EL ASOMBRO
“El verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes sino nuevos ojos”. Marcel Proust.
Durante siglos la lluvia ha caído
Sobre nosotros
Lloviendo y lloviendo, hemos visto deambular
Los cuerpos encendidos, las madrugadas y los trenes.
Ellos nos llevaron por caminos de viento.
Partimos hacia donde el llamado de la sangre
Nos convocara.
Prevalecieron el sueño, el dolor, y apenas, la dicha.
Yo lo sé porque he mirado desde el corazón.
Desde el sitio de tus ojos he mirado.
Desde el tibio río de tus ojos he mirado.
Y sigo mirando.
Desde una copa vacía, en albas desoladas
He mirado.
Transitando las calles de una ciudad humana
He mirado.
Y he mirado tu pasado: reconstruyendo los días de lluvia,
Los días de adolescencia y los tiempos del primer amor,
Cuando, ¡oh pasajera!, te dormías en atardeces arbóreos.
Si me preguntaras -porque todo lo preguntás- cómo lo sé,
Te diré: a través de tus ojos lo he mirado.
Desde el tibio río de tus ojos he visto
Antiguos universos en expansión,
Los azules árboles reverdecer,
El viento posarse en las avenidas,
Los trabajos de la existencia humana,
Las edades,
El núcleo de la Tierra enfriándose,
Los asteroides caer a mil corazones de energía.
También visto el llanto.
Abrazar la piedra,
Cubrir la vida con un océano de vida,
Deambular por pasillos y paredes blancas,
Entrar a cuartos asépticos
Y celebrar el bautismo de un nuevo día.
Durante milenios, siglos y días
La lluvia ha caído sobre nosotros.
Lloviendo y lloviendo sobre el alma,
Tantas veces a la intemperie porque no hay
Refugio donde cubrirla,
No hay descanso para concederle,
No existe conjuro que aleje el odio
y las devastaciones.
Como animal herido
Me alimento de mis poderes,
Me nutro del agua del temporal,
Suelo acostarme en los empedrados y en las plazas,
y duermo la vigilia de mis sueños.
Me expongo a la lluvia.
Quiero la lluvia.
Aunque tu luz va poco a poco secando los goterones
Y alejando los aguaceros.
Aunque el resplandor de estos días
Me desnude las excusas.
Por que, con tanta luz ¿cómo guardaré mi
Transfigurada melancolía?
¿qué preguntas fingiré a la desterrada tristeza?
¿Qué canción o elegía recitaré?
¿Cuánta muerte arrojaré en su lugar?
Iluminás mi mirada pluviosa,
Hacés brillar mi espejo nocturno,
Poblás de sol mis jardines abandonados.
Pero yo no te exalto,
Ni creo alrededor tuyo un ídolo
Al cual adorar.
Agradezco que haya amanecido.
Doy gracias por el día
por el equilibrio inestable
de luz y noche,
de alegría y desdicha,
de lo solar y lo lunar,
de lo fasto y lo nefasto.
Agradezco que me ayudes
A mirar por tus ojos,
Descubriendo nuevos abismos
Y horizontes a los que no creí llegar.
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