viernes, 29 de mayo de 2009

Reportaje realizado en abril de 1998 en su departamento de Almagro. Alejandro Del Prado: Tanto Buenos Aires

El músico repasa su trayectoria artística mientras prepara los temas de su próximo CD

A los dieciseis años acompañaba con la guitarra a Osvaldo Ardizzone, periodista y poeta, recitador de temas propios y ajenos. Corría 1970 cuando llegó hasta sus manos una nota que el destacado redactor había hecho para la revista deportiva donde trabajaba. Ardizzone ponía lirismo, vuelo, humor y filosofía de estaño en sus escritos. Alejandro del Prado comenzó a ponerles música.
“Cantámela otra vez, pibe”, reiteraba de manera incesante el Viejo con su voz de cafetín. Ahí nació una amistad, personal y artística, que se extendió hasta la muerte del bardo. “Yo sigo estando con él, porque le he puesto música ahora mismo, a letras suyas ”, dice. Y recuerda el debut, al año siguiente, guiado por maestro.
Poco después, frecuentaría otros escenarios, entre ellos el café-concert La Fusa, con el mismo Ardizzone, el grupo Saloma y Roberto Perez Precci, bandeonista de la orquesta de Osvaldo Fresedo.

CANTO Y TRABAJO

Saloma es de noviembre del ‘74. “El nombre espantoso es de Raúl Carnota, él tiene la culpa. Nos lo cedió”. Saloma es una palabra castellana y significa canto que acompaña al trabajo. Los integrantes se conocieron tocando en cruceros turísticos. Cristina Ghione, Jorge Santiago, Hugo Romero y del Prado formaban un cuarteto compacto y organizado en lo laboral, donde la única estrella era la música.
“A mí me interesaba lo que hacían. Había una práctica vocal linda donde hacíamos negro spirituals, folklore y cosas tradicionales, hasta que empezaron a pintar los temas más urbanos”, recuerda del Prado.

“Eramos un grupo vocal, instrumental. Batería, teclado, dos guitarras, flauta. Los cuatro cantábamos. Saloma sonaba mejor en vivo que en el disco. Fue un laburo interesante y en ese momento, de resistencia”. La sombra de la dictadura se erguía en el horizonte.
Saloma duró formalmente poco más de cuatro años. Editaron un LP con el mismo nombre (1979) por el sello Tenneesse. Cuatro de las letras correspondieron a un poeta joven, Jorge Alejandro Boccanera. En algún momento, contaron como músicos invitados a Daniel Binelli, Alejandro Santos y Osvaldo Avena.
Canto urbano contemporáneo, aires de tango, cadencias de milonga, influencias de ritmos latinoamericanos, letras inspiradas con idioma actual y potencia evocadora.
Eso fue Saloma.

POR MIS COMPAÑEROS

En el ‘81, este porteño nacido en Villa Real, hijo del dibujante Calé, partió hacia México. “Yo me fui a visitar a los exiliados, porque había mucha gente que era importante y la quería ver. Gente que eran fundamentales acá. Quería ver a Cacho Constantini, Zitarrosa -del que fui guitarrista en el ‘85- y a otros. Por Boccanera conocí a Silvio Rodríguez, quien hizo copias del disco de Saloma en Cuba”.
De ese época es el LP Dejo constancia. La totalidad de las letras corresponden a Boccanera. La producción corrió por cuenta de Lito Nebbia quien vivía en la capital azteca.
“Creo que Dejo constancia fue la primera o segunda producción del sello Melopea, si la primera no fue un disco de Manolo Juárez”. En Argentina apareció bajo el sello Interdisc.
Alejandro del Prado caracteriza a Dejo constancia como un disco de poesía, una obra cerrada: “cerrada por el estudio, por México, por la poesía, por el lenguaje, por el color”.
“Acá tuvo difusión y tuvo como cosa que yo levantaba como original, una canción sobre texto de un poeta vivo, un poeta joven y vivo y también la cuestión de juntar a Lito Nebbia con Silvio Rodríguez, el tango y la poesía. Me preparé mucho y aprendí mucho. Lo quiero mucho a ese disco”.
El arte de tapa corrió por cuenta de Jorge Posari, un argentino que también estaba en México. Convergieron en la placa, Daniel Binelli, Caíto, Poncho Martínez - un músico méxicano- y Ponchito, el hijo, en flauta. Silvio Rodríguez cantó Qué cazador.
“Entre Lito y yo tocamos todo, piano, batería, guitarras, fue muy divertido. Recuerdo:
Lluvia, somos dos extranjeros, tu nombre es como el mío es una travesía, un dembular por puertas cerradas para siempre. Es de Jorge (Boccanera) y yo le había hecho un tango piazzoliano atrás”.

TANGOS, MURGAS Y MILONGAS

El tema Los Locos de Buenos Aires fue creado en marzo del ‘82, en México, mientras en Buenos Aires aparecía Dejo Constancia. “Algunos son personajes reales y los otros... también. A los otros los conocí después. Muchos quedaron en el tintero. Anoté muchos que después no incluí. El poeta-periodista sería Ardizzone, Juan Gelman o todos. Era la época de Malvinas y ahí entré en crisis, estando en México”.
Con cierto pudor relata: “la clave del tema Los locos.... es que estuvo hecha con un sincero afecto, un amor muy decidido. Ojalá pudiera amarlos así otra vez, decía yo. Allá la cantaba y los muchachos deliraban. Y yo no le veía nada especial. No decía: ‘escuchá que tema’. Además me parecía largo y el estribillo me parecía comercial. Después la aprendí a querer”.
Cuando sale el disco Los locos de Buenos Aires, lo subtitula tangos, murgas y milongas.
Explica que “todo eso fue porque no podía definirlo en un concepto. Cuando te piden una definición no la podés hacer y entonces definí por géneros. La murga es el pariente que falta entre el tango y la milonga”.
El LP que lleva por título el tema más difundido de Alejandro del Prado, fue grabado por Interdisc en 1983 y apareció dos años más tarde.

FOTOS DE UNA CIUDAD

Con temas de Dejo Constancia y Los Locos de Buenos Aires, la grabadora armó un compacto, Fotos de una ciudad, el único que tuvo editado, por lo menos hasta estos días, cuando se dispone a grabar un nuevo trabajo.
“Salió cuando estaba en México, lo reeditaron y me dijeron en algunos lugares que se había vendido. Hubo varias reediciones de los discos anteriores. Yo me quedé caliente con que no se habían entendido las canciones. No el mensaje, sino la onda que habíamos puesto. Me sentí un boludo. Entonces me pregunté que estuve haciendo”.
Los días que vinieron fueron de nuevas partidas y nuevos regresos. La pregunta es inevitable. “Sobreviví. Tipo el hombre-araña. Me fui varias veces del país. Trabajé afuera. Tocando. En fútbol, laburé en las divisiones inferiores de Argentinos Juniors como preparador físico. Trabajé en escuelitas, donde también hice canciones y donde tengo recuerdos bárbaros. Una escuelita era de curas, gratuita, en Villa Soldati”.
En España acompañó a otros músicos. Fue albañil. Y capataz de obra. Tenía a cargo, cuenta, a unos obreros marroquíes a los que hacía cantar trabajando -salomar-, después de tararearles alguna de sus melodías.
“También hice la banda sonora de la película, Billetes, Billetes, de Martín Schor y la música para un ciclo de Sergio Renán en ATC. Siempre que estoy por naufragar aparece algo”.
Del Prado cuenta que hasta llegó a pensar en dejar la música, que hace tres dias que no agarra la guitarra y que por eso “el ambiente está medio tenso”.
Es una tarde otoñal y está rodeado de cosas que ama: libros, muebles, instrumentos, casettes, sonidos. El caos que precede a la creación, desde su departamento en Almagro.
De España vuelve en el ‘93. “Escucho Matador, de los Cadillac y digo: esto es murga. Empiezo a ver las ondas de tango que hay, y comienzo a recibir, como algunos muchachos toman eso. Y me empiezan a decir que hace como diez años que no grabo. Y me tiraron dardos sobre el Tanguito de Almendra. Porque en su momento no se sabía si era un tango cómico o si era el tango de un rockero. Era el tango de un tanguero. Nunca me gustó eso de ser nuevo, de ser el mejor o de ser original. Son títulos que te estrellan. La gloria es tocar”, declara.

TRABAJANDO PARA LA MISMA IDEA

Hoy, Alejandro del Prado está preparando un nuevo larga duración. Seleccionando material de unos treinta temas, de los que tal vez quedaran diez. Hay canciones del año ‘79, del ‘83, del ‘86 y temas nuevos. Menciona que no puede decir el nombre del sello grabador, “pero no por cábala o cosas por el estilo, sino por que estamos en las preliminares. He tenido varias ofertas, pero este sello me da la oportunidad de tener buena difusión”.
Con respecto al contenido de la obra manifiesta que “estamos haciendo los mismo de siempre, pero con una mejor síntesis o con la visión de ahora, más simple. Siempre estuve trabajando para la misma idea, para tratar, alguna vez, de hacerla bien. Y lo político ahora es deliberado. No partidista, porque soy más cristiano. El comunismo cayó. Pero el fascismo, no. Cuidado. Son luchas de la humanidad por llegar todos a lo mismo”. Y concluye: “ahora lo que quiero es que salga el disco”.

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