viernes, 19 de marzo de 2010

CANTO HEROICO Y FÚNEBRE POR EL SUBTENIENTE CAÍDO EN ALBANIA - ODISEO ELYTIS

Ahora yace sobre el capote chamuscado,

Con un viento detenido en sus cabellos tranquilos,
Con un trozo de olvido en su oreja izquierda.
Se parece a un jardín del que huyeron de pronto los pájaros,
Se parece a una canción a la que amordazaron en las sombras,
Se parece a un reloj de ángel que se paró.

Apenas “adios, camaradas” dijo con sus ojos,
Y la incertidumbre se hizo mármol.

Yace sobre el capote chamuscado.
Negros siglos, a su alrededor,
Ladran con esqueletos de perros al silencio terrible,
Y las horas, que se han vuelto palomas de piedra,
Escuchan con atención.
Pero ardió la sonrisa, pero ensordeció la tierra,
Pero nadie oyó el último grito.
El universo entero se ha vaciado con el último grito.

Al pie de cinco cedros,
Sin otros cirios,
Yace sobre el capote chamuscado,
Vacío el casco, enfangada la sangre,
A su flanco el brazo mutilado
Y entre sus cejas,
Un pequeño, amargo manantial, la huella del destino.
Un pequeño, amargo manantial rojinegro.
¡Manantial donde el recuerdo se congela!

¡Oh, no contempléis, oh, no contempléis adónde,
adónde huyó su vida! No digáis que,
no digáis que el humo de su sueño se fue arriba.
Así un nuevo momento, así un nuevo momento,
Así un nuevo momento dejó al otro
Y así el eterno sol al universo.

En una famosa obra de B. Brecht un personaje reprocha a Galileo su cobardía al retractarse ante la Iglesia diciéndole: “pobre del país que no tiene héroes”, a lo que éste responde: “pobre del país que necesita héroes”. Grecia tuvo más héroes que ningún país aquella mañana de Octubre de 1940. Hay pocas películas que reflejen la participación griega en la segunda guerra mundial, y sin embargo fue el primer pueblo que consiguió detener al hasta entonces invencible ejército italiano.
Desde el comienzo de la contienda Mussolini se había sentido celoso de los éxitos de Hitler. Ansiaba, y así lo había acordado con él, ser cerrojo y dueño del Mediterráneo gracias a su poderío naval, pero para eso necesitaba bases en las islas del Egeo que el dictador griego, Metaxás, ─por otra parte odiado hasta entonces por su pueblo─ se obstinaba en negarle con el fin de mantener neutral a su país. Finalmente, tras un ultimátum tan traicionero como tardío, pues cuando lo lanzó la escuadra italiana surcaba ya las aguas, el 28 de Octubre de 1940, 27 divisiones italianas con apoyo de artillería y aviación invaden Grecia en lo que iba a ser un paseo militar.
16 divisiones griegas de infantería ligera reclutadas rápidamente, sin artillería ni aviación y armadas con una colección variopinta de fusiles de procedencia diversa, muchos de ellos italianos, son enviadas por Metaxás precipitadamente al frente. O. Elytis, posteriormente premio Nobel, era uno de los soldados que el 11 de noviembre y contra todo pronóstico, en un ataque imposible, no sólo detuvieron a los italianos, sino que les hicieron retroceder 30 km hacia el interior de Albania y, todavía Papagós, el comandante en jefe griego, prometía a Metaxás que si conseguía un sumistro constante de municione ─recordemos que dada la diversa procedencia de sus armas no podían combatir todos a un tiempo por falta de municiones─, Tirana caería y los italianos serían devueltos al mar.
Por desgracia, en Enero siguiente muere Metaxás de leucemia y, a falta de un candidato voluntario, resulta elegido presidente un industrial llamado Koritzis que, incapaz de hacer frente a la amenaza, se suicidaría pocos meses después.
El seis de Abril del 41, Hitler, harto de un frente que mantenía inmovilizados a tantos miles de italianos que le hacían falta en otros lugares, invade Grecia con sus panzer. Algunos de los más brillantes poetas griegos, como Seferis, parten al exilio. Otros, como Sarandaris, mueren en el frente. Elytis y Ritsos sufrirán de por vida las secuelas de la guerra. Para la historia quede el dato de que nunca un dictador griego ha sido tan unánimemente apoyado por su pueblo como lo fue Metaxás cuando pronunció un no rotundo a las presiones italianas. Y. Seferis escribe en su diario: “Ese nuevo orden significa que deben asesinar al débil, que pueden utilizar las más sucias mentiras para asesinar a pueblos pequeños...Grecia, el 28 de Octubre, eligió vivir libremente o morir.” Elytis era uno de los miles de soldados de aquel frente que saltaban de alegría cuando una bomba italiana despanzurraba a una mula, pues ese día podrían comer.
En ese contexto se debe entender el canto heroico como un homenaje no a una persona en concreto, sino a todo un pueblo. Probablemente el canto heroico sea el mejor poema épico del siglo XX. La puntuación es mía porque Elytis apenas usa algunos puntos. De entre todos los cantos traduzco aquí el cuarto por la brillantez de su expresividad. Luis M. Modroño.

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