martes, 23 de agosto de 2011

LA CONSPIRACIÓN DE LA OTAN CONTRA LA REVOLUCIÓN LIBIA Y SU LÍDER, MUAMMAR KADAFHI


La "conspiración" de la OTAN contra la revolución libia
Gilbert Achcar (Jadaliyya)



En un editorial publicado en el Wall Street Journal (19/07/2011), Max Boot -autor e historiador militar neoconservador, conocido por su apoyo al "fomento de la democracia" a punta de pistola y ardiente defensor de la plena implicación militar de EE UU en Libia- se refirió a un artículo aparecido en el Financial Times (15/06/2011) que comparaba la actual campaña de bombardeos aéreos sobre Libia con la guerra aérea sobre Kosovo en 1999 para subrayar "la falta de potencia de fuego en la operación libia". Boot comenta, abundando en la misma comparación con detalles adicionales:


"La guerra anterior apenas llegó a 'Apocalypse Now': estaba estrictamente delimitada por derecho propio. Sin embargo, al cabo de 78 días en Kosovo, los aliados de la OTAN habían aportado 1.100 aviones y realizado 38.004 misiones. Por el contrario, en Libia la OTAN sólo ha enviado 250 aviones y efectuado 11.107 incursiones. No es extraño, entonces, que al cabo de 78 días Slobodan Milosevic decidiera entregar Kosovo, mientras que después de 124 días, por ahora, Gadafi sigue aferrado al poder."


Las paradojas libias de la OTAN


En la operación "Tormenta del Desierto", lanzada por la coalición encabezada por EE UU contra Irak en 1991, no se necesitaron más que once días para igualar el número antes indicado de incursiones aéreas realizadas en Libia en 78 días. El número total de misiones alcanzó en 43 días de "Tormenta del Desierto" un promedio de 2.555 diarias. Tras la devastación provocada por esa "tormenta" y las ulteriores campañas de bombardeos a lo largo de los doce años de embargo entre 1991 y 2003, durante las primeras cuatro semanas de la llamada operación "Libertad iraquí" se efectuaron 41.850 misiones, de las que 15.825 fueron incursiones de ataque, con un promedio de 565 diarias. Andrew Gilligan ha podido escribir por tanto en The Spectator (4/06/2011) sobre el caso libio:


"Pese a todas las invocaciones rituales de unos supuestos ataques 'intensificados' y de los 'bombardeos más fuertes hasta la fecha', los bombardeos son y han sido siempre relativamente débiles. A lo largo de toda la operación, el número de misiones de ataque de la OTAN -de las que sólo una parte dan lugar a un ataque aéreo efectivo- no asciende en promedio más que a 57 por día, menos de la mitad que en la operación muy similar de la Alianza en Kosovo, y una mera fracción de lo que hicieron EE UU y el Reino Unido en Irak."


Añadamos a esto que hace falta ejercer mucha más presión para forzar a un dictador a abandonar el poder que a renunciar a una parte de su territorio. Desde que las posibilidades de Gadafi de recuperar el control sobre Bengasi son casi nulas, de hecho podría renunciar de buena gana a la ciudad rebelde y con ella a toda la región al este de Aydabiya en un intento de salvar el trono del "rey de reyes de África", por el que ha estado comprando lealtades generosamente desde 2008. Esto explica por qué empeñó tantos efectivos militares y tanta violencia en el intento de conquistar Misrata, la ciudad clave en manos de los rebeldes en el oeste de Libia que le impidió partir en la práctica el país en dos. Y esto explica también por qué los insurgentes han insistido obstinadamente en conservar Misrata a pesar de los violentísimos ataques que tuvieron que soportar y de que tenían la posibilidad de ser evacuados por mar junto con los demás habitantes de la ciudad, al igual que los miles de inmigrantes y heridos que pudieron salir de la ciudad por esa vía.


Las tempranas acusaciones propagandísticas de que los insurgentes estaban llevando a cabo un plan de segregación del país han quedado claramente desmentidas por su incansable combate por la liberación de la totalidad del territorio libio de las garras de la dictadura de Gadafi. Y lo hacen a pesar del elevado coste que han de pagar debido a la gran desproporción existente entre sus fuerzas terrestres y las del régimen, con sus vehículos blindados, piezas de artillería, misiles y soldados instruidos, un desequilibrio que la intervención de la OTAN sólo compensa en parte. Corresponsales militares presentes en varios frentes del territorio libio destacan tanto la escasez de armamento e instrucción como el carácter no profesional y caótico de las fuerzas insurgentes y la increíble entrega de un gran número de civiles convertidos en combatientes por la liberación de su país. Esta entrega explica la firme determinación de los rebeldes de seguir luchando a pesar de estas graves carencias, enfrentándose a las fuerzas bien equipadas e instruidas y generosamente pagadas por el régimen de Gadafi.


Las cuestiones cruciales son, por tanto: ¿por qué lleva a cabo la OTAN en Libia una campaña aérea de perfil bajo no sólo en comparación con el componente aéreo de la guerra por apoderarse de un Irak más o menos igual de rico en petróleo, sino también con la que lanzó sobre un Kosovo que económicamente no tiene ningún interés? Y ¿por qué la Alianza se abstiene al mismo tiempo de suministrar a los insurgentes el armamento que han reclamado con insistencia y con firmeza? A primera vista aparecen dos extrañas paradojas en este asunto.


La primera paradoja es que tanto en Irak como en Afganistán, las fuerzas encabezadas por EE UU insistían en la "nacionalización" del conflicto (en la línea de la "vietnamización" que precedió a la retirada estadounidense en 1973). En Libia, donde las fuerzas locales imploran a la OTAN que les entregue las armas que precisan y aseguran que con suficiente armamento podrían acabar de liberar su país muy pronto, la OTAN se niega a armarles. La limitada entrega de armas por parte de Francia en el frente occidental no altera sustancialmente la situación.


Esto sucede a pesar de que, contrariamente a los afganos, los insurgentes están dispuestos y potencialmente en condiciones de pagar por las armas que reciban. Como todo el mundo sabe, los mercaderes de muerte occidentales no tienen por costumbre hacer caso omiso de tan enjundiosas oportunidades de negocio. Todos ellos compitieron con tanto celo por vender armas a Gadafi en los últimos años que consiguieron cerrar contratos con él por valor de casi mil millones de dólares entre finales de 2004, cuando sus gobiernos levantaron el embargo sobre Libia, y finales de 2009. Entre esas armas se incluyeron bombas de racimo, vendidas por una empresa española, que Gadafi no dudó en emplear contra su propio pueblo.


El corolario lógico de la negativa de la OTAN a armar a los insurgentes habría sido el lanzamiento de una campaña de ataques aéreos muy intensa a fin de compensar la debilidad sobre el terreno de quienes dice apoyar. Sin embargo, y ésta es la segunda paradoja, la campaña aérea de la OTAN en Libia no es nada en comparación con la de Kosovo, por no hablar de otras operaciones aéreas dirigidas por EE UU en tiempos recientes. Este hecho molesta mucho a la insurgencia libia, como han informado corresponsales occidentales desde los primeros días de la intervención aérea de la OTAN. Así, C.J. Chivers señaló el 24 de julio en el blog "At War" del New York Times, que la frustración de los rebeldes era cada vez mayor.


"Una de las cosas que se perciben una y otra vez al informar de los combatientes de la oposición en Libia es la diferenciación entre lo que dicen los luchadores de a pie sobre la campaña de bombardeos de la OTAN y las declaraciones de los portavoces del Consejo Nacional de Transición [CNT], la autoridad rebelde de facto. Oficialmente, la dirección insurgente agradece efusivamente la labor de los pilotos que vuelan por allí arriba. Las figuras políticas del CNT se explayan en declaraciones edulcoradas de pleno apoyo y gratitud por el trabajo de la OTAN, a cuyos dirigentes se cuidan mucho de no contrariar."


"Quienes están más cerca de la primera línea de combate o viven en zonas más expuestas, sin embargo, tienen una opinión más matizada. Ellos también agradecen la intervención temprana de la OTAN en la guerra, cuando impidieron mediante incursiones aéreas que las fuerzas del coronel Muamar el Gadafi arrollaran a los rebeldes y aplastaran el levantamiento en Bengasi. Pero también expresan un profundo y a veces agónico desencanto por el ritmo y la selección de objetivos del apoyo aéreo y hablan a menudo de lo que consideran medias tintas e incompetencia de la OTAN."


¿Podría ser que la OTAN, que ninguneó alegremente al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU) al lanzar su guerra aérea contra el régimen serbio de Milosevic en 1999, se ha convertido de pronto en fiel defensora del Derecho en los asuntos internacionales? Difícilmente. ¿Sucede entonces que la OTAN se siente obligada a ajustarse a la letra de la Resolución n.º 1973 del CSNU que autorizó la campaña aérea sobre Libia? Habría que estar loco para creerlo. La campaña de la OTAN ha violado tanto el espíritu como la letra de dicha Resolución, yendo bastante más allá de "todas las medidas necesarias. para proteger a los civiles y las áreas pobladas bajo amenaza de ataques." Una gran proporción de incursiones aéreas se llevaron a cabo sobre Trípoli y otros territorios controlados por el régimen, agravando de este modo el riesgo y el alcance de los "daños colaterales" que la OTAN inflige a los civiles que dice proteger.


Está claro que la "estricta aplicación del embargo de armas" que estipula la resolución del CSNU no es lo que impide a las potencias de la OTAN armar a los rebeldes. Si esas potencias se hubieran propuesto suministrar cantidades significativas de armamento a los insurgentes, ni los vetos de Moscú y Pekín habrían impedido a EE UU y sus aliados hacer lo que quisieran, como ya hicieron en los Balcanes en 1999 y de nuevo en Irak en 2003. Del mismo modo, si la OTAN no interviene sobre el terreno, no se debe al cumplimiento de la exclusión que hace la resolución del CSNU de toda "fuerza de ocupación extranjera de cualquier tipo en cualquier parte del territorio libio." Se debe principalmente a que los propios rebeldes rechazaron de forma muy clara cualquier intervención terrestre. Un cartel en la Plaza Tahrir de Bengasi, cuya foto se puede ver en el blog de la periodista palestina Dima Jatib, declara taxativamente: "No a la intervención extranjera en nuestro suelo. Sí al armamento de los rebeldes."


Mutua desconfianza


La desconfianza, sin duda, es mutua. La actitud práctica de las potencias occidentales hacia los rebeldes libios contrasta visiblemente con su actitud ante el Ejército de Liberación de Kosovo (ELK) antes y durante la guerra de 1999, o su actitud hacia la Alianza del Norte antes y durante los bombardeos sobre Afganistán que comenzaron en octubre de 2001. Obsérvese la permanente insistencia islamófoba por parte de los medios de comunicación occidentales en el papel de los "islamistas" en la revuelta libia como pretexto para no suministrarles armas y compárese esta actitud con su complacencia ante la presencia de grupos similares entre las fuerzas kosovares, por no abundar en el hecho de que la Alianza del Norte afgana (cuyo nombre real es Frente Islámico Unido para la Salvación de Afganistán) está compuesta mayoritariamente por grupos que mantienen rasgos fundamentalistas, que son un poco menos extremistas que los de los propios talibán. Los medios occidentales denuncian hipócritamente a los fundamentalistas islámicos cuando son antioccidentales y se mantienen muy circunspectos ante el Estado más fundamentalista que hay en la Tierra y principal patrocinador a escala mundial de los sectores más reaccionarios del fundamentalismo islámico, a saber, el reino de Arabia Saudí.


Los medios occidentales nunca se preocuparon por la heterogeneidad de las fuerzas afganas agrupadas en la Alianza del Norte, a la que entregaron el poder en Afganistán. Eso a pesar de que en 1992 -después de derrotar al régimen de Nayibulá, aupado por Moscú hasta que la Unión Soviética se retiró del país al final del año anterior- los mismos componentes de la Alianza del Norte habían convertido el país en un caótico campo de batalla mediante una auténtica guerra hobbesiana de "todos contra todos". El "Estado islámico de Afganistán" resultó ser tal desastre que los talibán vencieron en 1996 con relativa facilidad. Por supuesto, nada de esto retuvo a Washington cuando decidió derribar a los talibán mediante la acción conjunta de las tropas de la Alianza del Norte y su propia fuerza aérea, con un promedio de 85 misiones de ataque al día durante 76 días desde el comienzo de las operaciones en octubre hasta el 23 de diciembre de 2001 (es decir, un 50 % más que el promedio de misiones realizadas en Libia).


El carácter paradójico de la intervención occidental en Libia ha sido destacado por varios observadores, que a su juicio la explican por el deseo de asegurarse el control sobre la Libia de después de Gadafi. Muchos simpatizantes de la insurrección libia -algunos de los cuales, entre los que me cuento yo, han manifestado su comprensión por el hecho de que Bengasi pidiera "al diablo" que le ayudara a parar una masacre anunciada- advirtieron a los rebeldes desde el primer día de que no presentaran en aquella ocasión a ese "diablo" como un "ángel" y no alimentaran ilusiones respecto a los motivos reales de las potencias occidentales. Estas sospechas tempranas se vieron confirmadas poco después por la evolución de la situación en Libia, hasta el punto de que actualmente cunde la convicción, en círculos árabes antioccidentales, de que la OTAN está prolongando deliberadamente la guerra y con ella la existencia del régimen de Gadafi. Esta idea fue expresada claramente por Munir Shafiq, antiguo dirigente de una corriente maoísta de Al Fatah en la época de Yasir Arafat y coordinador general del Congreso Islámico-Nacionalista (agrupación de varios partidos y personalidades, incluidas la Hermandad Musulmana, Hamás e Hisbolá), en una columna publicada en Aljazeera.net (4 de julio, en árabe):


"Nadie puede entender por qué los aviones de la OTAN se centran en bombardear posiciones en Trípoli que prácticamente son señuelos, mientras permiten que Misrata y otras ciudades sean bombardeadas desde baterías de misiles, piezas de artillería y vehículos militares. Incluso permiten que columnas de las fuerzas de Gadafi se desplacen a la vista de todos sin atacarlas. ¿Dónde queda la protección de civiles y dónde la ayuda al pueblo a derribar a Gadafi?"


"La postura de EE UU y la OTAN es una conspiración flagrante contra la revolución popular en Libia y un intento de mantener a las fuerzas de Gadafi en actividad hasta que consigan controlar al CNT y tal vez también a algunos líderes sobre el terreno. Solo entonces derribarán a Gadafi, mientras conspiran contra el pueblo, la revolución y el futuro de Libia."


Esta firme sospecha refleja un sentimiento expresado en las mismas filas rebeldes libias, como ilustra la declaración de uno de sus líderes locales al diario beirutí Al-Ajbar (2 de junio): "Según Abu Bakr al Faryani, portavoz del consejo local del municipio de Sirte, que se adhiere al CNT opositor, la propia OTAN avanza lentamente en sus operaciones militares contra las brigadas de Gadafi a fin de mantenerle durante más tiempo en el poder e incrementar de este modo el precio que podrán obligar a la oposición a pagar a las potencias mundiales y las grandes empresas que están detrás."


Los planes de la OTAN para Libia


No se trata de figuraciones fantasmagóricas, de cierta propensión en Oriente Próximo a la teoría de la conspiración. Esas manifestaciones se corresponden con la situación real sobre el terreno, como el cambio de localización de los ataques de la OTAN en Libia que analizó Tom Dale en la edición digital de The Guardian (4 de julio). Y sobre todo se corresponden con una "conspiración" demasiado real de las potencias de la OTAN con respecto al futuro de Libia. El plan fue revelado por Andrew Mitchell, secretario de Desarrollo Internacional del Reino Unido el pasado 28 de junio: un "documento de estabilización" de 50 páginas elaborado por un "equipo de respuesta de estabilización" internacional dirigido por el Reino Unido (y que incluye a Turquía) dibuja un escenario post-Gadafi desde el supuesto de que el "rey de reyes" dimitirá o será derribado. Esto se debe a que a pesar de los repetidos intentos occidentales de convencer al CNT de que pacte con el propio Gadafi, como se ha filtrado regularmente a la prensa en los últimos meses, el CNT ha dejado claro que el derrocamiento de Gadafi y sus hijos es innegociable para la rebelión libia. Incluso la perspectiva de ofrecer a Gadafi un retiro confortable en Libia, planteada tímida y tentativamente por el CNT bajo presión occidental, se abandonó de inmediato debido al revuelo que causó en las filas rebeldes.


Un protagonista clave de los intentos occidentales de pactar con el círculo íntimo de Gadafi es su hijo, Saif al Islam, el hombre que se compró un título de doctorado (sobre sociedad civil y democratización) de la London School of Economics y se hizo visitar y aconsejar por Richard Perle, Anthony Giddens, Francis Fukuyama, Bernard Lewis, Benjamin Barber y Joseph Nye, entre otros, a fin de "mejorar la imagen de Libia y de Muamar el Gadafi". Saif explicó al diario argelino Al Jabar (11 de julio, en árabe) que el gobierno francés, a pesar de su posición oficial sobre Libia, estaba negociando con Trípoli:


"Ahora estamos negociando con París, tenemos contactos con Francia. Los franceses nos han dicho que el CNT les obedece; incluso nos han dicho que si llegaban a un acuerdo con nosotros en Trípoli, impondrían un alto el fuego al Consejo. [.] Digo que si Francia quiere vender aviones 'Rafale', si quiere cerrar contratos en relación con el petróleo, si quiere que vuelvan sus empresas, ha de hablar con el gobierno libio legítimo y con el pueblo libio a través de canales pacíficos y oficiales."


El "rey de reyes", por su parte, no se muestra dispuesto a ceder. El 23 de julio reiteró su dura crítica a los pueblos tunecino y egipcio por haber derrocado a sus dictadores. En cualquier caso, el plan de la OTAN preconizado por el Reino Unido se basa en la hipótesis de un "alto el fuego entre el régimen y los rebeldes", lo que implica que los aparatos y barones del régimen se mantendrán en su lugar.
El principal interés que trasluce dicho plan de la OTAN es el deseo de evitar una repetición de la catastrófica gestión llevada a cabo por EE UU de la situación en Irak después de la invasión. Allí, el gobierno de Bush tuvo que elegir entre cooptar el grueso del apartado de Estado baasista o desmantelarlo por completo. Se inclinó por esta última opción, defendida por Ahmed Chalabi y los "neocon" con su descabellado plan de establecer en Irak un Estado minimalista dependiente de EE UU. Así, la nueva "hoja de ruta" libia se inspira en el escenario amparado por la CIA que en su momento se descartó en Irak. Como explicó Mitchell, se basa en "la recomendación de que Libia no siga el ejemplo iraquí de disolver el ejército, que algunos altos funcionarios consideran un error estratégico que dio alas a la insurgencia y favoreció la delicada y volátil situación tras el derrocamiento de Sadam Husein."


Esta misma preocupación fue transmitida al CNT por el ministro británico de Asuntos Exteriores, William Hague, el día después de visitar Bengasi el pasado 5 de junio. "No a la 'desbaasificación', de modo que sin duda (los rebeldes) están aprendiendo de aquello", declaró Hague. "Ahora tienen que hacerlo saber más efectivamente a fin de convencer a miembros del régimen de que esto es algo que podría funcionar." El mismo interés determina la actitud de las potencias occidentales ante el levantamiento revolucionario en Siria. Su influencia en Libia, sin embargo, es mucho mayor. La descripción que hizo Mitchell de la "gran aportación" de las potencias de la OTAN y sus aliados a la gestión de la Libia post-Gadafi -a falta de "botas sobre el terreno"- es tan ridícula que cabe preguntarse si no la hizo de broma:


"La UE, la OTAN y las Naciones Unidas se encargarían de las cuestiones de seguridad y justicia; Australia, Turquía y las Naciones Unidas ayudarían en el suministro de servicios básicos; Turquía, los EE UU y las instituciones financieras internacionales dirigirían la economía. Sin embargo -añadió Mitchell- es sumamente importante que el conjunto de este proceso esté en manos de los libios. Lo que se ha hecho es para servir al pueblo libio."


Este plan A no carece de un plan B, lo que revela la desconfianza de las potencias occidentales en la probabilidad de una "transición ordenada" tras la caída de Gadafi (para retomar la expresión que repitió como un mantra el gobierno de Obama en relación con Egipto). Hablando del plan defendido por el Reino Unido, el Wall Street Journal reveló (el 29 de junio) que funcionarios de la ONU estaban elaborando "planes de contingencia", que incluían "el despliegue de una fuerza armada multinacional" que "probablemente estaría formada por tropas de países de la región como Turquía, Jordania y tal vez países miembros de la Unión Africana." Uno de los defensores de dicho despliegue es, como cabía esperar, uno de los dirigentes occidentales más hostil a los rebeldes libios, el general Carter Ham, actual comandante del Mando África de EE UU (AFRICOM). Comparte esta postura con los militares argelinos, a los que visitó a comienzos de junio, advirtiéndoles del riesgo de que las armas que circulan en Libia puedan caer en manos de Al Qaeda. (Otro factor de la actitud hostil de Argelia es probablemente la perspectiva de emancipación de los bereberes en el oeste de Libia.)


El CNT libio se apresuró a obedecer las instrucciones de la OTAN y presentó su propia versión de la hoja de ruta, evidentemente redactada con vistas a satisfacer la obsesión occidental por el "ejemplo iraquí." Una copia de este plan libio, plasmado en 70 páginas, llegó a manos del Times londinense, que publicó un resumen el 8 de agosto pasado. Contiene cifras detalladas que suenan tan poco plausibles que no cabe más que sospechar que sus autores estaban tratando de contentar a los señores de la OTAN: "Sostiene que 800 agentes de seguridad que están al servicio del gobierno de Gadafi han sido ganados clandestinamente para la causa rebelde y están dispuestos a formar la 'espina dorsal' de un nuevo aparato de seguridad. En el documento se afirma que los grupos rebeldes en Trípoli y las zonas adyacentes cuentan con 8.660 seguidores, entre ellos 3.255 miembros del ejército de Gadafi. Se considera muy probable una deserción masiva de oficiales de alto rango, de los que se afirma que un 70 % no apoyan al régimen más que por puro miedo."


Disensión en las filas de la oposición


El comentario del Times muestra escepticismo sobre la hipótesis del CNT con respecto a la cooptación de sectores del régimen: "Esto seguramente no sólo resultará arriesgado, sino también controvertido, pues muchos combatientes rebeldes están resueltos a eliminar todos los vestigios del régimen." Como había señalado el Wall Street Journal en su información sobre la hoja de ruta defendida por el Reino Unido: "Muchas brigadas rebeldes se han convertido en milicias, algunas de las cuales se niegan a obedecer las órdenes o a colaborar con aquellos que ocupaban cargos militares o de seguridad en el régimen del coronel Gadafi y posteriormente cambiaron de bando para unirse a la rebelión que estalló en febrero. Algunos líderes rebeldes influyentes han llamado a purgar a los leales al régimen de las futuras fuerzas de seguridad y a dar prioridad a quienes hayan luchado contra Gadafi."


La firme decisión de los rebeldes de purgar a quienes hubieran optado por defender a Gadafi contra la insurrección es, de hecho, la clave para entender el comportamiento paradójico de la OTAN que se ha descrito más arriba. Las potencias de la OTAN no quieren que los rebeldes liberen Trípoli con sus propios medios, como declaró sin rodeos el Economist de Londres (16 de junio): "Los gobiernos occidentales tienen la esperanza de que los rebeldes no conquisten Trípoli al cabo de un lento avance desde el este, con el riesgo que ello implicaría de que dieran su merecido a los leales a Gadafi que se encontraran por el camino. Prefieren que el régimen implosione desde dentro y que el pueblo de Trípoli se alce para deponer al coronel, una eventualidad que en círculos gubernamentales occidentales se considera cercana."


Tom Dale ha comentado esta preferencia de la OTAN por una "implosión desde dentro": "¿Por qué iban a preferir las potencias occidentales un golpe por parte del círculo íntimo de Gadafi a la victoria del ejército rebelde? El golpe palaciego comportaría un acuerdo negociado entre los elementos del antiguo régimen que todavía sostienen a Gadafi y la dirección rebelde, que a su vez también abarca a muchas antiguas personalidades del régimen. Los gobiernos occidentales quieren estabilidad e influencia, y para ellos las figuras del antiguo régimen, sin contar a la familia Gadafi, son la mejor garantía en este sentido."


Conviene matizar esta última afirmación. Tomemos el ejemplo del general de división Abdul Fatah Yunis, una de las figuras clave del régimen de Gadafi que se pasó al bando rebelde pocos días después de que comenzara la revuelta. Jefe militar de la rebelión libia hasta que fue asesinado recientemente, había criticado abiertamente la acción de la OTAN y mantenía una relación muy conflictiva con el hombre de la CIA, el coronel Jalifa Haftar (a veces su apellido se escribe Hifter), quien después de vivir en el exilio durante casi un cuarto de siglo, sobre todo en EE UU y cobrando de la CIA, volvió a Libia y fue nombrado por el CNT para un alto cargo militar bajo la presión de Washington. Esta hombre era detestado por muchos miembros de la oposición libia, como explicó el periodista Shashank Bengali en Real News Network (14 de abril): "Aquí hay cierta preocupación por el hecho de que la larga estancia de Hifter en EE UU y sus supuestos lazos con la CIA y otros altos cargos de EE UU hacen de él una figura controvertida entre los libios, que sienten realmente que este levantamiento tiene carácter autóctono. Desean recibir apoyo exterior en forma de armas y reconocimiento del gobierno de oposición libio y no desean que la rebelión pase a estar controlada por alguna fuerza extranjera como la CIA."


La hostilidad entre Yunis y Haftar ha llevado a algunos a sospechar que el asesinato del primero ha sido organizado por CIA a fin de allanar el camino al segundo. Sin embargo, Yunis no ha sido sustituido por Haftar, sino por otro desertor temprano del régimen de Gadafi, el general Suleiman Mahmud, comandante de la provincia oriental afincado en Tobruk hasta su deserción. De hecho, las condiciones no parecen favorables a los hombres que mantienen los lazos más fuertes con el extranjero, como indican ciertos comentarios publicados en el New York Times sobre la disolución del gabinete provisional por parte del CNT en la víspera del asesinato de Yunis:


"La remodelación también parecía responder a un esfuerzo por parte de ciertos grupos de interés dentro del movimiento rebelde, incluidos dirigentes autóctonos que ayudaron a impulsar la revuelta, por afirmar su poder marginando a dirigentes que habían vuelto de exilio y ocupaban cargos clave. Durante meses había habido quejas de que miembros del gabinete eran desconocidos para la mayoría de los libios, pues habían pasado casi todo el tiempo en el extranjero, sobre todo en Qatar, el país que se ha convertido en el defensor más entusiasta de los rebeldes. [.] Un portavoz rebelde ha dicho que van a exigir a [Mahmud] Jibril [el economista neoliberal nombrado por el CNT para dirigir su gabinete, después de haber dirigido las reformas neoliberales del régimen de Gadafi desde 2007 hasta el levantamiento], a quien apenas han visto en Bengasi, que pase más tiempo en Libia."


Una explicación plausible del asesinato de Abdul Fatah Yunis es la que dio su colaborador Mohamed Agury, quien atribuyó el atentado a miembros de la Brigada de los Mártires del 17 de Febrero. (Según otra fuente, los autores del crimen forman parte de un grupo islámico que se autodenomina Brigada Abu Ubaidah Ibn al Jarrah.) El testimonio de Agury da idea de la compleja y heterogénea composición de las fuerzas rebeldes: "La Brigada de los Mártires del 17 de Febrero es un grupo formado por centenares de civiles que tomaron lar armas para unirse a la revuelta. Sus combatientes participan en las batallas de primera línea contra las fuerzas de Gadafi, pero también actúan como una fuerza de seguridad interna semioficial de la oposición. Algunos de sus dirigentes provienen del Grupo de Combate Islámico de Libia, un grupo radical islámico que ya lanzó una campaña violenta contra el régimen de Gadafi en la década de 1990. [.] No se fían de ninguno que haya estado en el régimen de Gadafi, querían venganza," dijo Agury.


Otro acontecimiento revelador que muestra la heterogeneidad de las filas de la oposición fue la "Conferencia para el Diálogo Nacional" celebrada en Bengasi el 28 de julio. Asistieron 350 participantes, entre ellos miembros de la citada Brigada de los Mártires del 17 de febrero y exmiembros de la rama libia de la Hermandad Musulmana, mientras que la Hermandad misma negó cualquier relación con la conferencia. Los asistentes insistieron en la unidad de Libia, su carácter islámico y la necesidad de un diálogo nacional amplio, mientras Al Amin Belhaj, miembro del CNT, declaró que a pesar de que Gadafi y sus hijos no podían permanecer en el poder, sí podían quedarse en Libia bajo protección oficial. Por lo visto, algunos de los participantes tenían contactos con Saif al Islam Gadafi, un dato que encaja bien con las recientes declaraciones de éste al New York Times: "He liberado [a islamistas libios] de la cárcel, les conozco personalmente, son mis amigos", dijo, aunque añadió que la liberación fue "un error" debido a su papel en la revuelta.


Fuera del hotel en que se celebraba la conferencia hubo una manifestación. El reportaje de Aljazeera.net muestra a un hombre joven que sostiene un cartel que dice, en nombre de la Juventud de la Revolución del 17 de Febrero: "La Conferencia Nacional sólo se representa a sí misma". Los manifestantes expresaron su rechazo de cualquier diálogo con Saif al Islam y sus colaboradores. Acusaban a los organizadores de la conferencia de utilizar milicias para tomar el poder antes de que se completara la liberación de Libia. Naima Dyibril, abogada y miembro del "Comité de apoyo a la participación de las mujeres en la toma de decisiones", de Bengasi, se quejó en la página web por la exclusión de las mujeres de la conferencia.
Otros detalles del plan del CNT, según el Wall Street Journal (12 de agosto), muestran un reconocimiento tranquilizador de la complejidad de la situación libia y la voluntad de abordarla de una manera democrática:


"El plan reconoce que la dirección en Bengasi todavía carece del apoyo oficial de las regiones que todavía se hallan bajo control del coronel Gadafi, abriendo un proceso para cubrir 25 puestos vacantes que deberán representar a esas zonas en un órgano que cuenta con 65 escaños. Según el plan, los miembros actuales del Consejo no podrán presentarse a las dos primeras convocatorias de elecciones nacionales, ni aceptar cargos políticos en los gobiernos que salgan de ellas. [...] De acuerdo con el documento, un Consejo Nacional de Transición ampliado -en el que haya representantes de las zonas bajo control de Gadafi- gobernará durante ocho meses a partir de la caída de Gadafi, periodo en el que se celebrarían elecciones para una comisión constitucional y un congreso nacional transitorio de 200 miembros. La representación de cada distrito se concretaría en función del censo de población de 2010. El congreso ejercería el poder durante un periodo transitorio de menos de un año, durante el cual se sometería a votación en referéndum nacional un nuevo proyecto de constitución y sería elegido el nuevo gobierno permanente de Libia de conformidad con lo estipulado en dicha constitución."


Es de esperar que la realidad se ajuste a las previsiones del plan, pero hay muchos factores que se oponen a la aplicación del mismo, dada la compleja maraña de fuerzas tribales, étnicas y políticas que constituyen la sociedad libia, que apenas está saliendo de más de cuatro décadas de uno de los regímenes dictatoriales más desquiciados de la historia moderna. La constitución provisional basada en el plan arriba descrito ya es objeto de contestación en Bengasi, y se acusa al CNT de estar actuando a puerta cerrada. La diferencia fundamental entre el revuelo político en Libia y la situación en Egipto es que en el primer país la oposición y el régimen están separados territorialmente, y que la familia gobernante ha sido derribada en El Cairo, pero todavía no en Trípoli.


Al igual que en Egipto, la batalla política se libra entre diversos grupos de la oposición, algunos de los cuales, especialmente entre las fuerzas islámicas, están dispuestos a contemporizar con instituciones del régimen, mientras que otros, sobre todo entre la juventud, rechazan esta perspectiva y aspiran a una transformación radical de su país. Otra diferencia importante es la ausencia en Libia del papel del movimiento obrero, que es muy importante en el proceso egipcio. (Aunque Kamal Abu Aita, el presidente de la nueva Federación Egipcia de Sindicatos Independientes, me ha informado de que recientemente se ha creado una federación sindical similar en Bengasi.)


La situación en Libia -como en Túnez y Egipto y todos los demás países de Oriente Medio en que se desarrolla el actual proceso revolucionario- se halla al comienzo de un periodo prolongado de evolución tumultuosa. Este es el destino habitual de los levantamientos revolucionarios. Las potencias occidentales tendrán muchas dificultades para controlar el proceso. Carecen de tropas sobre el terreno, aunque tampoco eso les serviría de mucho, vista su incapacidad para controlar la situación en países donde sí han desplegado fuerzas armadas, como Irak y Afganistán. El proceso de liberación y autodeterminación de los pueblos es intrincado y puede atravesar fases inquietantes, pero sin este proceso y la disposición a pagar el coste que conlleva, que puede llegar a ser muy importante, el mundo entero seguiría viviendo bajo regímenes absolutistas.


sábado, 20 de agosto de 2011

EL PODER OCULTO DE DONDE NACE LA IMPUNIDAD DEL ESTADO DE ISRAEL

Los dueños del sistema
EL PODER OCULTO: DE DÓNDE NACE LA IMPUNIDAD DE ISRAEL 
 
La gran complicidad internacional con las masacres periódicas israelíes no se gestan por miedo a Israel, sino por miedo a lo que representa el Estado judío. 
Israel es el símbolo más emblemático, la patria territorial del sionismo capitalista que controla el mundo sin fronteras desde los directorios de los bancos y corporaciones trasnacionales. Israel, básicamente, es la representación nacional de un poder mundial sionista que es el dueño del Estado de Israel tanto como del Estado norteamericano, y del resto de los Estados con sus recursos naturales y sistemas económico-productivos. Y que controla el planeta desde los bancos centrales, las grandes cadenas mediáticas y los arsenales nucleares militares.

Por Manuel Freytas (*) 
manuefreytas@iarnoticias.com


A) El poder oculto

Israel, es la más clara referencia geográfica del sistema capitalista trasnacionalizado que controla desde gobiernos hasta sistemas económico productivos y grandes medios de comunicación,  tanto en los países centrales como en el mundo subdesarrollado y periférico.

El Estado judío, más allá de su incidencia como Nación, es el símbolo más representativo  de un poder mundial controlado en sus resortes decisivos por grupos minoritarios de origen judío, y conformado por una estructura de estrategas y tecnócratas que operan las redes industriales, tecnológicas, militares, financieras y mediáticas del capitalismo trasnacional extendido por los cuatro puntos cardinales del planeta.

Con una población de alrededor de 7,35 millones de habitantes, Israel es el único Estado judío del mundo.

Pero cuando hablamos de Israel, hablamos (por extensión) de la referencia más significante de un sistema capitalista globalizado que controla gobiernos, países, sistemas económicos productivos, bancos centrales, centros financieros, arsenales nucleares y complejos militares industriales.

Cuando hablamos de Israel, hablamos antes que nada  de un diseño estratégico de poder mundial que lo protege, interactivo y totalizado, que se concreta mediante una red infinita de asociaciones y  vasos comunicantes entre el capital financiero, industrial y de servicios que convierte a los países y gobiernos en gerencias de enclave.

El lobby sionista que sostiene y legitima la existencia de Israel, no es un Estado en el lejano Medio Oriente, sino un sistema de poder económico planetario (el sistema capitalista) de bancos y corporaciones trasnacionales con judíos dominando la mayoría de los paquetes accionarios o hegemonizando las decisiones gerenciales desde puestos directrices y ejecutivos.

Quien se tome el trabajo de investigar el nombre de los integrantes de los directorios o de los accionistas de la grandes corporaciones y bancos transnacionales estadounidenses y europeos que controlan desde el comercio exterior e interior hasta los sistemas económico productivos de los países, tanto centrales como "subdesarrollados" o "emergentes", podrá fácilmente comprobar que (en una abrumante mayoría) son de origen judío.

Los directivos y accionistas de las primeras treinta megaempresas trasnacionales y bancos (las más grandes del mundo) que cotizan en el indice Dow Jones de Wall Street, son mayoritariamente de origen judío.

Megacorporaciones del capitalismo sin fronteras como  Wal-Mart Stores, Walt Disney, Microsoft, Pfizer Inc, General Motors, Hewlett Packard, Home Depot, Honeywell, IBM, Intel Corporation, Johnson & Johnson, JP Morgan Chase, American International Group, American Express, AT & T, Boeing Co (armamentista), Caterpillar, Citigroup, Coca Cola, Dupont, Exxon Mobil (petrolera), General Electric,  McDonalds, Merck & Co,  Procter & Gamble, United Technologies, Verizon, son  controladas y/o gerenciados por capitales y personas de origen judío.

Estas corporaciones representan la crema de la crema de los grandes consorcios trasnacionales judeo sionistas que, a través del lobby ejercido por las embajadas estadounidenses y europeas, dictan y condicionan la política mundial y el comportamiento de gobiernos, ejércitos, o instituciones mundiales oficiales o privadas.  

Son los amos invisibles del planeta: los que manejan a los países y a presidentes por control remoto, como si fueran títeres de última generación.

Quien investigue con este mismo criterio, además, los medios de comunicación, la industria cultural o artística, cámaras empresariales, organizaciones sociales, fundaciones, organizaciones profesionales, ONGs, tanto en los países centrales como periféricos, se va a sorprender de la notable  incidencia  de personas de origen judío en sus más altos niveles de decisión.

Las tres principales cadenas televisivas de EEUU (CNN, ABC, NBC y Fox) , los tres principales diarios (The Wall Street Journal, The New York Times y The Washington Post) están controlados y gerenciados (a través de paquetes accionarios o de familias) por grupos del lobby judío, principalmente neoyorquino.

Asimismo como las tres más influyentes revistas (Newsweek, Time y The New Yorker), y consorcios hegemónicos de Internet como Time-Warner (fusionado con América on Line) o Yahoo, están controlados por gerenciamiento y capital  judío que opera a nivel de redes y conglomerados entrelazados con otras empresas.

Colosos del cine de Hollywood y del espectáculo como The Walt Disney Company, Warner Brothers, Columbia Pictures, Paramount, 20th Century Fox, entre otros, forman parte de esta red interactiva del capital sionista imperialista.

La concentración del capital mundial en  mega-grupos o mega-compañías controladas por el capital sionista, en una proporción aplastante, posibilita decisiones planetarias de todo tipo, en la economía, en la sociedad, en la vida política, en la cultura, etc., y representa el aspecto más definitorio de la globalización impuesta por el poder mundial del sistema capitalista imperial.

El objetivo central expansivo de este capitalismo sionista trasnacionalizado es el control y el dominio (por medio de las guerras de conquista o de "sistemas democráticos)  de recursos naturales y sistemas económico - productivos, en un accionar que sus defensores y teóricos llaman "políticas de mercado".

El capitalismo transnacional, a escala global, es el dueño de los estados y sus recursos y sistemas económico- productivos, no solamente del mundo dependiente, sino también de los países capitalistas centrales.

Por lo tanto los gobiernos dependientes y centrales son gerencias de enclave ( por izquierda o derecha) que con  variantes discursivas ejecutan el mismo programa económico y las mismas líneas estratégicas de control político y social.

Este capitalismo transnacional "sin fronteras" del lobby sionista que sostiene al Estado de Israel se asienta en dos pilares fundamentales: la especulación financiera informatizada (con asiento territorial en Wall Street ) y la tecnología militar-industrial de última generación (cuya expresión máxima de desarrollo se concentra en el Complejo Militar Industrial de EEUU).

El lobby sionista internacional, sobre el cual se asientan los pilares existenciales del Estado de Israel, controla desde gobiernos, ejércitos, policías, estructuras económicos productivas, sistemas financieros, sistemas políticos, estructuras tecnológicas y científicas, estructuras socio-culturales, estructuras mediáticas internacionales, hasta el poder de policía mundial asentado sobre los arsenales nucleares, los complejos militares industriales y los aparatos de despliegue militar de EEUU y de las potencias centrales.

A ese poder, y no al Estado de Israel, es al que temen los presidentes, políticos, periodistas e intelectuales que callan o deforman a diario los genocidios de Israel en Medio Oriente  temerosos de quedar sepultados de por vida bajo la lápida del "antisemitismo".


B) El lobby imperial

El lobby sionista pro-israelí, la red del poder oculto que controla Casa Blanca, el Pentágono  y la Reserva Federal  no reza en las sinagogas sino en la Catedral de Wall Street. Un detalle a tener en cuenta, para no confundir la religión con el mito y el negocio.

Cuando se refieren al lobby sionista (al que llaman lobby pro-israelí) la mayoría de los expertos y analistas hablan de un grupo de funcionarios y tecnócratas, en cuyas manos está el diseño y la ejecución de la política militar norteamericana.

A este lobby de presión se le atribuye el objetivo estratégico permanente de imponer la agenda militar y los intereses políticos y geopolíticos del gobierno y el Estado de Israel en la política exterior de EEUU.

Como definición, el lobby pro-israelí es una gigantesca maquinaria de presión económica y política que opera simultáneamente en todos los estamentos del poder institucional estadounidense: Casa Blanca, Congreso, Pentágono,  Departamento de Estado, CIA y agencias de la comunidad de inteligencia, entre los mas importantes.

Por medio de la utilización política de su poder financiero, de su estratégica posición en los centros de decisión, los grupos financieros del lobby ejercen influencia decisiva en la política interna y externa de EEUU, la primera potencia imperial, además de su papel dominante en la financiación de los partidos políticos, de los candidatos presidenciales y de los congresistas.

A nivel imperial, el poder financiero del lobby se expresa principalmente por medio de la Reserva Federal de EEUU, un organismo clave para la concentración y reproducción del capital especulativo a nivel planetario.

El corazón del lobby sionista estadounidense es el poderoso sector financiero de Wall Street que tiene directa implicancia y participación en el nombramiento de funcionarios claves del gobierno de EEUU y de los órganos de control de política monetaria e instituciones crediticias (nacional e internacional) con sede en Washington y Nueva York.

Los organismos económicos financieros internacionales como la OCDE, el Banco Mundial, el FMI, están bajo directo control de los bancos centrales y de los gobiernos de EEUU y de las potencias  controladas por el lobby sionista internacional (Gran Bretaña, Alemania, Francia, Japón, entre las más relevantes).

Organizaciones y alianzas internacionales como la ONU, el Consejo de Seguridad y la OTAN están controlados por el eje sionista USA-Unión Europea cuyas potencias centrales son las que garantizan la impunidad de los exterminios militares de Israel en Medio Oriente, como sucedió con la última masacre de activistas solidarios con el pueblo de Gaza.

Las principales instituciones financieras del lobby (Goldman Sachs, Morgan Stanley, Lehman Brothers, etc) y los principales bancos (Citigroup, JP Morgan y Merrill Lynch, etc), influyen decisivamente para el nombramiento de los titulares de la Reserva Federal, el Tesoro, y la secretaría de Comercio, además de los directores del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional.


C) El mito del "antisemitismo"

A este fenómeno de "poder capitalista mundial" judío, y no a Israel, es lo que temen los presidentes, políticos, periodistas, e intelectuales que evitan puntillosamente condenar o nombrar los periódicos genocidios militares de Israel en Gaza, repitiendo lo que ya hicieron durante la masacre israelí en Libano en el 2006.

La gran complicidad internacional con las masacres periódicas israelíes no se gestan por miedo al Estado de Israel sino por miedo a lo que representa el Estado de Israel.

No se trata de Israel, un Estado sionista más, sino del "Gran Israel", la patria del judaísmo mundial (con territorio robado a los palestinos), de la cual todos los judíos del mundo se sienten sus hijos pródigos desperdigados por el mundo.

No se trata de Israel, sino de las poderosas organizaciones y comunidades judías mundiales que apoyaron en bloque el genocidio militar de Israel en Gaza, que utilizan su poder y "escala de prestigio" (construida mediante su victimización histórica con el Holocausto) para convertir en un leproso social al que se atreva criticar o a levantar la voz contra el exterminio militar israelí en Gaza.

Los gobiernos del mundo capitalista, los periodistas, intelectuales, organizaciones sindicales y sociales no le temen a Israel, sino a su lapidación social como "antisemita" (mote que se le otorga al que enfrenta y/o denuncia al sionismo judío).

No le temen al Estado de Israel, sino a los hijos de Israel camuflados en los grandes centros de decisión del poder mundial, sobre todo económicos-financieros y mediático-culturales.

Los políticos, intelectuales y periodistas del sistema no temen a Israel, sino que temen a los medios, organizaciones y empresas judías, y a su influencia sobre los gobiernos y procesos económicos-culturales del sistema sionista capitalista extendido por todos los países a escala planetaria.

En definitiva temen que las empresas, las universidades, las organizaciones y las fundaciones internacionales sionistas que financian y o promocionan sus ascensos y puestos en la maquinaria del sistema los declaren "antisemitas" y los dejen sin trabajo, sin vacaciones y sin jubilación.

Esa es la causa principal que explica porque los intelectuales, académicos  y periodistas del sistema viven elucubrando sesudos análisis de la "realidad" política, económica y social sin la presencia de la palabra judío o del sistema capitalista que paga por sus servicios.

Si bien hay un grupo de intelectuales y de militantes judíos de izquierda (entre ellos Chomsky y Gelman, entre otros) que condenaron y protestaron contra el genocidio israelí en Gaza, la mayoría abrumante de las comunidades y organizaciones judías a escala planetaria apoyaron explícitamente la masacre de civiles en Gaza argumentando que se trataba de una "guerra contra el terrorismo".

A pesar de que Israel no invadió ni perpetró un genocidio militar en Gaza con la religión judía, sino con aviones F-16, misiles, bombas de racimo, helicópteros Apache, tanques, artillería pesada, barcos, sistemas informatizados, y una estrategia y un plan de exterminio militar en gran escala, quien cuestione esa masacre es condenado por "antisemita" por el poder judío mundial distribuido por el mundo.

A pesar de que el lobby judío sionista  que controla Israel, tanto como la Casa Blanca, el Tesoro y la Reserva Federal de EEUU no reza en las sinagogas sino en la Catedral de Wall Street, el que lo critique es tildado de inmediato como "antisemita" o "nazi" por las estructuras mediáticas y culturales controlados por el poder judío mundial.

Las campañas de denuncia de antisemitismo con las que Israel y las organizaciones judías buscan neutralizar a las criticas contra la masacre, abordan la cuestión como si el sionismo judío (sostén del estado de Israel) fuera una cuestión "racial" o religiosa, y no un sistema de dominio imperial que abarca interactivamente el plano económico, político, social y cultural, superando la cuestión de la raza o de las creencias religiosas. 

El lobby sionista no controla el mundo con la religión: lo maneja con bancos, trasnacionales, hegemonía sobre los sistemas económicos-productivos, control sobre los recursos naturales, control de la red informativa y de manipulación mundial, y manejo de los valores sociales a través de la publicidad, la cultura y el consumo estandarizado y globalizado por los medios de comunicación.

En definitiva, el lobby judío no representa a ninguna sinagoga ni expresión racial, sino que es la estructura que maneja el poder mundial a través del control sobre los centros económicos-financieros y  de decisión estratégica del sistema capitalista expandido como civilización "única".

Antes que por la religión y la raza, el lobby sionista y sus redes se mueven por una ideología política funcional: el sionismo capitalista-imperial que antepone el mercado, la concentración de riqueza, la "política de negocios", a cualquier filosofía que roce las nociones del "bien" o del "mal" entendidos dentro de parámetros sociales.

Entonces: ¿De qué hablan cuando hablan de "antisemitismo" o de "anti-judaismo religioso? ¿En que parámetros referenciales se basa la condición de "antisemita"? ¿Quién es antisemita? ¿Quién critica a los judíos por su religión o por su raza en las sociedades del mundo?

A lo sumo, a los judíos, como está probado en la realidad social de cualquier país, no se los critica por su religión o condición racial sino por su apego excesivo al status del dinero (también cultivado por otras colectividades) y a integrar estructuras o jerarquías de poder dentro de un sistema injusto de opresión y de explotación del hombre por el hombre, como es el sistema capitalista.

Salvo los grupos minoritarios de fanáticos y racistas que sólo se representan a sí mismos, en las  sociedades (salvo el nazismo alemán y algunas excepciones) casi nunca hubo "persecución religiosa o racial" del judío, si no que hubo una asociación del judío con la "peor cara del capitalismo", representada en el sistema económico-financiero especulativo.


En resumen:

El  lobby sionista que protege al Estado de Israel (por "derecha" y por "izquierda) esta conformado por una estructura de estrategas y tecnócratas que operan las redes industriales, tecnológicas, militares, financieras y mediáticas del capitalismo trasnacional extendido por los cuatro puntos cardinales del planeta.

Sus redes se expresan a través de una multiplicidad de organizaciones dedicadas a promover el actual modelo global, entre las que se cuentan principalmente: The Hudson Institute, The RAND Corporation, The Brookings Institution, The Trilateral Commission, The World Economic Forum, Aspen Institute, American Enterprise Institute, Deutsche Gesellschaft für Auswärtigen Politik, Bilderberg Group, Cato Institute, Tavestock institute, y el Carnegie Endowment for International Peace, entre otros.

Todos estos think tanks o "bancos de cerebros", reúnen a los mejores tecnócratas, científicos y estudiosos en sus respectivos campos, egresados de los las universidades de EEUU, Europa y de todo el resto del mundo.

El lobby no responde solamente al Estado de Israel (como afirman los analistas de la "cara derechista" de los neocons) sino a un poder mundial sionista que es el dueño del Estado de Israel tanto como del Estado norteamericano, y del resto de los Estados con sus recursos naturales y sistemas económico-productivos.

El lobby no solamente está en la Casa Blanca sino que abarca todos los niveles de las operaciones del capitalismo a escala trasnacional, cuyo diseño estratégico está en la cabeza de los grandes charmans y ejecutivos de bancos y consorcios multinacionales que se sientan en el Consenso de Washington y se reparten el planeta como si fuera un pastel.

Ni la izquierda ni la derecha partidaria hablan de este poder "totalizado" por la sencilla razón de que ambas están fusionadas (a modo de alternativas falsamente enfrentadas) a los programas y  estrategias del capitalismo trasnacional que controla el planeta.

Por lo tanto, y mientras no se articule un nuevo sistema de comprensión estratégica (una "tercera posición" revolucionaria del saber y el conocimiento) el poder mundial que controla el planeta seguirá perpetuándose en las falsas opciones de "izquierda" y "derecha".

Y el lobby judío de "derecha" de los republicanos conservadores seguirá sucediendo  al lobby judío "de izquierda" de los demócratas liberales en una continuidad estratégica de las mismas líneas rectoras del Imperio sionista mundial.

Y las masacres del Estado de Israel seguirán, como hasta ahora, impunes y protegidas por las estructuras del sistema de poder mundial sionista capitalista que lo considera como su "patria territorial".

FUENTE: IAR NOTICIAS -  5 DE JUNIO DE 2010

Manuel Freytas es periodista, investigador, analista de estructuras del poder, especialista en inteligencia y comunicación estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados en la Web.


jueves, 18 de agosto de 2011

LA TRILATERAL COMISSION SIGUE MANEJANDO EL PODER MUNDIAL

UNA OLIGARQUÍA TIENE EL PODER POLÍTICO EN LOS EEUU


LA COMISIÓN TRILATERAL DOMINA
EL GOBIERNO DE OBAMA
La oligarquía estadounidense para defender sus intereses de casta y controlar el poder político a nivel nacional se ha apoyado en estructuras sociales cerradas o secretas como los Skull & Bones o el Council on Foreign Relations (CFR). A nivel internacional han creado también organismos ultra-confidenciales que ellos dirigen y auspician, como el Grupo Bilderberg, incorporando las elites y oligarquías de diferentes países en busca de un gobierno mundial. Nuestro colega Patrick Wood nos explica cómo funciona la Comisión Trilateral, una pieza más de este complejo engranaje.



RED VOLTAIRE | CALIFORNIA (EEUU) 
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Shultz (izquierda), Kissinger (derecha) con el presidente Obama (centro) en la Casa Blanca (Washington), 20 de mayo de 2009. ¿Aconsejándole o diciéndole lo qué tiene que hacer?
En sus primeros diez días, Barack Obama escogió de la Comisión Trilateral a once miembros claves que pasarían a formar parte de su administración gubernamental. Así introdujo una potente fuerza exterior en el liderazgo de su gobierno, pero con una agenda básica que más bien perjudica a los ciudadanos de EEUU.
Además de estos nombramientos, Obama llevó a la Casa Blanca a miembros relevantes de la Trilateral, como su principal consejero en política exterior Zbigniew Brzezinski, cofundador de la Comisión junto con David Rockefeller en 1973.
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Video: Kissinger uno de los cerebros y correa de transmisión de la oligarquía estadounidense trabajando conjuntamente con el CRF y el grupo Bilderberg.
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La Comisión Trilateral tiene gran responsabilidad en el estado actual del mundo. Se constituyó en 1973 como un centro mundial de supuestos pensadores que diseñaron el giro multinacional del capitalismo hacia el llamado neoliberalismo, que ha sido una radicalización a la derecha -neo conservadora- de la concepción keynesiana más clásica de la economía, del rol del Estado, la intensificación de la explotación mundial del trabajo y la hegemonía militar mundial de los países más ricos del planeta y sus corporaciones transnacionales.
La Trilateral es una suerte de gran partido político mundial de derecha. Según su sitio web, fue formada por ciudadanos particulares de Japón, Europa (países de la Unión Europea) y Norteamérica (Estados Unidos y Canadá) para fomentar una colaboración más estrecha entre las áreas industrializadas democráticas relevantes del mundo [en oposición al campo socialista de entonces] para compartir responsabilidades en la dirección en un sistema internacional más amplio.
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Kissinger aconseja a la republicana Sarah Palin, apoya a Hillary Clinton (demócrata), ayuda al fállido candidado presidencial republicano McCain que perdió contra Obama, y trabaja con Jeb Bush, gobernador del estado de Florida, hermano de George W. Bush.
Según la lista oficial, la Comisión Trilateral posee 424miembros, pero sólo 87 pertenecen a EEUU y otros 337 provienen de otros países. Así, en sus primeras dos semanas, Obama nombró la cuota de representantes gubernamentales, que constituyen el 12% de la representación de EEUU en la Comisión, aunque conserva muchos otros vínculos con la Trilateral, por ejemplo la membrecía permanente de William Jefferson Clinton, el esposo de la Secretaria de Estado Hillary Clinton. Las once designaciones de Obama recayeron en los siguientes personajes:
- Tim Geithner, Secretario de Hacienda
- Susan Rice, Embajadora en Naciones Unidas
- General James L. Jones, Consejero de Seguridad Nacional
- Thomas Donilon, Consejero Comisionado de Seguridad Nacional
- Paul Volker, Presidente del Comité de Recuperación Económica
- Almirante Dennis C. Blair, Director de Inteligencia Nacional
- KurtM. Campbell, Secretario de Estado Auxiliar - Asia y Pacífico
- James Steinberg, Comisionado de la Secretaria de Estado
- Richard Haass, Enviado Especial del Departamento de Estado
- Dennis Ross, Enviado Especial del Departamento de Estado
- Richard Holbrooke, Enviado Especial del Departamento de Estado
La administración Obama y la Comisión Trilateral tienen muchos otros vínculos. A manera de ejemplo, el grupo informal de consejeros del Secretario de Hacienda Tim Geithner incluye a los miembros de la Comisión E. Gerald Corrigan, banquero, ex presidente de la Reserva Federal (RF); Paul Volker, ahora cabeza de la recuperación económica de Obama; Alan Greenspan, el anterior jefe de la RF y Peter G. Peterson, prominente banquero e inversionista. El primer empleo de Geithner después de salir de la universidad fue al servicio del trilateralista Henry Kissinger en la oficina Kissinger y Asociados.
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Kissinger estuvo implicado en el golpe de Estado contra el presidente chileno Salvador Allende, apoyó a Pinochet en la tortura y miles de asesinatos, todas las fechorías de Kissinger están documentadas por Amnistía Internacional, una organización en defensa de los Derechos Humanos.
El trilateralista Brent Scowcroft, que de tendero se convirtió en banquero, ha sido consejero oficioso de Obama y fue mentor del actual Secretario de Defensa Robert Gates (VerTema Nº 07). También es miembro de la Comisión Robert Zoelick, ex Secretario de Comercio y presidente actual del Banco Mundial designado por la administración GeorgeW. Bush.
El sitio web afirma: «La membrecía de la Comisión Trilateral está compuesta por cerca de 400 líderes distinguidos en los negocios, medios de información, academia, servicio público (excluyendo ministros de gabinetes nacionales actuales), sindicatos y otras organizaciones no gubernamentales de las tres regiones. Los presidentes regionales, vicepresidente y directores constituyen la dirección de la Comisión Trilateral, junto con un Comité Ejecutivo que incluye cerca de otros 40 miembros».
Desde 1973, la Comisión Trilateral se reúne regularmente en sesiones plenarias para discutir manifiestos políticos desarrollados por sus miembros. Las políticas se debaten hasta alcanzar consensos. Los miembros respectivos regresan a sus propios países a instrumentar consistentemente las políticas acordadas en esos consensos.
El propósito original de la Comisión Trilateral fue la creación de un «Nuevo Orden Económico Internacional» [es decir, la llamada globalización]. Su declaración actual fortalece incentivar una «colaboración más estrecha entre éstas áreas industrializadas democráticas dominantes del mundo con responsabilidades compartidas en la dirección de un sistema internacional más amplio».
Desde la administración Carter, los trilateralistas ha llevado a cabo estas influyentes posiciones desde cargos claves controlados por el gobierno de EEUU: seis de los ocho últimos presidentes del Banco Mundial; los presidentes y los vicepresidentes de Estados Unidos (a excepción de Obama y Biden); más de la mitad de todos los Secretarios de Estado de EEUU; y tres cuartas partes de los Secretarios de Defensa.
Durante el trienio 2009-2012, la agenda de la Comisión será guiada por dos grandes convicciones. Primero, la Comisión Trilateral seguirá siendo más importante que nunca para preservar la dirección compartida de los países ricos en un sistema internacional más amplio. Segundo, la Comisión «ensanchará su marco para reflejar cambios más amplios en el mundo».
De esta manera, el Grupo Japonés se convirtió en Grupo Asia Pacífico, que incluye a miembros de China e India, y añadieron a miembros mexicanos al Grupo Norteamérica (Canadá y EEUU). El Grupo Europeo continúa ensanchándose conforme a la ampliación de la Unión Europea.

Actualización de PatrickWord (de August Review.com)

El concepto «influencia indebida» se nos presenta al considerar el número de miembros de la Comisión Trilateral en [altos cargos de] la administración Obama. Tienen el control de las áreas de nuestras necesidades nacionales más urgentes: crisis financiera y económica, seguridad nacional y política exterior.
El conflicto de intereses resulta patente. Con el 75% de membrecía de individualidades no estadounidenses en la Trilateral ¿qué influencia sigue teniendo esta contundente mayoría sobre el 25% restante?
Por ejemplo, cuando Chrysler sometió su quiebra bajo la protección y control de la administración Obama, rápidamente se decidió que el fabricante italiano de automóviles FIAT asumiría el control de esa compañía. La persona designada para el trato fue el secretario del Tesoro o Ministro de Hacienda, Timothy Geithner, miembro de la Comisión Trilateral. ¿Les sorprendería saber que el presidente de FIAT, Luca di Montezemolo, también es un camarada miembro?
El Congreso debió detener este trato en el momento en que fue sugerido. Muchos miembros europeos de la Comisión Trilateral son también jefes máximos de la Unión Europea. ¿Qué oscilación política y económica tienen a través de sus contrapartes estadounidenses? Si se lo preguntaran en alguna encuesta, la gran mayoría de los estadounidenses diría que los negocios de EEUU son suyos propios, y deben mantenerse cerrados a la interferencia de extranjeros con agendas no-estadounidenses. Pero la inmensa mayoría de los estadounidenses no tiene ninguna idea sobre qué es la Comisión Trilateral, mucho menos del enorme poder que ha usurpado desde que en 1976 Jimmy Carter fue el primer miembro trilateral que resultó electo presidente. (Tema del Proyecto Censurado Nº 1, 1976).
A la luz de la crisis financiera sin precedente de hoy, los trilateralistas serían aborrecidos si realmente leyeran la declaración de Zbigniew Brzezinski (cofundador de la Comisión con David Rockefeller) estampada en su libro de 1971 «Entre dos edades: El papel de EEUU en la era tecnotrónica», que dice así: «La nación-estado como unidad fundamental de la vida organizada del hombre ha dejado de ser la principal fuerza creativa: Los bancos internacionales y las corporaciones transnacionales son [ahora] actores y planificadores en los términos que antiguamente se atribuían los conceptos políticos de nación-estado». [Es decir, envió al cuarto de los juguetes en desuso los conceptos básicos de estado nación, soberanía de las naciones y papel del Estado en la sociedad, para promover un mundo gobernado por los bancos y las corporaciones transnacionales].
Con todo, esto es exactamente lo qué está sucediendo. Los bancos y las corporaciones globales son círculos que aprietan alrededor de la nación-estado, incluyendo a Estados Unidos. No tienen ningún respeto por el debido proceso, el Congreso o la voluntad de los pueblos.
¿Por qué han mantenido a los estadounidenses en la oscuridad con respecto a un tema tan grande que sacude nuestro país en su misma base?

La Trilateral controla los grandes medios de comunicación

La respuesta es simple: El liderazgo principal de los grandes medios de información también está saturado de miembros de la Comisión Trilateral, quienes pueden suprimir selectivamente las noticias que deberían cubrirse, por ejemplo:
- David Bradley, presidente de AtlanticMedia Company.
- Karen Elliot House, ex vicepresidente sénior de Dow Jones & Company, y editora del The Wall Street Journal, propiedad de Rupert Murdoch.
- Richard Plepler, copresidente de HBO.
- Charlie Rose, de PBS, Servicio Público de Radio y TV de EEUU.
- Fareed Zakaria, redactor de Newsweek.
- Mortimer Zuckerman, presidente de U.S. News &World Reports
Existen muchas otras conexiones con el nivel superior de los medios de información originada por la membrecía o participación en las direcciones corporativas y la propiedad accionaria común. Para más información, consultar el libro publicado originalmente en 1978 por este escritor, “Trilaterals Over Washington”, que está disponible [en inglés] en formato electrónico y sin ningún costo en www.AugustReview.com.
Este sitio también tiene muchos trabajos que analizan diversos aspectos de la hegemonía de la Comisión Trilateral en Estados Unidos y en otras partes del mundo, puesto que fue fundada en 1973.
Patrick Wood