Esto se da en ciertas tribus como los campsá. Ustedes tienen que leer las cosas para aprende, nosotros las vivimos a través del yajé
Entre los aguaruna, en Perú, los ancianos están muy preocupados con los jóvenes, porque aprenden a leer y escribir y eso les da conocimiento, pero no tienen sabiduría, que les da  ayahuasca.

Nuevas direcciones del pensamiento

“Un nivel que yo quisiera desarrollar y que no se ha hecho hasta ahora con ayahuasca. que es utilizar estas plantas para resolver problemas, como instrumento para cosas concretas: en medios científicos, en la psicología, biología, medicina. 
Ver en estados modificados de conciencia es como una especie de realidad virtual. Tiene que haber una transferencia de tecnología, no solo en el sentido de saber cuales son las plantas que se utilizan sino saber como se manejan esas plantas, porque hay ciertas técnicas para guiar esos estados modificados de conciencia, a través del canto, a través de concentraciones, porque dan miedo. Sería como una herramienta cognoscitiva. Ese sería el campo futuro que me interesaría. Es uno de mis intereses”, reconoce el viajero. 

“Por el momento lo estoy presentando. En ciertos ámbitos hay una buena respuesta. Farmacólogos, neuroquímicos, a estas personas les interesa. Están los avances desde el punto de la farmacología y de la neuroquímica, de lo que pueden hacer estas moléculas en el cerebro, en los receptores...Se han encontrado ciertos paralelismos entre el efecto de ayahuasca con ciertas reacciones endógenas del organismo relacionados con sueño/vigilia. Por otro lado, vengo con mi bagaje antropólogico, mi experiencia con chamanes. Pienso que puede darse una cooperación fructífera”.

Investigador, autor, documentalista, docente

Luis Eduardo Luna, 64 años, tres hijos, oriundo de Caquetá, región del Amazonas colombiano, es antropólogo y doctor en Religiones Comparadas por la Universidad de Estocolmo, Suecia. Es autor de los libros “Vegetalismo; Chamanismo entre la población mestiza del Amazonas Peruano” y “Ayahuasca Visions: The Religious Iconography of a Peruvian Shaman”, de películas de cine etnográfico y de una compilación magnetofónica de icaros (canciones mágicas) entre los ayahuasqueros peruanos. Está asociado al Museo Botánico de la Universidad de Harvard y es miembro de la Sociedad Linneo de Londres y la Fundación Guggenheim.Durante los años 1994 al 1998 fue profesor asociado del Departamento de Antropología de la Universidad Federal de Santa Catarina, Florianópolis, Brasil. Él es el director de Wasiwaska, Centro de Investigación para el Estudio de las Plantas Psicointegradoras, Artes Visionarias, y la Conciencia, que se encuentra en Brasil. Actualmente, están estudiando los aspectos neurológicos de la ayahuasca en el sistema nervioso central.

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