domingo, 15 de noviembre de 2009

CUATRO POEMAS DE OCTUBRE

LLAMADO AL TRISTE

Algún día…algún día…
volverás, ¿no?
La piedra azul descenderá sobre un mar calmo
sin lágrimas
iluminado desde su centro
en el fondo del estanque donde crecen corales rojos

Has zozobrado en casi todo
ella era lo único bueno y santo que te quedaba
pero ¿por qué estás llorando?
¿por qué llora el alma?
¿no se regocija en la hora del véspero?
¿o sólo otea esta realidad de error, confusión e iniquidad?

Levanta tu cabeza como el león,
bebe del día, del rostro
de la muchacha de ojos grises,
de los golpes de tambores al ritmo de tu ansia

Hay que mirarse de cerca, frente a un espejo,
para ir bien al fondo, a fondo
y apretar las muelas
hasta que la mandíbula duela.

Y gritar con el pecho descubierto
y resistir
y reconstruirse

AMARILLO SOL, OCRES INESPERADOS
                                                               A Luis, de la isla Saint Michel

Vida a la intemperie
Paraísos de la calle Hipólito Yrigoyen a la altura de Almagro
Ya comienza el otoño
Edificios nuevos
Casas derruidas.
Fábricas y galpones que fueron.

Y a pesar del óxido en las vigas
Es hermoso contemplar el ocre de las hojas
El amarillo sol y los verdes deslucidos
La Basílica de San Carlos
Las altas ventanas de la Inspectoría Salesiana
El baño de amarillo sobre los ocres inesperados

Herido de vida
Luis sufriente
Arrullo esta escena de barrio
Con devoción casi religiosa
(Vendrá mañana
tal vez borrosa
Y en sombras)

Y a pesar del óxido en las vigas
Es hermoso contemplar el ocre de las hojas
El amarillo sol y los verdes deslucidos
Sin responder al llamado de dioses temblorosos

PATRIA INTERIOR
                                   A los manes que nos precedieron en el viaje

No hay beatitud más grande
Que el haberlos conocidos, almas queridas que partieron.
El paso de los años las hace más cercanas:
En el soplo de vida que infunden,
Por la prudencia que masticaron
con dientes de piedra,
Por la templanza
que forjaron a golpe de martillo,
En los recuerdos redivivos
que aletean junto a las ventanas cada tarde.

Sobre los hombros del dolor,
Anchas espaldas pacientes,
Nos protegieron,
dieron al viento de la calle,
al susto de la noche,
al andar agitado,
(esas veredas, esas baldosas -cada una un mundo-
con sus resquebrajaduras, retículas blancas, guardas ocres,
hilos de agua, pigmentos de acero y musgo).

Los invoco y llamo: Luis, Donato, Ramón,
Juan, Jacinto, Enrique,
Angel, Cholo, Leonardo,
Para que el viento que los trae y lleva,
Golpee furiosamente mi corazón adormilado.

Sí, los presiento, manes agrarios
de la patria interior que me arrebata,
Arcadia feliz,
tierra abisal de ira
donde brota el héroe,
el santo,
el loco,
el nómade.

Corazón: escúchalos y arde.

EL AJENO

No ha de darnos tregua este viaje.
No es cosa de andar con llanto y castigo.
Ya el desprecio es suficiente.
¿Para qué tanto perdón y mensajes que no devolverán?

De tanto en tanto me pregunto: qué metal les ha recubierto el cuero,
qué cuero les ha recubierto la piel,
qué piel los ha vestido,
No hay palabra, agujeta o abridor de lata que pueda meter cisura o rasguño.

Respiro profundo y me sigo inquiriendo.
Persisto centrado en símbolo: cruz, rosa, flama.
Ellos no están allí –tierra de lo consagrado- en ofensas,
desdenes, risas de hienas y declaraciones.

Camino con mi Señor y sólo en El renazco día a día.

RESPUESTAS AL CRISANTEMO

Digo que sí, flor de muerto, flor de santo.
Las rosas son peligrosas, pero no por sus espinas.
Pronto se marchitan y nos dejan sin despedirse.

El amor no es diamante, coronaria insomne,
No hay que ir a buscarlo.
Tarde o temprano, llega a nosotros
Como hiedra venenosa.

Vive sola, manzanilla dulce de ojos albos.
Soporta el dolor y las macetas con malvones.
Aguanta la humillación de los agapantos extendida por decenios.

No debes cambiar por la exigencia del otro.
Crea tu propia leyenda, eterna estrella blanca y oro.
Trabaja la semilla sin precio de venta.
Por fin, antimonia, vierte tus colores generosos.

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