Egipto genera escozor político en Irán
Análisis de Barbara Slavin
WASHINGTON,
9 feb (IPS) - A juzgar por la propaganda oficial iraní, los
levantamientos que derrocaron al régimen de Túnez y amenazan ahora al de
Egipto son descendientes directos de la Revolución Islámica de 1979.
Para los iraníes, ese análisis es motivo de orgullo. Para los árabes, es una advertencia grave.
En ambos casos, los medios estatales afirman que el colapso de los
regímenes árabes pro-occidentales beneficiarán a la República Islámica
de Irán y conducirán a la expansión de un "arco de resistencia" contra
los intereses de Estados Unidos e Israel en la región.
Sin dudas, en esa propaganda hay una pizca de verdad. Justo cuando Irán
estaba sintiendo la presión de las sanciones internacionales en torno a
su programa nuclear se produjeron acontecimientos cataclísmicos que
hicieron que la atención dejara de centrarse en ese país. Esos mismos
hechos amenazan con derribar los pilares de un orden geopolítico que se
mantiene desde hace más de 30 años en Medio Oriente.
Irán considera que las tribulaciones de los gobernantes árabes
respaldados por Estados Unidos son un juego competitivo en el que lo que
para Washington es una pérdida constituye una clara victoria para
Teherán. Y vincula estos hechos al ascenso de gobiernos dominados por
chiitas en Iraq y Líbano.
Sin embargo, esa imagen exagera el poder iraní y omite las maneras como
las tendencias regionales pueden amenazar la influencia iraní y volver a
encender a su propia oposición interna.
"Actualmente el gobierno (iraní) es muy ambivalente en torno a lo que
está ocurriendo en Egipto", según Shireen Hunter, experta en Medio
Oriente de la Universidad de Georgetown y autora del libro "Iran's
Foreign Policy in the Post-Soviet Era" (La política exterior de Irán en
la era post-soviética).
"Ellos se dan cuenta de que éste no fue un movimiento iniciado por
activistas musulmanes sino por una expresión mucho más amplia de
frustraciones e insatisfacción. Si el espacio se abre, habrá mucha
competencia. No está claro quién cosechará los beneficios", dijo Hunter.
Contrariamente a la versión iraní, la figura más carismática en surgir
de la "intifada" egipcia hasta ahora no es un clérigo sino un ejecutivo
de Google de 30 años, Wael Ghonim.
La exaltada entrevista que concedió el lunes a un canal satelital
egipcio independiente en la que habló de las muertes de manifestantes
mientras él estaba detenido por las autoridades egipcias hizo que
innumerables compatriotas suyos se unieran a las protestas en la Plaza
Tahrir de El Cairo.
También es difícil interpretar los hechos que ocurren fuera de Egipto
como indiscutidas victorias iraníes.
En Iraq, el clérigo Muqtada al-Sadr volvió silenciosamente a la ciudad
de Najaf el 5 de enero, tras permanecer tres años en Irán, pero se fue
luego de apenas 15 días, tras haber sido amenazado de muerte por otra
organización con vínculos iraníes.
Irán es el actor extranjero más influyente en Iraq, con profundos lazos
con agentes de varios partidos y milicias chiitas, pero también enfrenta
las reticencias de los iraquíes --incluidos los chiitas-- por emplear
tácticas de mano dura y acuerdos que terminan volcando en Iraq
mercaderías iraníes de mala calidad.
Los cercanos vínculos de Irán con el gobierno afgano y con la población
chiita de ese país estuvieron en riesgo cuando se produjo un atraso de
seis semanas en la entrega de combustible.
Según Hunter, ese rezago buscó enviar el mensaje de que la relación con
Irán no debe darse por sentada. Sin embargo, a raíz de esto se agriaron
los lazos entre esos dos países.
En Líbano, todos los partidos esperan con ansiedad el anuncio de los
cargos por el asesinato, en 2005, del ex primer ministro Rafiq Hariri.
Es probable que un tribunal especial de la Organización de las Naciones
Unidas (ONU) acuse a los miembros del movimiento chiita proiraní
Hezbolá, lo que dejaría a éste y a Irán mal parados entre los árabes
chiitas, así como entre los sunitas.
En lo interno, también, los últimos acontecimientos en Túnez y Egipto
pueden crear un escozor político en Teherán. El Movimiento Verde, que el
año pasado parecía estar cerca de la muerte a consecuencia de severas
medidas del gobierno, apoyó los levantamientos árabes como otro ejemplo
del poder popular que se manifestó en Irán luego de las disputadas
elecciones presidenciales de 2009.
Los dirigentes del Movimiento Verde Mehdi Karroubi y Mir Hossein Musavi
pidieron autorización para realizar una manifestación el 14 de este mes
en la Plaza de la Libertad de Teherán, "en solidaridad" con los
activistas tunecinos y egipcios.
De concederla, el gobierno se arriesgará a resucitar al Movimiento Verde. De negarse, se expondrá a que lo acusen de hipócrita.
"Si no permiten que su propio pueblo proteste, irán contra todo lo que
están diciendo, y todo lo que están haciendo en apoyo a las protestas en
Egipto (habrá sido) falso", dijo Karroubi al periódico The New York
Times en una entrevista realizada por videoconferencia el martes, desde
su casa en Teherán, donde dijo que ha estado esencialmente bajo arresto
domiciliario.
Un informe de la Agencia de Noticias Laborales de Irán divulgado este
miércoles señaló que el Poder Judicial negó el permiso para la
manifestación del próximo lunes, diciendo que quienes apoyan a los
egipcios y tunecinos deberán realizar la marcha el viernes.
Aunque elogia a los manifestantes árabes, el gobierno iraní ha explotado
la preocupación mediática por Túnez y Egipto ejecutando el mes pasado a
más de 80 personas, entre ellas a una ciudadana iraní-holandesa, Zahra
Bahrami.
Hadi Ghaemi, director de la Campaña Internacional por los Derechos
Humanos en Irán, dijo que el gobierno iraní espera que esas severas
acciones intimiden a los defensores de la democracia iraní y eviten que
salgan a las calles el próximo viernes --fecha del 32 aniversario del
triunfo de la Revolución Islámica--, además del lunes.
Dada la histórica rivalidad entre persas y árabes, Ghaemi dijo que
algunos iraníes pueden sentirse motivados a acudir a la marcha
simplemente para mostrar que no son inferiores a los árabes en valentía y
convicción.
"El iraní promedio se preguntará: ‘Si los egipcios pueden hacerlo, ¿por qué nosotros no?’", planteó Ghaemi.(FIN/2011)
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