viernes, 8 de mayo de 2015

40 AÑOS DE LA DERROTA DEL IMPERIALISMO YANQUI EN VIETNAM

Hace 40 años el heroico pueblo vietnamita derrotaba la invasión imperialista yanqui


Liberación del Sur: victoria conducente a la reunificación nacional

La liberación de Saigon (hoy Ciudad Ho Chi Minh) el 30 de abril de 1975 dio el toque final de la prolongada lucha llena de sacrificios y hazañas gloriosas del pueblo vietnamita por la reunificación nacional. 

En ocasión del aniversario 40 de la histórica efeméride, la Agencia Vietnamita de Noticias (VNA) ofrece a continuación un breve resumen de las campañas más importantes desarrolladas por las fuerzas patrióticas del 4 de marzo al 30 de abril de 1975. 

La campaña estratégica Tay Nguyen (Altiplanicie Occidental) del 4 de marzo al 3 de abril de 1975, con asalto al punto clave de Buon Ma Thuot, cabecera de la provincia altiplana de Dak Lak, inició la Ofensiva General y levantamientos populares de la Primavera de 1975. 

En julio de 1954, bajo la orientación del entonces secretario general del Partido Comunista de Vietnam (PCV), Le Duan, el Estado Mayor General del Ejército Popular de Vietnam comenzó la elaboración del plan estratégico de liberación del Sur. 

En los meses de octubre y diciembre, los miembros del Buró Político (BP) y la Comisión Militar Central del PCV celebraron dos reuniones, durante las cuales ratificaron su determinación y aprobaron la estrategia. 

La decisión tomada por el partido es liberar el Sur en dos años de 1975 y 1976. Constituyeron las principales metas en ese período consolidar las fuerzas armadas y llevar a cabo sucesivos ataques y sublevación popular a fin de debilitar al enemigo y crear condiciones favorables para la gran ofensiva y levantamiento general en 1976. 

A inicios de 1975, basado en sus estimaciones del poderío de las fuerzas enemigo y de sí mismo, el BP tomó la decisión de lanzar una ofensiva general para liberar totalmente el Sur del país y derrotar a los invasores estadounidenses. 

Con el fin de realizar con éxito el plan, se creó una posición coordinada en todo el campo de batalla, estrechando el cerco en torno a Saigon y los municipios alrededores e impulsando la lucha en las tres regiones estratégicas del territorio sureño. 

La primera cuestión es seleccionar un campo de batalla para comenzar el despliegue del plan estratégico. 

Basado en un estudio integral, el Buró Político y la Comisión Militar Central del PCV determinaron que la Altiplanicie Occidental constituye el escenario inexpugnable por su posición geográfica. 

Sin embargo, es donde la fuerza de defensa del enemigo se muestra más débil comparado con las acantonadas en los demás campos de batalla a lo largo de la región de la llanura central y el sureste. 

Al contrario, Tay Nguyen es para las fuerzas revolucionarias el lugar donde puede movilizar las fuerzas diversas para formar un gran puño y realizar una operación interarmas y aprovechar los bosques para mantener sus acciones en secreto, garantizando la sorpresa de los ataques a los enemigos. 

Comprendiendo que la victoria en ese campo creará un trampolín para avanzar en la zona deltaica central y dividir así las fuerzas enemigas, los dirigentes del PCV decidieron elegir Buon Ma Thuot como el punto álgido para la arremetida. 

La dirección nacional designó el 5 de febrero de 1975 al general de división Hoang Minh Thao jefe de la Comandancia de la Campaña Tay Nguyen 

A las 2:30 de la madrugada del 10 de marzo de 1975, el regimiento de misión especial número 198, fortificado con otras unidades con armas B72 y DKZ, acometió el aeropuerto de Buon Ma Thuot (conocido como aeródromo Hoa Binh). 

Tras 30 horas de lucha consecutivas, a las 11:00 del día siguiente, Buon Ma Thuot fue librado totalmente. 

Se trata de una ofensiva de significado estratégico que marcó el derrumbo por “efecto de dominó” de las tropas estadounidenses. 

Según Le Duan, la hazaña Buon Ma Thuot, dejó una gran huella la historia vietnamita como una epopeya que dio inicio a la Ofensiva general de la Primavera. 

Con este triunfo, el BP decidió el 18 de marzo de 1975 adelantar su plan de liberar el Sur en el mismo año. 

La campaña Tay Nguyen culminó el 3 de abril, bajo la estrecha cooperación entre las fuerzas armadas y los pobladores y etnias minóricas en la Altiplanicie Occidental. Todas las provincias altiplanas y la región centrosureña quedaron liberadas. 

Según especialistas, el ataque a Buon Ma Thuot demostró el sabio liderazgo del PCV en todos los aspectos desde la selección del campo de batalla, el momento para desencadenar la acometida y el punto clave para el ataque hasta el aprovechamiento de oportunidades para emprender y desarrollar la operación. 

La campaña Tay Nguyen marcó un cambio crucial en la estrategia, creando condiciones propicias para que el ejército norvietnamita encaminara con un año de antelación la liberación total del Sur. 

La victoria es fruto de los 30 años prolongados en la formación de contingente y lucha ardua del pueblo vietnamita y las minorías de la Altiplanicie Occidental. 

Hoang Minh Thao enfatizó que el éxito de esa campaña creó nuevas fuerzas para el Ejército norvietnamita y apoyó en gran medida al espíritu combativo del pueblo.-VNA 

Tropas especiales vietnamitas e historias poco contadas

En la lucha armada por la reunificación de Vietnam, resultó estratégica la contribución de las tropas especiales del Ejército Popular, con muchas de sus hazañas reveladas hace poco. 

Fundadas por orientación del Presidente Ho Chi Minh, esas unidades elites crecieron en el seno de la lucha libertadora contra los invasores estadounidenses y dispusieron de fuerzas acuáticas, terrestres y urbanas. 

Su potencia no residió en sofisticadas armas sino en la experiencia acumulada de las históricas guerras de defensa nacional, una paciencia ejemplar, una rara capacidad de resistencia corporal y, sobre todo, una férrea voluntad. 

Con esas cualidades, los combatientes de “cabeza descubierta y pie descalzo” se convirtieron en una pesadilla para los invasores extranjeros al cumplir misiones casi imposibles. 

Para dar un ejemplo, el coronel Do Van Ninh, ex-vicecomandante y jefe del Estado Mayor de la Fuerza Especial, citó la destrucción en marzo de 1975 del almacén de armas del aeropuerto de Bien Hoa, donde se encontraba la mayor reserva de explosivos estadounidenses. 

Exploradores del batallón especial 113, asignado para la tarea, se aproximaron y cavaron un túnel para permanecer al lado del blanco, pero no pudieron penetrar a través de la densa cerca e intensa guardia del enemigo, dada la importancia estratégica del lugar. 

Tras semanas de observación y análisis del sistema defensivo, cinco combatientes fueron enviados al almacén por el río de Dong Nai, vía menos esperada por los defensores. 

Lograron instalar bombas de tiempo en determinados puntos y se retiraron antes de activarlas sin pérdida alguna. 

Otra hazaña poco contada fue la liberación del archipiélago Truong Sa a principios de abril de 1975, según órdenes directas del legendario general y comandante en jefe Vo Nguyen Giap. 

"Una compañía de 250 combatientes acuáticos tuvo la tarea de atacar seis grupos de islas fortificadas en una amplia y lejana zona marina sin ningún vehículo de guerra o conocimiento del lugar y sistemas defensivos", recordó el octogenario general Mai Nang, el comandante de esa campaña. 

"La misión, añadió el ex Comandante de la Fuerza Especial, fue la primera de su tipo, para la cual sus efectivos no tuvieron experiencia similar alguna, ni tiempo para exploraciones por cuestiones de urgencia y sorpresa. Entonces, debimos aplicar una táctica nueva de explorar y atacar a la vez, reveló el condecorado posteriormente con el título Héroe de las Fuerzas Armadas". 

Desde tres barcos simulados como pesqueros, los soldados nadaron dos millas marinas para aproximarse a sus objetivos, con plena disposición de sacrificarse al saber que no tenían ningún tipo de refuerzos, narró Nang. 

Pero sólo 15 minutos después de bajar al agua, el entonces coronel recibió otra orden para detener la operación. Visto que era imposible revertir el ataque, Nang decidió asumir la responsabilidad y llevarlo a cabo. 

Con valentía, determinación y magistral arte de combate, las tropas especiales acuáticas recuperaron un valioso territorio y legítimo de Vietnam en el Mar Oriental, con sólo dos bajas. 

Otro histórico mérito de estas fuerzas en aquella gloriosa primavera fue la ocupación de 14 puentes alrededor de Saigon, capital del régimen pronorteamericano. 

Esta misión resultó vital para el avance directo de las cinco columnas libertadoras hacia los centros neurálgicos del enemigo y aceleró así la reunificación del país. 

A diferencia de otras operaciones, cuyas metas solían ser atacar y destruir, esta misión fue la de atacar ocupar y defender la posición, destacó el coronel Van Ninh, también Héroe de las Fuerzas Armadas. 

Su pelotón logró aniquilar unidades guardianas de forma rápida en sorprendentes combates nocturnos en el puente Ghenh, narró y remarcó que la batalla para defender ese nudo de transporte resultó mucho más cruenta. 

En varios casos, los equipos elites combatían hasta dos días bajo fuego del enemigo sin conocer el momento de la entrada de las fuerzas principales. 

En Ghenh, 50 de los 52 movilizados cayeron en combate, pero ninguno abandonó su puesto y el pelotón logró defenderlo hasta el final, contó el veterano coronel con expresa lastima y orgullo a la vez. 

Otro personaje histórico, el sargento de tropas especiales Pham Duy Do participó en la ocupación y defensa del puente de la carretera Bien Hoa y fue quien después ondeó la bandera libertadora en el palacio presidencial del gobierno títere de Saigon, hecho que marcó la victoria final de los revolucionarios. 

Ingresado al Ejército a los 17 años de edad y en su vida militar de seis años, Duy Do se escapó dos veces de la muerte pese a graves heridas pero no pudo hacer lo propio del Agente Naranja o la dioxina esparcida en los bosques vietnamitas durante la guerra, reveló el ex combatiente elite en entrevista con la VNA. 

Sus hijos sufren hoy de defectos físicos y mentales causados por ese tóxico, uno de los peores conocidos por el hombre, pero se consideró aún afortunado de poder disfrutar una vida pacífica y sencilla cuando otros compañeros cayeron en la lucha. 

La operación de los 14 puentes fue el mayor ejercicio de las tropas especiales vietnamitas durante la guerra, con la participación de una división, una brigada, cuatro batallones y numerosos comandos urbanos. 

Esas construcciones abrieron, el 30 de abril de 1975, el paso para la entrada triunfante del Ejército Popular en Saigon, inaugurando una nueva era de reunificación, paz y desarrollo.

Ho Chi Minh, forjador de la victoria que desgraciadamente 
 murió antes de la misma.


FUENTE: AGENCIA VIETNAMITA DE NOTICIAS

GRACUS: EL MANIFIESTO DE LOS PLEBEYOS Y OTROS ESCRITOS

EL MANIFIESTO DE LOS PLEBEYOS
Gracchus Babeuf 
El manifiesto de los plebeyos y otros escritos. 
Colección Exhumaciones.
Editorial Godot. Buenos Aires, 2014. 

Sumando textos para su excelente Colección Exhumaciones, la Editorial Godot ha publicado El manifiesto de los plebeyos y otros escritos, de Francois-Noel Babeuf (1760-1797), el destacado revolucionario francés, más conocido como Gracchus o Graco Babeuf.

Nacido en Saint Quentin el 23 de noviembre de 1760, Babeuf fue un importante político, teórico y revolucionario, que adhirió inicialmente a la Revolución Francesa de 1789. Luego, crítico profundo de ella, Babeuf fue encarcelado el 19 de mayo de 1790, aunque liberado dos meses más tarde por la intervención del médico y científico revolucionario francés Joan-Paul Marat (1743-1793). 

Pocos meses después de su liberación, en octubre de 1790, Babeuf comenzó a editar Le Correspondant Picard. Se instalò en Paris en  1793 y fue nuevamente encarcelado desde el 14 de noviembre de ese año hasta el 18 de julio de 1794. El 3 de septiembre de 1794 comenzó a publicar el periódico Journal de la Liberté que, a partir del 5 de octubre se convirtió en Le Triubun du peuple que tuvo gran difusión. Es otra vez encarcelado el 7 de febrero de 1795 situación en la que permaneció hasta el 18 de octubre de 1795. Liberado,  relanzó Le Tribun du peuple.

Después de haber sido elegido por el distrito de Montdidier en 1792, Babeuf se apartó de la función pública y activó políticamente en el Club del Panteón, que agrupaba a antiguos jacobinos y a las víctimas de la reacción.

En 1796 Napoleón Bonaparte, jefe del Ejército del Interior, cerró el Club del Panteón. Babeuf creó entonces un comité de insurrección secreto compuesto por siete miembros, que lo incluía, y lanzó una campaña de agitación  popular,  motor de la “Conspiración de los Iguales” (1796), que debía derrocar al Directorio y poner en vigor la Constitución de 1793. 

El Directorio, informado de  la conspiración, hizo detener a los conjurados, entre ellos a Babeuf que fue ejecutado el 27 de mayo de 1797. Tenía 37 años.

En este libro, de utilísima lectura han sido reunidos los siguientes trabajos de Babeuf, publicados en El Tribuno del Pueblo entre 1795 y 1796: El manifiesto de los plebeyos (1795), ¿Qué hacer? (1796), La posibilidad del comunismo (1796), Llamamiento apremiante a los patriotas (1796), Permanecer firmes (1796).

FUENTE: GRACUS/ BABEUF (PUBLICACIÓN DIGITAL) 
Autoría de la reseña: Víctor Garcia Costa. Periodista e historiador.

REFLEXIONES SOBRE VIOLENCIA REAL Y SIMBÓLICA - LA VICTIMIZACIÓN DEL PODER MEDIÁTICO

MOLOTOV

Por Luis Bruschtein / Página 12

Desde el Grupo Clarín se demoniza a La Cámpora como “sectaria, estalinista y violenta”. Uno de los periodistas del Grupo suele calificar a Víctor Hugo Morales como “mayordomo del gobierno”. El jueves hubo un atentado con bombas molotov contra un local de La Cámpora y el miércoles el periodista Víctor Hugo Morales fue agredido cuando trataba de realizar una nota que denunciaba al Grupo por apropiarse de una calle. Quizás los atacantes del local político y del popular periodista radial se sientan justificados por esta prédica mediática de integrantes del grupo que, al mismo tiempo, se victimizan sin motivo. Con el respaldo de un gran despliegue mediático crean la falsa imagen de que los atacados son ellos y no los que ellos atacan. En general, los que sí sufrieron agresiones han sido los periodistas que confrontan con la fuerte presión editorial que históricamente ha impuesto semejante corporación monopólica a través de sus medios y voceros.

Esta versión trastrocada forma parte de un clima de época donde la hegemonía mediática impone su versión. El debate sobre los medios siempre ha preocupado a los periodistas. Siempre hubo los que defendieron en forma oblicua o directa el sistema de las grandes corporaciones hegemónicas y siempre hubo los que, desde un lugar muchísimo más desfavorable, defendieron la diversidad democrática frente a las hegemonías. En un ámbito tan concentrado y corporativo, acompañar la opinión de Juan Gelman, de Rodolfo Walsh o del mismo Eduardo Galeano, duramente críticos de estos monopolios, implica menos posibilidades de conseguir trabajo y otras limitaciones profesionales. Los periodistas que asumen este lugar vulnerable tienen más motivos para denunciar actos de violencia en su contra que los afamados editorialistas que fueron a hacer su patética denuncia ante la OEA. Pero los medios hegemónicos tienden a convertir lo patético en real.

Es lo mismo cuando los grandes medios imponen la estrategia de demonizar a una agrupación de militantes como La Cámpora, a la que no se ataca por sus posiciones –que pueden ser muy discutibles– sino porque representa el desembarco masivo de una nueva generación en la militancia. Les preocupa el retorno de los jóvenes a la política, atraídos por una propuesta que confronta con la versión hegemónica de realidad. Los grandes medios organizan programas especiales, encargan libros ad hoc, saturan el mundo virtual con planes maquiavélicos y personajes grotescos, conspiraciones oscuras, escenas cortesanas, denuncian que han copado cientos de puestos en la administración pública pero –extrañamente porque lo podrían inventar– no han dado un solo ejemplo de corrupción o de falta de idoneidad.

El peronismo había tenido problemas desde el retorno de la democracia para evitar hechos de violencia en sus manifestaciones callejeras. Pero en los últimos diez años, con la incorporación de esta nueva generación, las manifestaciones más pacíficas y respetuosas han sido las peronistas. Las cacerolas han sido más violentas y agresivas y sin embargo a la que se acusa de ser violenta es a La Cámpora. Esta campaña mediática termina por justificar al verdadero violento que incendió el local de la agrupación en Belgrano con bombas molotov. El incendio del local en sí no sería tan relevante desde el punto de vista físico. Pero este episodio ya ha sido escrito en la historia como la ventisca que precede a la tempestad. Desde el Grupo Clarín se justifican estas formas de violencia porque “el odio fue provocado por los kirchneristas”. Es como justificar las violaciones porque las mujeres usan minifaldas. Entre la demagogia gritona de algunos columnistas y el primitivismo político, estos discursos se asoman al abismo.

Son planos que casi no se entrecruzan. Los periodistas “protegidos por el gobierno” (según los grandes medios) son los agredidos en la realidad. Las agrupaciones políticas “violentas” (según los grandes medios), son las violentadas en la realidad. Y los grandes medios que se dedican a denunciar actos de violencia, en la realidad de estos diez años nunca sufrieron un solo ataque o atentado.

Hay otros planos trastocados. En la década que pasó, el turismo interno aumentó el 60 por ciento y gastó 140 por ciento más. En 2014 treinta millones de argentinos hicieron turismo interno y arribaron al país cerca de seis millones de extranjeros. Es una de las áreas más favorecidas por las políticas distributivas y de desarrollo del mercado interno. Según da cuenta el diario La Nación, el miércoles pasado, el Consejo Interamericano del Comercio y la Producción organizó una charla con la participación de los economistas ortodoxos Miguel Angel Broda, José Luis Espert y Carlos Melconian, quien funciona también como asesor de Mauricio Macri. Con algunos matices, los tres hicieron una crítica demoledora de la política económica de estos diez años, hubo profecías apocalípticas, reivindicaciones de Domingo Cavallo y confluencias en que el próximo gobierno estará obligado a hacer un ajuste fenomenal.

La ortodoxia de estos tres economistas no es novedad. La paradoja está en que empresarios como Eduardo Eurnekian, presidente del Consejo Interamericano y dueño de Aeropuertos 2000, cuyas ganancias se multiplicaron de manera exponencial gracias a las políticas de turismo de esta década, esté más preocupado en cómo se cambian estas políticas, que en mantenerlas.

La idea de ajuste, congelamientos o devaluaciones sigue atornillada en la cabeza de muchos de los grandes empresarios como si fuera una llave mágica. Lo que no es mágico, sino una realidad concreta, es que si hay menos trabajo y si baja la capacidad adquisitiva del salario, millones de argentinos dejarán de viajar y Aeropuertos 2000 pasará a ser Aeropuertos 0000.

Esto pasa con empresarios que buscan bajar salarios gracias a los cuales han multiplicado sus fortunas. Pero sucede también en la política. Esta semana se votó la nueva ley de ferrocarriles. No se nacionalizan porque ya eran de la Nación, pero se termina con el modelo privatizador menemista, el Estado se hace cargo de las vías y de la operación y se reformulan los contratos con los concesionarios privados. El gobierno kirchnerista invirtió miles de millones de pesos y con esta ley retomó el control directo de las operaciones. La ley en sí es la culminación de ese fenomenal proceso de transformación de los ferrocarriles y la decisión de que esa inversión no se dilapide con los errores del pasado.

Los ferrocarriles fueron un tema de Pino Solanas. Muchas de las medidas que se han tomado habían sido reclamadas por el cineasta, y sin embargo junto con Norma Morandini fueron los dos únicos senadores que votaron en contra. Se podrá discutir que a la ley le falta más o menos o que es una decisión tardía. Pero una vez que la decisión está tomada resulta llamativo ponerse en contra de un esfuerzo que implicó la primera inversión en cincuenta años y la mayor de la historia de los ferrocarriles, que implicó la renovación de equipos y vías y la operación directa de la mayoría de las líneas. La intervención a fondo en los trenes requería una fortuna y mover semejante cantidad de recursos de un lado a otro de la economía no se hace de la noche a la mañana.

La argumentación de Solanas y Morandini es por izquierda, pero sus consecuencias, de haberse rechazado la ley de ferrocarriles, hubieran sido de derecha porque se hubiera mantenido el sistema anterior. No es la única paradoja. Solanas criticó siempre por izquierda a este gobierno, pero llegó a senador con los votos de la derecha porteña gracias a su alianza con Elisa Carrió. O sea: un discurso de izquierda, que si se concretara tendría consecuencias de derecha, es votado por la derecha. Norma Morandini –el otro voto contrario– es senadora por el partido cordobés de Luis Juez, que planteó un discurso de centroizquierda, pero fue el primero en buscar una alianza con la derecha radical y con Macri. El jefe de gobierno porteño acaba de bajarle las pretensiones de ser candidato a gobernador y sólo podrá refrendar su banca de senador. Con el discurso al revés, otra fuerza que criticó por izquierda al kirchnerismo ahora busca ir aunque sea como furgón de cola de una coalición conservadora.

EL LENGUAJE SOFOCADO POR LAS LLAMADAS "REDES SOCIALES"

“REDES SOCIALES” Y SILENCIO

Por Germán García

Hablar de Jacques Lacan en el siglo XXI, sin demorarse en argumentos que confortan a los convencidos, supone algún cálculo sobre el fracaso de las técnicas de exclusión del sujeto en nombre de los intereses del individuo. 

El lenguaje sofocado por las “redes sociales”, que lo reduce a ser vehículo de una inmensa tautología, pareciera confirmar la prospectiva expuesta por Alexandre Kojève, a la que alude Jacques Lacan cuando dice en 1955: Por otra parte, la interpretación más correcta del fin de la historia que Hegel evoca es que se trata del momento en que los hombres ya no tendrán más cosas que hacer que cerrarla (a la boca, viene hablando del silencio). ¿Es esto retornar a la vida animal? ¿Son animales los hombres que acabaron no teniendo necesidad del lenguaje? Grave problema que no parece resuelto en ningún sentido”.

El espectro de las grandes figuras del siglo XX parece esfumarse en las redes sociales del siglo XXI, que lo sustituye por héroes cibernéticos que no nacen del logos, sino de lo real que surge ex nihilo de la tecnociencia. ¿Acaso la “guerrilla” de las redes sociales no gira en el vacío hasta que encuentra cuerpos que la encarnan en una acción específica? El medio es el mensaje, incluso el masaje, pero no el acto del sujeto.

EL NEOLIBERALISMO FRACASÓ EN LO ECONÓMICO, PERO....

El neoliberalismo conserva la hegemonía ideológica
VENCER LA BATALLA DE LAS IDEAS
   
"Y cuando finalmente la izquierda llegó al gobierno, había perdido la batalla de las ideas”. La afirmación de Perry Anderson sintetiza el mayor desafío para los que queremos superar y sustituir al neoliberalismo en todas sus dimensiones.

Significa que el neoliberalismo ha fracasado como propuesta económica, lo cual abre la posibilidad para que la izquierda aparezca como alternativa de gobierno. Cuando llega al poder, tiene que enfrentar toda la herencia maldita del neoliberalismo: recesión, debilitamiento del Estado, desindustrialización, fragmentación social, entre otras.

Pero, además, tiene que hacer frente al elemento de mayor fuerza del neoliberalismo, a nivel de cada país, pero también a nivel internacional: su fuerza ideológica, la fuerza del “modo de vida norteamericano”, que impone su hegemonía de forma casi incuestionable a escala global.

El estilo de consumo shopping center se ha globalizado de manera aparentemente avasalladora. Es una especie de punta de lanza del neoliberalismo, materializando su principio general, de que todo es mercancía, todo tiene precio, todo se vende, todo se compra. Por ello el shopping center es el ejemplo más claro de lo que convencionalmente se ha llamado “no lugares”.

El shopping suele no tener ni ventana ni reloj. Entrar en esos espacios es desvincularse de las condiciones de las ciudades como efectivamente existen, para articularse con la red de consumo globalizada, mediante las marcas y su estilo de consumo. Con el conjunto de “ventajas” que trae el shopping center –protección del mal tiempo, del robo, lugar para estacionar los coches, cantidad de cines, de lugares para comer, etc. etc.– representa un instrumento poderoso de formas de vida, de sociabilidad, construidos alrededor del consumo y de los consumidores.

El shopping center es la utopía neoliberal y express, la forma más acabada –junto con la publicidad, las marcas, la televisión, el cine norteamericano, entre otros instrumentos– de la hegemonía del modo de vida norteamericano. Lugar que ocupa prácticamente sin cuestionamientos, salvo resistencias en el islamismo, en los evangélicos.

La lucha antineoliberal ha logrado imponer consensos en el plano económico en contra de la centralidad del mercado y las políticas de austeridad, en favor, por ejemplo, de la prioridad de las políticas sociales. Pero no ha generado todavía valores, formas de sociabilidad, alternativas al neoliberalismo y a su mundo de valores centrados en el consumismo. Es cierto que hay mecanismos monstruosos para promocionar los valores neoliberales, pero también es cierto que no tenemos valores alternativos –solidarios, humanistas– que aparezcan como alternativas.

No se puede incorporar propuestas sencillamente anticonsumistas, en sociedades en que el acceso al consumo es una conquista para la gran mayoría de la población. Acceso que trae aparejadas las ventajas del consumo y, por extensión, promueve el mundo del consumo –shopping center incluido– como um objetivo de vida. Así, no es simple esa pelea. Pero es indispensable.

Sin la crítica al egoísmo consumista dominante, de la falta de solidaridad - especialmente con los más frágiles-, no lograremos avanzar sobre la fuerte hegemonía ideológica del neoliberalismo y ganar la batalla de las ideas, decisiva en los enfrentamientos centrales del mundo de hoy.


 FUENTE: PAG/12 - AUTOR: EMIR SADER

UN IMPERIO PODRIDO PERO AÚN SACA PECHO Y APARENTA GOZAR DE BUENA SALUD

El mundo es un volcán
ASÍ SE ESTÁ PUDRIENDO POR DENTRO EL IMPERIO AMERICANO 

Este artículo trata de cómo se está hundiendo el imperio americano: podrido por dentro pero todavía sacando pecho y con una engañosa apariencia de buena salud. A la manera de John Dos Passos en su Trilogía USA, fresco de aroma izquierdista de las primeras tres décadas del siglo XX, lo cuenta George Packer, periodista de la escuela de The New Yorker, en El Desmoronamiento. Treinta años de declive americano, editado por Debate. Aquí están las claves del proceso por el que, a partir de la crisis del petróleo de 1973 (“último año de la década de los 50”, según uno de los personajes del libro), EEUU se sumió en una crisis existencial y de identidad, en una fractura interna de la que ni siquiera la recuperación económica puede ya rescatarla.

Si Dos Passos presentaba a 12 personajes de ficción representativos de la realidad social de la época (desde un impresor, a una dependienta, un mecánico o un periodista y activista), Packer expone la experiencia vital de un puñado de personajes reales. A través de ellos refleja los claros y oscuros de un país en el diván del psiquiatra, fragmentado y dividido, de ciudades sin alma y en proceso de descomposición, cada vez más dependiente del vehículo privado, sin redes de transporte que faciliten la integración y la actividad comunitaria, con barrios arrasados por el tsunami de los desahucios.

Se trata de un país que, mientras ostenta aún la supremacía tecnológica y científica, aspira a mantener el liderazgo mundial, y da lecciones de moralidad y democracia, es más desigual que nunca, discrimina entre sus ciudadanos, les priva de derechos y servicios esenciales y destruye la clase media, el tejido con el que durante muchas décadas se vestía su modelo de grandeza. Con una analogía extrema, podría decirse que hoy la alternativa se sitúa entre ganar un millón de dólares al año o nueve dólares a la hora en un Wal-Mart.

Packer expone este desolador panorama en El desmoronamiento, sin el mismo aliento ideológico izquierdista de Dos Passos, dejando cierto margen a que no todos los lectores saquen las mismas conclusiones, pero con una eficacia similar. Sus personajes son parecidos y al mismo tiempo diferentes de los de la Trilogía USA. El hecho de que sean reales les dota de una superior fuerza como categorías. En el libro se les sigue a lo largo del tiempo, se les ve evolucionar, caer y levantarse, enfrentarse a las dificultades, confiar y desengañarse de los políticos, ilusionarse con proyectos empresariales condenados al fracaso y, con carácter excepcional, hacer realidad el individualista y casi siempre insolidario sueño americano. 

Son gente como un periodista cargado de ideales que escarba en el pozo de mierda de las hipotecas subprime que hundieron a millones de familias y en la indefensión ante las entidades financieras; una obrera negra, madre soltera e hija de drogadicta, expulsada del aparato productivo por la crisis de la industria metalúrgica, y que se reconvierte en activista comunitaria; un visionario emprendedor que combate la crisis de la gasolina cara (una tragedia para el estilo de vida norteamericano hoy desactivada por la caída del precio del crudo) desarrollando la producción de biodiesel incluso a partir del aceite que desechan los restaurantes; un  magnate de Silicon Valley que se hace rico con Facebook, PayPal y otros proyectos tecnológicos, que luego cae hasta el borde de la ruina y que reniega de las universidades que no enseñan cómo gestionar una empresa; un asistente político y lobbista que es testigo de las miserias de la política y que mantiene durante décadas una lealtad a Joe Biden (actual vicepresidente) que no encaja con el perfil egoísta que se ofrece de éste; un magnate corresponsable del crash financiero que, pese a todo, termina de secretario del tesoro de Obama… y un Obama que representó la esperanza cuando fue elegido pero que, cada día que pasa, se revela más como otro presidente vendido a -o acogotado por- los poderes fácticos, empezando por el financiero.

No sólo los ciudadanos son personajes de El Desmoronamiento. También las ciudades, y dos muy en particular: Youngstown (Ohio) y Tampa (Florida). La primera fue siempre irrespirable, en sentido no figurado, porque las chimeneas de los altos hornos formaron parte del paisaje urbano y lo ensuciaban con sus pestilentes emanaciones. Sin embargo, al mismo tiempo, ese veneno inevitable era el símbolo de la prosperidad, garantizaba el pleno empleo y unos buenos salarios que daban a los habitantes la oportunidad de organizar sus vidas sin agobios materiales. Hasta que la crisis vació muchos barrios, atrapó a miles de familias que no podían pagar hipotecas descabelladas, multiplicó las cotas de delincuencia y la proporción de pobres dependientes de la asistencia social, y forzó un despoblamiento brutal e irreversible.

Algo parecido ocurrió en Tampa, aunque en ese rincón de Florida, la clave del desarrollo no fue la industria del acero, sino la del sol, la fuente de una calidad de vida que debía atraer a los adinerados de todo el país, lo que provocó una desaforada burbuja inmobiliaria en la que los nuevos barrios crecían como hongos, los precios de la vivienda se doblaban de un día para otro, donde el que no tenía ni donde caerse muerto se embarcaba en la compra inmobiliaria a crédito en la confianza de que poco después podría vender con ganancias fabulosas. Algo parecido a lo ocurrido en España, pero a escala aún más brutal. Porque lo que llegó fue una epidemia de desahucios. Cuando el globo se pinchó, en su interior atrapó a muchos ilusos. El peso de su inconsciencia, estimulada por especuladores sin escrúpulos, les hizo pegarse un batacazo del que la mayoría no se recuperarán ya jamás.

En eso quedó el sueño de Tampa de convertirse en La Próxima Gran Ciudad Americana, promovido incluso con dos finales de la Super Bowl y una convención republicana. Mientras tanto, la política, siempre la maldita política, y la emergencia explosiva del Tea Party, impedían que cuajasen proyectos de regeneración de la vida ciudadana como el de una línea de ferrocarril urbano que redujera la dependencia del automóvil privado, rehabilitase el centro como un punto de encuentro ciudadano y acabase con el aislamiento de los barrios alejados fruto de la pésima planificación urbanística y privados de los servicios más esenciales.

Al igual que Dos Passos, Packer trufa las historias individuales resultado de centenares de entrevistas con los retratos no siempre complacientes (y a veces destructivos) confeccionados a partir de fuentes secundarias de personajes conocidos como el escritor Raymond Carver, un clásico moderno que en la era de Reagan se convirtió en “cronista de la desesperanza obrera”; el político republicano Newt Gingrich que antes de estrellarse personificó el conservadurismo más reaccionario; el empresario San Walton, patrón del gigante de las ventas baratas, creador de Wal-Mart, adalid de los salarios de miseria y la intolerancia a los sindicatos;  la comunicadora Oprah Winfrey, el rapero Jay-Z, el financiero y secretario del Tesoro Robert Rubin, la activista Elisabeth Warren y la campeona de la comida sana y ecológica Alice Waters. Y junto a ellos, varios perdedores sin esperanza de redención, siempre en lucha desesperada por conseguir una asistencia médica adecuada, un cubil en el que malvivir o unos dólares para comprar algo de ropa y dar de comer a los hijos, con la alternativa de recurrir a la humillación de la siempre insuficiente caridad pública o privada.

El desmoronamiento, sostiene Packer, trajo paradójicamente “más libertad que nunca”. Libertad para ganar y perder (“el deporte favorito de los norteamericanos”), para superar el bache y rehacer tu vida en la tierra de las oportunidades, donde cualquiera puede llegar a ser presidente. Pero, sobre todo, libertad para que te despidan, te drogues, te declares en bancarrota, fracases, te quedes solo (el porcentaje de familias unipersonales es el más alto de la historia)…Libertad que hace desaparecer el tejido industrial, hunde las ciudades y los pilares ciudadanos, desde las iglesias a los sindicatos o las organizaciones cívicas.

Podría argüirse que, de forma mucho más clara que en España, ese desmoronamiento se ha frenado, que la economía de Estados Unidos lleva varios años en expansión, que la tasa de paro se ha reducido tanto que casi se puede hablar de pleno empleo, que lo peor ha pasado, que ha llegado de nuevo la hora del optimismo. Pero se trata de un espejismo, porque la forma en que políticos, banqueros y grandes empresarios se han enfrentado a esta crisis no ha cerrado las heridas, no ha reconstruido el tejido social preexistente. Y porque tener un empleo, en la era de la precariedad y la devaluación salarial, ya no es garantía de una vida digna. Ni allí ni aquí.

Tras la II Guerra Mundial hubo en EEUU algo parecido a una época dorada del capitalismo, más de dos décadas en las que el implícito contrato social establecía un reparto de la riqueza no equitativo pero tampoco demasiado abusivo, un sistema en el que todos ganaban (aunque unos pocos mucho más que la gran mayoría) y la paz social se salvaguardaba con el desarrollo económico. Pero el paisaje actual es muy diferente, muestra un deterioro sin vuelta atrás que arranca de la era de Reagan y que no han logrado detener ni siquiera las administraciones demócratas. Ni Carter, ni Clinton ni siquiera el Obama del Yes, we can. 

En 1980, el 50% de los norteamericanos pensaban que la próxima generación viviría peor que la suya. Hoy la cifra ha ascendido hasta un aterrador 80%. El cáncer de la desigualdad hace metástasis, corroe la sociedad entera. Los ricos son más ricos que nunca. Y los pobres más pobres. Packer no hace de predicador, se limita a contar historias y reflejar hechos. Oficialmente no toma partido. Ni falta que hace, porque las conclusiones son unívocas.

El desmoronamiento no es el primer libro que ilustra esta tragedia existencial, ni será el último. Sin embargo, o mucho me equivoco o está llamado a quedar como referencia de la crisis más destructiva de la historia de EEUU. A fin de cuentas, ése fue el gran mérito de Dos Passos con La trilogía USA: que es inevitable referirse a esas novelas para analizar aquella época convulsa, aunque quizá no tanto como la actual, cuando el imperio pretende aún marcar la pauta en el mundo mientras la podredumbre le corroe las entrañas.

FUENTE: PÚBLICO.ES - AUTORÍA: Luis Matías López. Ex redactor jefe y ex corresponsal en Moscú de EL PAIS, miembro del Consejo Editorial de PUBLICO hasta la desaparición de su edición en papel, Luis Matías López pretende con esta columna analizar sin sectarismos la actualidad internacional, y en ocasiones la española. 



OPERACIONES PSICOLÓGICAS CONTRA LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA

CÓMO EE.UU. UTILIZA A LOS MEDIOS PRIVADOS PARA ATENTAR CONTRA LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA

Las fuerzas armadas estadounidenses han utilizado PSYOP (operaciones psicológicas) desde la Guerra Revolucionaria, cuando distribuyeron folletos a los soldados británicos durante la batalla de Bunker Hill, prometiendo tierra gratuita a cambio de su lealtad. Las PSYOP tienen una reputación de ser un arte negro, como el uso de la propaganda nazi, pero los guerrilleros psicológicos de hoy actúan más como ejecutivos de las mejores agencias publicitarias..." (Coronel James Treadwell, Comandante del Grupo de Apoyo para Operaciones Psicológicas -Joint Psychological Operations Support Element- JPOSE)

Operaciones psicológicas (PSYOP) son operaciones planeadas para divulgar información selectiva a audiencias en el exterior de EE UU, para influir en sus emociones, motivos, pensamiento y últimamente en el comportamiento de gobiernos, organizaciones, grupos e individuos extranjeros. Las PSYOP forman una parte vital de las actividades diplomáticas, informáticas, militares y económicas de los EE UU y Venezuela está, sin duda, en su punto de mira.

Según la Doctrina de Operaciones Psicológicas del Departamento de Defensa(1), la efectividad del poder estadounidense depende de su capacidad de afectar la percepción de los demás. Las PSYOP son utilizadas para establecer y reforzar la imagen del poder y voluntad militar, política y económica que tienen los EE UU. Son una parte fundamental de las estrategias de Washington para lograr sus objetivos e influir en grupos y líderes extranjeros para que sus acciones promuevan los intereses estadounidenses. 

Las PSYOP modernas se han intensificado con la expansión de las capacidades de los medios de comunicación de masas. Desde diciembre de 2004, el Comando de Operaciones Especiales (USSOCOM) del Departamento de Defensa de los EE UU buscaba una agencia privada capaz de producir modernos paquetes de prensa y propaganda en varios idiomas, con audio, vídeo e Internet, para apoyar su guerra psicológica contra el terrorismo(2). El vocero del Comando de Operaciones Especiales, el capitán Kenneth Hoffman, dijo que no había un límite de dólares para el proyecto. El USSOCOM tiene un presupuesto anual por encima de los 6,6 billones de dólares y cuenta con aproximadamente 50.000 tropas, fuerzas especiales y unidades de combate de elite.

Fue en junio de 2005 cuando lograron contratar a tres empresas por más de 300 millones de dólares para ayudar al Pentágono a desarrollar prototipos para publicidad en radio y televisión, documentales, propaganda pop-up en Internet, avisos, afiches y otras manifestaciones públicas. Las empresas escogidas, SYColeman Inc, Lincoln Group y Science Applications International Corp. (SAIC) trabajarán juntas con el nuevo Grupo de Apoyo para Operaciones Psicológicas (Joint Psychological Operations Support Element, JPOSE), también conocido como gypsy, que opera desde el USSOCOM en Tampa, Florida. 

El JPOSE fue establecido específicamente para realizar operaciones psicológicas más sofisticadas en el exterior. Su equipo, encabezado por el coronel James Treadwell, que hace poco lideraba el grupo 4 de operaciones psicológicas en Irak, cuenta ya con 38 "guerrilleros psicológicos" y 113 militares, diseñadores gráficos y editores. Según un reportaje en la revista Time del 13 de junio de 2005, durante los últimos seis (ahora diez) meses, el Pentágono ya envió equipos de elite de 2 a 4 expertos militares en operaciones psicológicas para desarrollar campañas de propaganda que promueven los intereses de Washington en Oriente Medio, América Latina y otras áreas estratégicas en el mundo. Específicamente, Venezuela y Bolivia han sido designados como los principales lugares de interés en la región. 

Venezuela en el punto de mira

La relación entre JPOSE y su principal contratista SAIC, tiene implicaciones importantes para Venezuela. SAIC, empresa fundada por ex (o actuales) oficiales de la Agencia de Inteligencia Central (CIA), junto al Estado Mayor del Pentágono y otros oficiales de inteligencia y defensa de los EE UU, es uno de los contratistas más grandes del Pentágono que cuenta con un acuerdo de más de 100 billones de dólares para modernizar el ejército estadounidense, además de múltiples contratos billonarios en Irak y Afganistán. En 1995, SAIC logró un contrato con PDVSA para la creación de la empresa Informática, Negocios y Tecnología, S.A. (INTESA), encargada de controlar "el cerebro de PDVSA" y de manejar toda la parte informática, tecnológica y electrónica de la petrolera. Cuando ya el contrato estaba por terminar en diciembre de 2002, el famoso "sabotaje petrolero" comenzó y a través de INTESA -que tenía todas las claves y controles de la maquinaria de la industria- lograron dañar, sabotear e impedir el funcionamiento de PDVSA, causando billones de dólares en daños al país y considerable dolor humano.

A través de este negocio con PDVSA, estratégicamente la empresa más importante de Venezuela, SAIC obtuvo un conocimiento íntimo del gobierno actual, la cultura venezolana, sus debilidades e idiosincrasias, lo que es esencial para realizar las operaciones psicológicas de manera efectiva. Y es importante destacar que estas estrategias son de largo plazo. Aunque ya se han visto algunas manifestaciones de las operaciones psicológicas coordinadas durante los últimos años, se espera una intensificación. Recientemente se ha notado la ampliación de estos esfuerzos; Washington ha intentado descalificar al gobierno venezolano, vinculándolo con el narcotráfico, grupos terroristas, amenazas armamentistas, corrupción y acusándolo de ser un violador de la libertad de prensa, de expresión, de asociación y de otros derechos fundamentales en una democracia.

En colaboración con medios privados venezolanos, los partidos políticos de la oposición y organizaciones de la "sociedad civil" financiadas por Washington, se manifiestan estas corrientes de opinión dentro de Venezuela, creando caos, conflicto, preocupación y miedo en la población. El uso de fuentes anónimas y/o información no fundamentada en pruebas contundentes es una parte esencial de estas operaciones, aunque en la Doctrina no está permitido "mentir totalmente" pero sí está autorizado distorsionar, alterar y manipular información veraz.

A comienzos de 2005, el Pentágono, junto con el Departamento de Estado, lanzó una campaña internacional muy elaborada para desacreditar a Chávez y crear una corriente de opinión en su contra, justificando la política agresiva de Washington en esta región. Periódicos, canales de televisión y radios de los EE UU han sido utilizados para promover estas opiniones negativas contra Venezuela. La campaña continúa hoy e incluso ha sido intensificada durante las primeras semanas de 2007. No pasa casi ni un solo día sin aparecer información distorsionada en la prensa internacional sobre las declaraciones de Chávez y los sucesos en el país.

El éxito de una operación psicológica depende de su capacidad de cambiar percepciones para favorecer a los intereses estadounidenses. Aunque estén violando la ley estadounidense, están realizando estas operaciones tanto dentro de los EE UU, como en Venezuela y el resto del mundo. Los poderes de la CIA y de la Agencia de Inteligencia del Departamento de Defensa (DIA) se están multiplicando para abrir más puertas a las operaciones especiales y cubiertas. A finales de 2005 se creó el Servicio Clandestino Nacional (National Clandestine Service - NCS), como una división dentro de la CIA que coordina y supervisa las actividades de inteligencia humana en el exterior. En septiembre de 2005, el entonces director de la CIA anunció la expansión de la Agencia en un cincuenta por ciento en el área de análisis y operaciones de inteligencia en el exterior, enfatizando la necesidad de ser "más agresiva y preparada para asumir más riesgos (3)."

Venezuela está en la mira de Washington, de eso no hay duda. Mientras más apoyo acumule Chávez, más crecimiento habrá en operaciones especiales y guerra psicológica contra el proceso bolivariano y su líder. La tarea difícil de ahora en adelante será descifrar y rescatar verdades y denunciar y desmontar las mentiras.

Notas

1.-"Doctrine for Joint Psychological Operations", Department of Defense Joint Publication 3-53, 5 de septiembre de  2005.
2.- Ver: "Wanted: Ad agency to aid global battle on terrorism", St. Petersburg Times, por Kris Hundley, 8 de diciembre de 2004.
3.- "Goss Plans to Expand CIA Spying and Analysis", The Washington Post, September 23, 3005, by Walter Pincus.

FUENTE: EMANCIPACIÓN. AUTORÍA: Eva Golinger. Eva Golinger es abogada e investigadora venezolano-estadounidense, especializada en temas de derechos humanos y leyes de inmigración. Este artículo ha sido publicado en el nº 25 de la revista Pueblos, marzo de 2007. 

miércoles, 21 de marzo de 2012

LAS FALKLAND VOLVERÁN A SER MALVINAS - REDACCIÓN POPULAR

Malvinas y el colonialismo
Aritz Recalde, febrero de 2012

(…) “deberíamos comenzar a considerar los argentinos los días 2 y 3 de enero, del año que viene, se van a cumplir 180 años exactos de la usurpación y el desalojo de los argentinos de nuestras Islas Malvinas, deberíamos comenzar a considerar también esta fecha. Fecha que – por cierto – no es la única en los intentos que hubo de someternos, si vamos un poquito más atrás de 1833, nos vamos a encontrar el 1806 – cuando aún éramos colonia española – y en 1807 rechazando las invasiones inglesas. Y más tarde – bajo la égida del Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas, en el año 45, rechazando también el bloqueo anglo-francés. (…) Es un anacronismo en el siglo XXI seguir manteniendo colonias. Hay solo 16 casos en todo el mundo y 10 de esos casos son de Inglaterra y en estos 10, también estamos conociendo nuevamente como recrudece el reclamo de España frente al Peñón de Gibraltar”. Cristina Fernández de Kirchner

Tal cual lo expresó Cristina Fernández en el Acto de la firma del decreto 200/12, de desclasificación del Informe de la Comisión de análisis y evaluación de las responsabilidades políticas y estratégico militares en el conflicto del Atlántico Sur (Informe Rattenbach), la ocupación británica de las Malvinas en el año 1833, no fue ni el primero, ni el último hecho militar ejercido contra nuestro suelo patrio. Durante las invasiones de 1806 y en el combate en la Vuelta de Obligado en 1845, el imperio inglés expresó su voluntad expansionista y de dominio de nuestro territorio.
Asimismo y continuando el argumento de la presidenta del epígrafe, la ocupación británica de las islas Malvinas no es un caso aislado de colonialismo, sino que forma parte de una política que fue ejecutada por las metrópolis sobre diversos lugares del tercer mundo. Tal cual alude Cristina y pese a los procesos de liberación nacional desarrollados a mediados del siglo XX, siguen existiendo posiciones coloniales en diversos continentes, como son los casos de la ocupación inglesa de Gibraltar en España o la ejercida por Estados Unidos en Guantánamo, Cuba.
Más allá de la diversidad en las metodologías y de las diferencias en tiempo y espacio, el colonialismo histórico y el actual, encuentran móviles económicos y políticos comunes. Ellos se pueden resumir en la capacidad de un Estado de apropiarse por la fuerza de los recursos materiales y culturales de otro Estado. Además, la nación o el territorio ocupados, son despojados de su derecho a la autodeterminación política.
La incautación de los recursos materiales, les permite a las potencias colonialistas obtener aquellos bienes que sus comunidades demandan, como puede ser el petróleo, la minería, el agua o los alimentos. La imposición de una cultura, favorece la permanencia y el ejercicio de la explotación colonial a lo largo del tiempo. La enajenación del derecho a la autodeterminación política de una comunidad, les permite a los colonialistas utilizar la zona sitiada para ejercer sus intereses que pueden variar a lo largo del tiempo. Una posición colonial puede ser utilizada como plataforma militar, como base para la balcanización de un continente, como un gran campo de concentración y de mano de obra barata, como un mercado de consumo de las manufacturas, como un laboratorio donde probar armas y químicos con civiles sometidos o como un recurso para direccionar la opinión pública en épocas electorales.
La ocupación inglesa de las Malvinas y la férrea negativa de sus gobiernos a negociar con nuestro país, se inscriben entre estos objetivos. A partir de lo mencionado y en una extremada síntesis, podemos sostener que la razón colonial británica se encuadra en tres grandes ejes:

Razones Económicas: agua, pesca y petróleo.
“El golpe de Estado que ha derribado a mi gobierno, elegido con una mayoría de votos aplastante, después de elecciones claras y libres, no ha estado inspirado en sentimientos nacionales, pero si financiado por fuerzas que se agitan dentro y fuera de la Argentina. (…) La conclusión de esos sucesos es que hemos sido objeto de un verdadero ataque armado, no muy distinto de aquel que hizo posible la caída de Mossadegh; como el premier persa, también nosotros fuimos víctimas de la sorda lucha por el petróleo. El consejero comercial inglés en Buenos Aires declaró un día, con desusa franqueza, que cualquier esfuerzo realizado por quienquiera para asegurarse la producción petrolífera argentina sería considerado en Londres como un atentado a los intereses británicos. (…) El objetivo era impedir que los recursos petrolíferos argentinos fueran explotados, de manera de concurrir al desarrollo industrial del país”. Juan D. Perón
La posesión inglesa de las islas les permite a los colonialistas apoderarse de los recursos pesqueros argentinos. Según Arturo H. Trinelli, los habitantes de las islas administran alrededor de 125 licencias con ingresos de hasta 50 millones de dólares al año. Dicha rentabilidad, implica que los isleños adquieran un PBI per cápita de 32 mil dólares anuales, uno de los más altos del continente latinoamericano. Como ocurrió históricamente, estamos financiado empresas extranjeras y saciando el hambre de Europa, al costo de la liquidación de las especies naturales y de nuestros recursos.
Otra cuestión fundamental, tiene que ver con la explotación del petróleo ubicado en las islas. La lucha por el petróleo fue y sigue siendo, uno de los motivos de los intentos de golpes de Estado y de las dictaduras a lo largo y a lo ancho de Latinoamérica. En este sentido, es que recuperamos la cita de Perón que denunció la participación de los ingleses y sus intereses petroleros, en el golpe militar del año 1955. Según Trinelli, los recursos petrolíferos de las islas le permitirían al colonialismo británico, disponer de crudo por un valor cercano a los 60 mil millones de dólares.
Por último, es importante mencionar que la plataforma militar en Malvinas, puede ser utilizada por los británicos para apoderase de las fuentes de agua dulce de la Antártida.


Razones geopolíticas.


Las Malvinas ofician como una plataforma militar en el cono sur para los miembros de la OTAN. Dicha base, les permitiría a las metrópolis ingresar al sur del continente en caso de guerra. Asimismo, en el marco de los conflictos mundiales por la posesión del agua dulce, la colocación sobre Malvinas les otorgaría a los colonialistas un lugar favorable para el desembarco en la Antártida.
La ocupación de Malvinas adquiere mayor preponderancia, atendiendo que durante los últimos años, países como Ecuador, Venezuela y Bolivia, manifestaron públicamente su negativa a la permanencia o al ingreso de bases militares extranjeras.

Razones de política Interna

Históricamente, las clases dominantes de las potencias organizan la opinión pública interna a partir de construir enemigos y conflictos externos. En este cuadro, edifican y difunden campañas que se organizan promoviendo contenidos profundamente racistas y étnicos. En muchos casos, en las campañas electorales del primer mundo, asesinar latinoamericanos o individuos de las naciones de las periferias, suma votos y sube encuestas. En el contexto de la crisis económica europea y continuando la utilización de Margaret Thatcher de 1982, el primer ministro inglés fomenta el conflicto para mejorar su posición frente al electorado y la opinión pública.
Lejos de las actitudes de los colonialistas que incluyeron el reciente movimiento militar en las islas, el gobierno argentino le exige a Inglaterra la apertura de las negociaciones en paz. En este marco, la dirigencia argentina está iniciando importantes reclamos formales ante las Naciones Unidas, que van a incluir presentaciones al Comité de Descolonización, la Asamblea y el Consejo de Seguridad. En la denuncia efectuada por la Argentina en la ONU, se hace un claro llamado de atención por la preocupante militarización del Atlántico Sur, remarcando los graves riesgos que ello implica para la seguridad regional.
La intervención en los organismos internacionales, fue precedida por una estratégica e histórica tarea de la diplomacia argentina a lo largo de América Latina y tal cual afirmó CFK “Malvinas ha dejado de ser solamente una causa de los argentinos para transformarse en una causa de los americanos, de la América latina, de la América del Sur y en una causa global”. Que así sea.


Fuentes bibliográficas citadas
· Arturo H. Trinelli, Malvinas y los recursos naturales. Pesca y Petróleo. Página 12, Suplemento Cash, 12/02/12.
· Cristina Fernández de Kirchner, 7/02/12. http://www.casarosada.gov.ar/discursos
· Juan D. Perón, Del Poder al exilio. Cómo y quiénes me derrocaron, Instituto Nacional Juan Domingo Perón, 2006.
Editor del blog www.sociologia-tercermundo.blogspot.com


El retorno de Malvinas

Artículo para Aluvión Popular

En torno al histórico reclamo de la soberanía argentina sobre las islas Malvinas se anudan una serie de cuestiones de la máxima importancia. Aunque dicho reclamo nunca desapareció del todo, sí es cierto que existió una fuerte y perdurable campaña de “desmalvinización”, que tendió a asociar guerra, dictatura y Malvinas. En el reciente acto encabezado por la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner ese núcleo duro de la construcción hegemónica conservadora fue desmenuzado. La Presidenta anudó claramente soberanía con democracia, en un horizonte general de memoria, verdad y justicia. Con ello se le quita sustento a la burda operación imperial que busca deslegitimar permanentemente el reclamo argentino con la referencia a la última dictadura militar. Y sobre todo, se recrean las banderas históricas del movimiento nacional (que engloba por supuesto a la causa Malvinas) con las resonancias de las tareas pendientes y los desafíos siempre renovados de construir un país justo, libre y soberano. El pueblo es el sujeto de la soberanía política y la soberanía nacional, por eso no podrá ya disociarse el eje democracia /soberanía.
Por cierto, la causa Malvinas no involucra solamente a nuestro país como damnificado por el colonialismo británico. Es un problema de soberanía y seguridad para toda la región. Y ésta cuestión resulta cada vez más clara para ciudadanías y gobiernos latinoamericanos. El apoyo activo de otros Estados de la región no es solo plataforma diplomática en la puja con el Reino Unido, sino una de las facetas del actual proceso de integración y unidad latinoamericanas. No es casual que esas muestras activas de solidaridad (que conocen antecedentes importantes de todos modos) se manifiesten en una época histórica marcada por la construcción de UNASUR y la constitución de la CELAC. Por cierto, este es camino complejo, azaroso y a largo plazo. Como lo será nuestra lucha por la reivindicación de la soberanía territorial y por una descolonización integral. Por eso, hoy más que nunca, Malvinas es una causa Latinoamericana.
Ha quedado establecido claramente también, en las palabras de la Presidenta y en el curso de acción del Estado argentino, el carácter predominantemente diplomático en la concreción del reclamo argentino. Es parte de la apuesta sudamericana para la construcción de una región de democracia y paz, como una de las razones de ser de UNASUR. Es también una crítica al belicismo inmanente al neocolonialismo global, como se evidencia en Medio Oriente y otras regiones del mundo en las cuales “intervienen” los países metropolitanos, especialmente EEUU (por cierto, Inglaterra suele participar en esas “aventuras” asociada al gigante del Norte). La opción por la democracia y la paz en nuestra región latinoamericana no solo expresa el anhelo común de los pueblos, sino una acción inteligente y realista de defensa soberana. El conflicto armado abierto, la lucha “antiterrorista”, la guerra de baja intensidad y otras formas igualmente bélicas son una de las herramientas fundamentales del neocolonialismo global para “quebrar” las resistencias de los países periféricos, asegurar la preeminencia del Norte en una etapa caracterizada por la crisis económica global, y sustentar la anti utopía de un mundo gestionado como un “mercado” (lo que requiere un “gendarme” por supuesto). La mayor influencia estadounidense en la región (como vemos en el caso de Colombia y ahora también de México) está asociada a una fuerte conflictividad interna, que desmadra en violencia armada. No es casualidad.
Pero la lucha contra el colonialismo y por la paz no es solo algo que involucra a esta región, sino que, como mencionamos antes al aludir a la intervención metropolitana en Medio Oriente y los países árabes, es una problemática global. Por eso recibimos el apoyo de otros países como China. Por eso también nuestra Presidenta reseñó la cantidad de enclaves coloniales desparramados por el mundo (con un importante “protagonismo” británico). Por supuesto, todo esto debe enlazarse en un horizonte general de la búsqueda de un orden mundial más igualitario, pues se sabe que un enclave con ocupación militar directa no es la única forma de colonialismo. Nuestro país, de la mano de la actual administración nacional, ha tenido una presencia destacada en los foros internacionales poniendo de relieve la necesidad de disminuir las asimetrías internacionales y reivindicando el derecho de los pueblos del Sur a un orden más justo. Por lo tanto, no puede llamar la atención este posicionamiento del Estado argentino en la cuestión Malvinas, ni la importancia que adquiere en el llamamiento gubernamental. No es recurso amañado de último momento, ni cobertura para otras cuestiones como parecen insinuar las usinas de operaciones mediático-políticas de los grandes monopolios de la comunicación. Las empresas mediáticas que fueron cómplices de la dictadura genocida no parecen las plataformas más adecuadas para las referencias manipuladoras a Galtieri. Falta honestidad intelectual en sus operadores, y también patriotismo. El viejo Jauretche tenía reservada una palabra para estos exponentes de la Argentina colonial.
Más serias intentan presentarse las alusiones a la “autodeterminación de los pueblos”, curiosas en la boca del imperio británico y de algunos “comunicadores” argentinos. Indudablemente, la autodeterminación de los pueblos es una de las nociones centrales de las luchas liberacionistas y antiimperialistas del siglo XX. Y debe ser hoy también uno de los pilares necesarios de un orden mundial más justo e igualitario. La autodeterminación de los pueblos no es amenazada ni violada por países como Argentina, sino por el club de los poderosos del mundo. Las patéticas expresiones del gobierno inglés al respecto moverían a risa si no hubiera algún despistado local también. La autodeterminación de los pueblos está vinculada a las luchas de los pueblos y naciones sometidos por diversos colonialismos históricos, a la reivindicación de un Estado propio por aquellas comunidades identificadas que no solo carecen de autogobierno y control de los territorios en los que están asentadas, sino que son sometidos a formas de dominación política, violencia y explotación por nacionalidades dominantes que sí controlan un propio aparato estatal. Esa dominación sobre distintas poblaciones a lo largo y ancho del mundo es herencia de la expansión capitalista-moderna a partir del siglo XVI, y se sustentó en diversas formas de estigmatización étnico-racial, de infravaloración cultural, y de explotación económica. Nada de eso se presenta en la población “kelper”. Los kelper no son una comunidad originaria sojuzgada en el ciclo moderno de la expansión colonial. Tampoco son una población que reivindica su soberanía estatal frente al poder político-estatal-militar-económico efectivamente dominante en el territorio que ocupan (¡que no es Argentina sino el Gran Bretaña!), sino que se reivindica parte del Reino Unido, súbditos de la Corona, y base del poder naval-nuclear del imperio. Es decir, nada que ver con la autodeterminación de los pueblos. Todo esto, no va en desmedro del respeto como personas de la población kelper. Pero sí va dirección a la justa aclaración de los términos y de la precisión de las cuestiones que están en juego: la actual población isleña no puede definirse como una etnia, un pueblo o una nacionalidad oprimida, sino que es parte de la población colonizadora y se reivindica súbdito de la Corona. Aclarar la discusión es parte de la secular lucha por la soberanía territorial de nuestra Argentina.
Germán Ibañez
www.lonacionalypopular.blogspot.com

Autodeterminación de los kelpers. Un grotesco de la política internacional *

Por Alberto Franzoia

Les llamamos Kelpers a los habitantes de las Islas Malvinas, territorio colonizado desde 1833 por la corona británica. Por dicho motivo la mayoría de ellos son de dicho origen, utilizan la lengua inglesa y se reconocen como ciudadanos de Gran Bretaña.
La denominación surge por las grandes algas marinas (kelp) que rodean el territorio isleño, pero ellos la consideran despectiva por lo cual prefieren llamarse a sí mismos islanders (isleños). Según datos de 2011 la población es de 3.140 habitantes (sólo la ciudad estado del Vaticano tiene menos) de los cuales más del 70% son descendientes de británicos o nuevos inmigrantes del mismo origen. Hay un 10% de chilenos y aproximadamente el 1% (30) son argentinos.
La mayoría de los británicos que viven en Malvinas, por generaciones desde hace décadas, son producto de una hecho de fuerza fundante: la invasión que se registró en 1833. Y este dato es esencial para dar por tierra con las especulaciones del imperialismo inglés y de algunos súbditos nativos. Fue entonces cuando los argentinos instalados desde 1820 resultaron desalojados violentamente por los británicos. Cabe destacar por otra parte que durante el período breve que media entre agosto de 1833 y enero de 1834, un grupo de gauchos, esquiladores y peones conducidos por Antonio Rivero recuperaron nuestra soberanía hasta que resultaron derrotados por nuevas tropas inglesas.
Desde ese desafortunado hecho los argentinos hemos bregado por recuperar Malvinas, territorio que no sólo por razones históricas sino también geográficas es parte constitutiva de nuestra Patria Chica y Grande (Argentina y Latinoamérica), ya que se localizan inequívocamente en la plataforma marítima de América del Sur.
Los ingleses, acostumbrados al ejercicio de un poder ilimitado que históricamente les ha otorgado el carácter de nación colonialista e imperialista, intentan invertir por estos días la carga de la argumentación. Su Primer Ministro, David Cameron, ha tenido la desfachatez de acusar a nuestro gobierno de “colonialista” por oponerse a la autodeterminación de los kelpers. Sin embargo, los habitantes británicos de las islas no están en condiciones legales y morales de decidir absolutamente nada.
La presencia de estos súbditos de su majestad británica en nuestro territorio, fue desde el comienzo de la historia que compete al tema en cuestión, producto no sólo de un hecho de fuerza (expulsando población argentina para sustituirla por ocupantes británicos), sino también ilegal, porque el territorio ocupado nunca perteneció a Gran Bretaña. Primero fue de la corona española y luego de la independencia nacional fue ocupado por argentinos a partir de 1820, año en que el gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata tomó posesión formal de las islas enviando a la fragata Heroína. Como si todo esto no resultara suficiente, se encuentran en la plataforma marítima suramericana, nada menos que a 12.000 kilómetros de distancia del extremo sudoeste de la península de Cornualles, que es el territorio británico más cercano a nuestras islas.
Bien sostiene la proclama de la organización latinoamericana Unión Bicentenaria de los Pueblos: “los kelpers no son sujetos del derecho de autodeterminación porque no son un pueblo distinto al inglés, son colonos que Inglaterra implantó luego de expulsar de manera violenta a la población argentina de las Islas. Los kelpers son súbditos de la corona inglesa, hablan inglés, estudian historia inglesa, tienen bandera y pasaporte inglés y son empleados de la corona británica. No son un país distinto, son los agentes de la ocupación inglesa.” Además ellos mismos se reconocen como ciudadanos de Gran Bretaña; a confesión de partes relevo de pruebas.
Ante el carácter irrefutable de los hechos, las pretensiones de la diplomacia británica, no ajena a las simpatías mal disimuladas de otras diplomacias imperialistas (como la de EE.UU.), resultan una maniobra grotesca de la política internacional. Sabemos que la autodeterminación sería el mejor camino para que el imperialismo se encolumne con los nuevos tiempos, ejerciendo su poder ahora “civilizadamente” en una zona estratégica tanto por sus riquezas naturales como por su valor geopolítico. Sin embargo deberán incorporar un nuevo dato a sus planificadas agendas: Argentina no está sola, la Patria Grande Latinoamérica comienza a transitar caminos comunes y defenderá sus intereses concretos contra las tropelías de imperios decadentes. Es una muy buena oportunidad para demostrarles que, más allá de declaraciones de ocasión, otro mundo es posible si se adoptan las decisiones económicas, políticas y diplomáticas pertinentes.
La Plata, 20 de febrero de 2012

Malvinas: Disputa en las relaciones centro-periferia

Silvana M. Romanol-La Jornada México - 


La cuestión de fondo en el conflicto de las Malvinas entre Gran Bretaña y Argentina es la relación entre soberanía y recursos naturales. La soberanía y el derecho a la autodeterminación han sido uno de los ejes principales de las relaciones interamericanas, planteado ya desde la Conferencia Panamericana en 1889; sostenido por las doctrinas Calvo y Drago; discutido en las reuniones de la Unión Panamericana en las décadas de 1920 y 1930, y (supuestamente) consagrado en la Carta de la OEA.
Recientemente, organismos de integración latinoamericanos han enarbolado la bandera de la autodeterminación de los pueblos de América Latina, en un contexto donde la posición geoestratégica de la región adquiere cada vez mayor relevancia en virtud de las reservas de combustibles, minerales, agua y biodiversidad (recursos esenciales para mantener los niveles de producción y consumo en los países centrales).
La disputa entre Argentina y el Reino Unido por esos territorios lleva 179 años (al menos desde 1833), con una guerra de por medio (1982), de las más asimétricas que se hayan dado en el continente. Sin embargo, no es casualidad que se renueven –justo ahora– las tensiones entre Argentina y Gran Bretaña por las Malvinas en tanto que ciertamente hay fuertes intereses en la explotación de los recursos presentes en la zona de las islas.
La posición de Gran Bretaña es de clara negación a la resolución de controversias por medios pacíficos, como lo recomiendan la ONU y la OEA. Este punto es clave pues como sostiene uno de los ex cancilleres de Brasil, Samuel Guimaraes (2004), en su obra Cinco siglos de periferia, los países centrales son los que elaboraron estas reglas y por eso pueden darse el lujo de no cumplirlas. De hecho, uno de los últimos acuerdos entre Gran Bretaña y Argentina fue el celebrado en 1999 (entre los cancilleres Di Tella y Rifkind), en el que se requiere que todo buque que transite entre el territorio continental argentino y las islas o atraviese aguas jurisdiccionales cuente con autorización previa; también incluye medidas que permiten la sanción de aquellas empresas que exploren o exploten recursos de hidrocarburos sin permisos argentinos (Página 12, 12/I/2011).
Acudiendo a la acusación de que Argentina está teniendo una actitud colonialista, según declaraciones del primer ministro inglés David Cameron...
Gran Bretaña se permite (sin sanción alguna) evadir las normas del derecho internacional, culpando a Argentina de perpetrar un bloqueo económico a la isla y de actuar con una actitud colonialista (ciertamente irrisorio si revisamos la historia de la expansión británica a escala mundial).
Más allá de la intransigencia de Gran Bretaña para negociar con Argentina por vías pacíficas, el punto nodal está en la relación entre recursos naturales-soberanía. Las denuncias de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner se han centrado en la militarización británica de la zona del Atlántico sur. ¿Por qué la militarización? ¿Para resguardar qué cosa? La respuesta queda clara incluso en aquellos medios de comunicación que culpan a Argentina de bloqueo económico, como CNN, que informa: “La Armada Real británica decidió enviar el buque de guerra HMS Dauntless destructor hacia el Atlántico sur, medida que el Ministerio de Defensa británico consideró un despliegue de rutina, según informaron los medios británicos. Un submarino nuclear también se ha dirigido a las islas Malvinas, de acuerdo con las mismas fuentes. ¿Por qué además de apoyar a los habitantes de las Malvinas los británicos quieren aferrarse a las islas? La respuesta puede estar en las zonas de pesca alrededor de las islas que representan un negocio lucrativo, donde se desarrolla una industria de petróleo cada vez mayor” (CNN México, 7 febrero 2012).
Es sugerente que en esa misma nota se retome la declaración de un experto en política latinoamericana de una universidad de Texas que asegura que el gobierno argentino eleva el tema de Malvinas como una estrategia para distraer la atención de los problemas internos (Ibid). Más allá de estas opiniones de expertos extranjeros, lo cierto es que la disputa por las Malvinas es histórica y ha tomado un cariz latinoamericano pues es uno de los conflictos para el que diversos organismos, como la Unasur, el Mercosur, la ALADI, la Cumbre Iberoamericana, etcétera, vienen solicitando hace tiempo una resolución pacífica y el respeto por la soberanía (que, queremos pensar, exceden a las supuestas estrategias de disuasión planteadas desde la Casa Rosada).
Por último, vale señalar que al menos desde 2010, Gran Bretaña está realizando exploraciones y perforaciones en el Atlántico sur y en el archipiélago austral. Las empresas involucradas incluyen capitales europeos (por ejemplo Rockhopper), pero también estadunidenses, como la empresa Anadarko Petroleum (Cadena 3, 24 enero 2012). El conflicto por las Malvinas da cuenta pues de la importancia geopolítica y geoeconómica de América Latina en el contexto de la disputa creciente (y cada vez más violenta) por el acceso a recursos naturales estratégicos por los países centrales. También permite analizar el papel protagónico que pueden tener los organismos de integración económica y política a escala regional.
Silvana M. Romanol es Doctora en Ciencia Política por la Universidad Nacional de Córdoba; licenciada en Historia y en Comunicación Social por la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. Becaria posdoctoral de la Coordinación de Humanidades-Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe, Universidad Nacional Autónoma de México.

Malvinas, imperialismo cultural y autodeterminación

Por Rina Bertaccini (*)

Hace pocos días ha tomado estado público un curioso pronunciamiento suscripto por 17 intelectuales, periodistas, historiadores y periodistas que lleva el título “Malvinas, una visión alternativa”. Al respecto el diario conservador “La Nación” de Buenos Aires, en su edición del 23 de febrero pasado, sostiene: “uno de los ejes centrales de la propuesta es que el gobierno (argentino) adopte una posición que tenga en cuenta el principio de autodeterminación de los isleños”.
En realidad, este reducido grupo de personas, algunas bastante conocidas, repite en el documento los insostenibles argumentos con que la Corona Británica pretende justificar su presencia colonial en los archipiélagos del Atlántico Sur. El pensamiento colonizado que ellos encarnan se había expresado antes en diversos artículos y amplificado gracias a los medios monopólicos de información.
Entre esas personas, un caso paradigmático –y en cierto modo patético- es el de la reconocida intelectual Beatriz Sarlo, columnista de La Nación. En su artículo del 27 de enero de 2012, sostiene, entre otras cosas, que “Malvinas es un absceso envenenado de la sensibilidad patriótica nacional”. Ironiza además sobre la leyenda que las Madres de Plaza de Mayo escribieron oportunamente en sus pañuelos blancos: “las Malvinas son argentinas y los desaparecidos también”, sin entender el profundo significado de esa consigna. Y trasunta un gran desprecio por el pueblo argentino al sostener, por ejemplo, que “es una pobre identidad la que se sostiene como identidad territorial”; conclusión falsa de toda falsedad.
Por cierto, que los firmantes del documento, por gozar de un elevado nivel de instrucción y poseer, en conjunto, suficientes conocimientos históricos y jurídicos, no ignoran que la actual población de Malvinas, por definición, no constituye un “pueblo” y, por lo tanto, no puede ser sujeto del derecho de autodeterminación. Saben asimismo que reconocer –como lo hace la Constitución Nacional Argentina- el “respeto al modo de vida” y los intereses de los isleños, es bien distinto de reconocer la autodeterminación de una población trasplantada a las islas tras un acto violento de desalojo de la población original.
Es por eso legítimo concluir que estamos en presencia de un caso de imperialismo cultural (o imperialismo en lo cultural) según lo definen diversos autores. Dicho de otro modo, de un intento de “ejercicio de la hegemonía (…) a través de un proceso consciente de manipulación, tergiversación, subestimación, destrucción y suplantación del sistema de valores” que es patrimonio de una sociedad determinada, siempre con el propósito de consolidar o perpetuar la dominación. El imperialismo en lo cultural ha alcanzado su identidad “con contenidos de métodos, procedimientos, objetivos y fines concretos, preconcebidos y sistemáticamente aplicados; a raíz del arreglo a planes diseminados ex profeso por especialistas al servicio del poder de las sociedades dominantes” (1).
Desde este enfoque, resulta coherente que los autores de la denominada “visión alternativa” subestimen intencionadamente la cuestión de la soberanía argentina en los archipiélagos del Sur y desprecien el legítimo patriotismo de nuestro pueblo que pretenden igualar con un despectivo “patrioterismo”. Es natural que pongan en duda la soberanía argentina en Malvinas como lo hace el historiador Luis Alberto Romero en un artículo publicado en La Nación.
El imperialismo cultural va de la mano de la adopción del discurso del imperio dominante y el silencio sobre el papel de la OTAN como nave insignia de la política de guerra del imperialismo real que militariza el Atlántico Sur, roba escandalosamente los recursos naturales que pertenecen al pueblo argentino y amenaza la paz en la región.
Digamos por fin que este lamentable documento, afortunadamente, no es representativo del conjunto de la intelectualidad argentina. Es que mientras la inmensa mayoría de nuestro pueblo hace de Malvinas una causa nacional, mientras millones de personas, entre ellas decenas de miles de jóvenes y trabajadores de la cultura han ganado las calles en los festejos del bicentenario de la independencia patria, quienes lo suscriben están expresando un pensamiento al parecer anclado en un pasado que ya no se corresponde con los vientos de renovación que soplan con fuerza en el continente como preludio de una nueva época.

(*) Rina Bertaccini, presidenta del Mopassol de Argentina y vice presidenta del Consejo Mundial por la Paz.

Ver “Imperialismo cultural en América Latina”, compilador Robert Austin, Págs. 3 y 4. Ediciones CECATP, Santiago de Chile, 2006.

VERGÜENZA NACIONAL
Stella Calloni

Hace unos días un grupo de 17 periodistas, intelectuales y constitucionalistas firmaron un documento vergonzante que reclama revisar la política del gobierno argentino, por cierto apoyada en este caso por legisladores de todos los partidos opositores como un reclamo nacional de viejo cuño- - por el caso de las Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur, tomadas violentamente por la armada británica en 1833.
En esa operación las tropas británicas. desalojaron a los habitantes argentinos del lugar, los expulsaron de sus tierras, razón por la cuál este tema se incluyó en la agenda de descolonización de Naciones Unidas.
En una de sus demandas increíbles el grupo sugiere que el gobierno considere "el principio de autodeterminación" de los isleños británicos ( kelpers), que viven allí, muchos de ellos descendientes de aquellos primeros transplantados artificialmente y otros que son parte de la renovación del contingente que ocupa el lugar.
Entre ellos están familias de los militares que han instalado una base estratégica en la isla Soledad, parte del diseño de la militarización del Atlántico Sur. Esta es parte de una red de bases perfectamente conectadas, alrededor de América Latina y el Caribe, puertos vitales para la IV Flota resucitada por Estados Unidos, para sus nuevas guerras coloniales en el mundo, utilizando a la Organización del Atlántico Norte (OTAN) como una fuerza de ataque global e ilegal.
Los firmantes colocan como víctimas a esas familias inglesas, que han sido tratadas con respeto siempre, como miles d eingleses que han vivido y viven en Argentina, sin que hayan recibido jamás un maltrato ni discriminación.
El texto está firmado por Jorge Lanata, Juan José Sebreli, Emilio de Ípola, Pepe Eliaschev, Rafael Filippelli, Roberto Gargarella, Fernando Iglesias, Santiago Kovadloff, Gustavo Noriega, Marcos Novaro, José Miguel Onaindia, Vicente Palermo, Eduardo Antin (Quintín), Luis Alberto Romero, Hilda Sabato, Daniel Sabsay y Beatriz Sarlo.
El ya fallecido escritor británico, Graham Green, a quien entrevisté en Panamá en los años 80, cuando veía a algunos sectores de la oligarquía panameña defender la presencia de Estados Unidos en la Zona del Canal de Panamá, solía decir: en Francia serían colaboracionistas, en Gran Bretaña traidores.
No le gustaban los eufemismos, porque el lenguaje es intensamente rico y hay palabras que lo definen todo. No hay que buscar laberintos ni sinónimos cuando una palabra, una frase corta reemplazan un discurso inútil.
Durante años el pueblo panameño luchó en absoluta inferioridad de condiciones contra la presencia colonial estadounidense, que mantenía el ilegal enclave de La Zona del Canal de Panamá, donde impuso hasta 20 bases militares, entre ellas la tristemente célebre Escuela de las Américas.
Una y otra vez jóvenes panameños fueron asesinados por los militares de Estados Unidos y los Zonians, habitantes norteamericanos de la Zona , como los kelpers lo son de las Islas Malvinas.
Fue el general Omar Torrijos, como figura líder de la llamada revolución panameña, que nunca ocupó el cargo de presidente, quien logró interesar a todo el mundo en apoyar las negociaciones para el retiro definitivo del Comando Sur del Ejército estadounidense de la Zona del Canal. Llevó la cuestión ante la OEA , ante organismos internacionales, por supuesto que en otro tiempo, cuando aún Naciones Unidas disimulaba elegantemente su dependencia del poder hegemónico.
Torrijos viajó por el mundo buscando apoyo a la negociación porque era evidente que un país pequeño de sólo dos millones de habitantes en esos tiempos, no podía enfrentarse a semejante poder de fuego.
Finalmente con el ex presidente James Carter en el gobierno de Washington logró firmar en 1977 los Tratados Torrijos-Carter que pusieron una fecha final para el enclave colonial, aún cuando a último momento algunos senadores agregaron cláusulas muy peligrosas para el futuro.
Luego incluso de la unilateral y cruenta invasión a Panamá en 1989 que dispuso cobardemente el gobierno de George Bush (padre) bajo el nombre de Causa Justa montada sobre mentiras comunes a este tipo de acción, a fines de 1999, se levantaron las bases y los zonians, que intentaron rebelarse y permanecer en el paraíso panameño debieron abandonar el lugar, sus grandes casas de madera, todo. Ahora allí viven panameños.
Ni siquiera a los propios norteamericanos se le ocurrió que los zonians, porque llevaban tantos años viviendo en un territorio ocupado por sus tropas militares, tenían derecho a la autodeterminación.
Lo insólito de este documento que publicó el diario La Nación no es el documento en sí, ya que el grupo firmante colabora con los medios monopólicos locales y por lo tanto defiende el discurso único del poder hegemónico mundial en estos tiempos, aunque se consideran a sí mismos como independientes(no se sabe de qué).
Lo insólito es asistir al descenso a los infiernos de la traición, enredados en la vanidosa percepción que le da la impunidad de estar protegidos por los poderes fácticos.
Un descenso que no hubiéramos querido ver en algunos que en un tiempo aparecieron incluso como jóvenes esperanzas o referentes marxistas de muchos de los miles de jóvenes desaparecidos por la pasada dictadura.
Los mismos que hoy tampoco usarían eufemismo alguno para calificar al grupo de defensores del discurso burdo del envejecido colonialismo británico. Capaces de decir como David Cameron que la Argentina es en realidad colonialista por intentar recuperar un territorio propio situado en sus costas marítimas y a más de 14 mil Km del colonizador: el Reino Unido.
Beatriz Sarlo ha dicho "las Malvinas no puede ser una cuestión nacional sagrada. Lo dice para justificar lo injustificable y como son tiempos donde el poder hegemónico estima que la soberanía es un concepto a revisar la ensayista no sólo pide que se considere a los isleños como "sujetos de derechos", sino que insta a "redefinir el nacionalismo territorial".
Desoladora confesión de partes, sobre todo de parte de Sarlo para quien una buena redefinición sería algo así como una Doctrina Monroe, ¿o acaso una Doctrina de Seguridad Nacional como la que impuso Estados Unidos en nuestros países en los aciagos años 70, redefiniendo nacionalismos territoriales?. 

Revista POLITICA N° 11 - Carta del Director ll Para la Independencia y Unidad de América Latina- Carta del Director
Néstor Gorojovsky

Aunque esta revista se publica en la Argentina, pretende tener un espíritu y un enfoque latinoamericano. Sin embargo, esta carta se concentra sobre un tema “argentino”: la cuestión de soberanía sobre los territorios insulares ocupados por el Reino Unido en el Atlántico Sur.
Aclaramos entonces que si así lo hacemos, no se debe a que Política se edite en la Argentina, sino a que para nosotros la cuestión de las Malvinas e Islas del Atlántico Sur jamás fue asunto argentino, sino de todos los latinoamericanos.
Se olvida frecuentemente que la monarquía borbónica de Madrid, en el siglo XVIII, había decidido instalar el comando naval sudatlántico en Montevideo. La victoria de los Habsburgo sobre los gérmenes de una España burguesa, acaecida a principios del siglo XVI en torno a la sucesión de los Reyes Católicos, había garantizado la supervivencia de la parasitaria clase señorial castellana y sancionó por dos largos siglos el atraso, el desmedro y la fragmentación de España. En su voluntad transformadora de esas funestas estructuras putrefactas, la renovación capitalista de los Borbones incluyó también una decidida modernización de la organización territorial del Estado y en especial de su despliegue oceánico.
Una de las primeras medidas en ese sentido fue, justamente, la remodelación del ya desmedrado pero recuperable poder naval español, y no es por cierto una casualidad que fuera en la recién fundada ciudad de Montevideo que la monarquía localizara el comando general del Atlántico Sur, con jurisdicción hasta las islas africanas de España y, por supuesto, las Malvinas y dependencias inmediatas.
La cuestión de las Malvinas, entonces, se plantea ya desde el inicio como un asunto de poder planetario y no como una pequeña disputa localizada entre un Estado sudamericano y un Estado de Europa noroccidental. Si la República Argentina mantiene un diferendo con el Reino Unido no se debe a acontecimientos posteriores a nuestra independencia, sino a los derechos que nos asisten como herederos directos del poder ibérico en el Atlántico Sur.
La persistente presencia británica en las Malvinas carece de toda motivación económica directa. Su verdadero sentido lo provee indirectamente un viejo crítico de las artes y las costumbres, el influyente y reaccionario tory Dr. Samuel Johnson, para quien (¡en 1777, cuando algunos británicos intentan hacer pie en un islote cercano a la Isla Soledad!) los intereses de Inglaterra en las Malvinas podían resumirse en los siguientes términos:
"…triste y sombría soledad... una isla arrojada lejos del uso humano, tormentosa en invierno y estéril en el verano; una isla a la que ni siquiera los salvajes sureños han dignificado con su esfuerzo de población; donde una guarnición debe ser mantenida en un estado que observa con envidia a los exiliados de Siberia; una isla en donde los costos serán perpetuos y su utilización, ocasional; y en la que, si la fortuna sonriese a nuestro trabajo, podría llegar a convertirse en un nido de contrabandistas en tiempos de paz y, en tiempos de guerra, en refugio de futuros bucaneros..."
Es importante señalar, por si no se desprende con claridad del texto, que el Dr. Johnson no participaba del entusiasmo de quienes llamaban a asegurar la presencia británica en Malvinas. No por casualidad era el que expresaba los intereses de las capas más vinculadas a la propiedad de la tierra en Inglaterra, y las más alejadas de la expansión comercial de la pujante nación burguesa y manufacturera.
Reiteremos las en su momento muy escuchadas sugerencias del Dr. Johnson: “una isla en donde los costos serán perpetuos y su utilización, ocasional; y en la que, si la fortuna sonriese a nuestro trabajo, podría llegar a convertirse en un nido de contrabandistas en tiempos de paz y, en tiempos de guerra, en refugio de futuros bucaneros...” ¿Qué habrá ocurrido para que sesenta años más tarde Inglaterra se lanzara a la aventura de ocupar ese territorio? En primer lugar, se había cerrado el ciclo abierto por la Revolución Industrial y la burguesía había llegado al poder en Londres, para no abandonarlo jamás. Pero también habían ocurrido por lo menos dos cosas más: España había desaparecido como potencia naval (menor, pero real), lo que reducía grandemente los costos “perpetuos” de ocupación, y además la victoria de los balcanizadores anglocriollos del Puerto de Buenos Aires había desgajado el apostadero naval de Montevideo, y había ocluído por todo un período histórico la posibilidad de proyectar una política soberana en el Atlántico Sur.
El archipiélago había quedado en manos de una laxa confederación en permanente guerra civil, que apenas si podía sostener la soberanía territorial sudamericana y, como supieron ver los británicos que perpetraron el golpe de mano, tendría problemas para su soberanía marítima austral. Desde 1823 había un asentamiento rioplatense en Puerto Luis, que a diez años de existencia tenía 500 personas, pero no hubo el poder naval suficiente, o no hubo suficiente decisión en el comandante Pinedo que estaba a cargo de la posición, para sostener la soberanía en ese sitio.
Eso, por el lado de los costos. Pero por el lado de los beneficios, habría que corregir levemente al Dr. Johnson. Los “nidos de contrabandistas” y “refugios de bucaneros”, por mucho que le disgustaran al recalcitrante y santurrón polígrafo tory, estaban lejos de ser objeto del repudio de Inglaterra. Baste para percibirlo recordar que a mediados del siglo XVII –aunque, es cierto, bajo la abominable República regicida de Oliverio Cromwell- no tuvo empacho alguno en transmutar al sanguinario pirata Henry Morgan en no menos sanguinario gobernador de Jamaica. Pero nunca viene mal una declaración explícita de que los “nidos de contrabandistas” o los “refugios de bucaneros”, lejos de ser actividades privadas a las que la ley inglesa no podía domeñar, formaban parte de una política global que ponía en ejecución, y el Dr. Johnson nos la da servida en bandeja.
El Dr. Johnson, en su afán derogatorio del esfuerzo por las Malvinas, perdía de vista un aspecto colateral del asunto que no pasaron por alto los planificadores estratégicos del Almirantazgo: el hecho de que hasta el 15 agosto de 1914 (en que se inauguró el Canal de Panamá) la única vía de conexión entre el Atlántico y el Pacífico fueran el Estrecho de Magallanes y los canales de la región adyacente, particularmente el Canal de Beagle.
Como bien hizo notar alguna vez Alberto Methol Ferré, la creación de la República Oriental del Uruguay, en 1828, colocó a Montevideo en la órbita directa de Londres. Y la ocupación de las Malvinas, en 1833, completó el dispositivo de control oceánico para dominar el flanco atlántico de la circunnavegación del extremo meridional de América del Sur. Adicionalmente, en caso de necesidad, desde las islas se podría influir sobre los territorios propiamente continentales de Sudamérica (como de hecho sucedió desde el último cuarto del siglo XIX). Pero el control de la boca del Plata y del corredor bioceánico (único practicable hasta la apertura del canal de Panamá) quedaba garantizado.
El fracaso del Congreso Anfictiónico de 1826, la “independencia” de Montevideo y la Banda Oriental, y la ocupación militar de las Malvinas en 1833 son tres actos del mismo drama. El primero marcó el derrumbe del proyecto bolivariano y sanmartiniano, la segunda garantizó para Inglaterra el control de las costas americanas del Atlántico Sur, y la tercera puso en sus manos Magallanes y los pasos anexos.
Quizás convenga hacer notar, además, que el control de las Malvinas yugulaba el comercio transoceánico de Chile con tanta eficacia como lo hacía con el de Holanda el control del Canal de la Mancha. El Estrecho era para Chile más importante, si cabe, que para cualquier otro país sudamericano, aunque no carecía de interés para Bolivia (por entonces con puertos sobre el Pacífico) y para Perú. Constituía su puerta con el mundo comercial al cual se orientaba su navegación de ultramar (recién en la segunda mitad del siglo XIX se iniciará el crecimiento de California).
Cuando, diez años después de la ocupación ilegal de las Malvinas, el gobierno de Chile instala Fuerte Bulnes en el morro de Punta Santa Ana (cinco años más tarde lo traslada a Punta Arenas), la presencia británica en las Malvinas asegura que ese acto de soberanía chilena se limite en sus alcances y, finalmente, revierta en la conversión del puerto chileno sobre el Estrecho en punto de escala cosmopolita (que es como decir inglés) en el paso bioceánico. Sobre la proyección antiargentina de la colonia británica en Malvinas ya se ha escrito en una importante nota de Hugo A. Santos en otro número de nuestra revista, pero importa señalar que aún la famosa “amistad” entre Chile y Gran Bretaña contra la Argentina empieza con una extorsión implícita que se ejerce desde las Malvinas sobre el estado chileno.
La proyección magallánica de las Malvinas es, desde el punto de vista de la lógica imperialista, un dato de magnitud equivalente a su proyección antártica. Ya en nuestros días el canal de Panamá es intransitable por buena parte de la flota comercial. La pretensión estadounidense de relanzar la IV Flota con comando en Miami y con teatro de operaciones en los océanos circundantes de América Latina enfatiza la importancia del control estratégico de ese corredor interoceánico (ya que también en el caso de las marinas de guerra Panamá impide el paso de los grandes navíos). Para la burguesía británica, la posesión de la llave insular de ese paso es un activo no menor al momento de discutir su lugar dentro de la Tríada imperialista y en sus negociaciones con el hegemón estadounidense.
Pues bien: la condición inexcusable para que todo este andamiaje funcione bien es la balcanización latinoamericana y, en especial, sudamericana. Lo único que puede forzar a Gran Bretaña a ceder en sus pretensiones sobre nuestro territorio insular ocupado es la constitución de un bloque sudamericano que las enfrente en común, y solidariamente con la Argentina. Y precisamente esto es lo que ha empezado a surgir con las creaciones sucesivas del Mercosur, la UNASUR y, ahora, la CELAC.
Es difícil enfatizar suficientemente la importancia que ha tenido el apoyo brindado a la Argentina frente a Gran Bretaña por los integrantes de la CELAC que a su vez forman parte de esa “alianza” extorsiva y expoliadora que hegemoniza el Reino Unido y se denomina CARICOM. Las energuménicas reacciones del gobierno conservador de Londres, acuciado además por gravísimos problemas internos, revelan cuán profunda ha sido la estocada.
Y por si hiciera falta una confirmación más plena de las potencialidades que tiene una política de cerco sudamericano a la pretensión británica, la hay en la reciente decisión de los países del Mercosur, Bolivia y Chile de negarle toda entidad a la “bandera” que pretendió entregarle Londres a los tres mil súbditos británicos que, al amparo de una guarnición de magnitud equivalente, residen en el territorio argentino de las Malvinas.
El hecho de que haya sido nada menos que el presidente del Uruguay, ese país creado como “Estado tapón” por la ingeniería diplomática británica, quien afirmara con mayor contundencia el repudio a ese grosero intento de sentar precedentes de una “nacionalidad” de esos británicos residentes en ultramar, tiene tanta importancia como el respaldo que a la misma medida brindó el gobierno de Sebastián Piñera en Chile. La perspectiva de que ese apoyo de Piñera a la Argentina implique también un probable punto final a los vuelos entre Punta Arenas y Puerto Argentino está llevando al gabinete Cameron a considerar la posibilidad de construir un aeropuerto comercial de escala para la isla de Santa Helena (otro enclave rapiñado por Londres, desgajado en este caso de África), un gasto no precisamente bienvenido en tiempos de crisis económica severa.
En síntesis: tan sudamericana, tan latinoamericana, es la cuestión de las Malvinas que así como Gran Bretaña se aseguró primero la balcanización para luego ocuparlas por la fuerza (no sin la resistencia de los criollos de Antonio Rivero, que forzaron al trasplante completo de la población en 1834), los primeros pasos de la reunificación ya le permiten a la Cancillería argentina provocar histéricas jaquecas en el régimen conservador de Londres. Es el momento de poner en práctica, creemos, todas las consecuencias de esta constatación.
Nunca como hoy se revela la validez de la doctrina del general argentino Jorge Leal: nuestro país debe hacerse cargo de toda su herencia. Y tiene que poner las Malvinas, que son una herencia iberoamericana, en cabeza de todos los sudamericanos. La solidaridad en este conflicto promueve la adopción, por parte de los argentinos, de la doctrina de las Malvinas Sudamericanas, de unas Malvinas bajo soberanía común de los países de la Patria Grande.
Y en cuanto a los súbditos británicos que allí residen, mientras no exijan vivir bajo pabellón británico nada tenemos en contra de su presencia. Está en ellos decidir si prefieren, como dijo alguien, sumarse a la decadencia final de un imperio, o participar del proceso en marcha de reconstrucción de una nación de patrias.

Buenos Aires, febrero de 2011