miércoles, 28 de abril de 2010

LOS VIAJES DEL ALMA (POETICA 1975 - 2009): EDAD DEL HIERRO

EDAD DEL HIERRO


Los vencidos


Pediremos
por las cabezas
de los vencidos,
hoy y siempre.


Está entregándose
al sueño
el Soñador,
brilla su arco
hacia la luna.


Ha recuperado su viento,
la calle en calma.

Agonía bajo el horizonte.


Hoy por hoy
y siempre.


Los vencidos.

La leyenda azul
y el Hombre de Sangre.



Soledad

El pequeño abre su mano.
Y guarda las monedas del asombro,
la compasión.
¿Qué habrá sido
de aquellos hermanos míos,
armas sutiles del Odio?


No esperamos,
vamos
hacia el Otro,
aquel Solitario
clavado
de pies y manos.


Víctimas y victimarios
confundidos.
Flageladores y flagelados
juntos,
al borde del
abismo.


Ausencia


¿Adónde estás, alma mía?
Ojos, penas, luz cetrina.


Una dulce
enfermedad de lluvias
pasa devorándome
y el canto corre
de boca en boca,
atraviesa
labios y campanadas,
tardes de amor
disueltas en fiebre.


Si vienen frases viejas,
vos serás
la angustia, la esperanza que no calla;
estos veintitantos años
perdidos
y encontrados,
mi mujer,
mis amigos.


Los desesperados

Encontré
las campanas
de la redención.

Una luz azul
me dio
de lleno
en las vísceras.


Ahora
recuerdo
a aquellos
desesperados
sentados
al borde de la Vida,
el árbol
donde se ahorcó
el Traidor,
la aurora
del Viernes.


Demiurgos

Fabricaban esferas
en los labios
y un canto violáceo
desprendió,
de la luna,
el mito.


Hay que volver
a las fuentes.

No correr
por
paraísos
perdidos.

No subir.

Hundirse
con
las
mismas
armas
del
enemigo.


Alquimia


El maestro es, a la vez,
receptáculo.


De él
volaron
los planetas,
las mareas,
el microcosmos.

Por analogía,
el hombre
acarició
el deseo de Unidad.

¿para qué dicen:
Técnica,
Producción,
Automatización
si la alquimia es
iluminación
verdadera?


Solo

Simplezas
del
hombre solo:
menor
o mayor angustia,
charcos
de nubes,
de diluvio
enfurecido.

Exclamación
y salto
hasta la Verdad.


Quedamos
estos sueños,
la sangre.


Razón

Esta prisionera
y ama
de cuanto sueño
puro
hubo en mí,
no cantará
ahora que caigo
y vengo
remontando
la nostalgia.


Tampoco
estará
esperándome
en
el
hundimiento.


¡cuánto
sueño puro
en mí
destruiste!


Árbol

Pureza
y desolación.
La noche
y el día
en el eclipse vegetal.


El aire
de los sauces
camina
por los cabellos
y me acerco a beber
la inocencia.


La rama
que se hizo
madero
suelta
la coronación
del cáliz


Ojos
                    Ver a través de la sangre


¿no vieron mis dudas?
¿no escucharon
el rugido
del volcán,
del tifón,
del cometa?


Los ojos
no saben de luz,
no aprendieron
a equilibrar
la tristeza
de los días,
no comprendieron
tanta
vida.


Inocencia


¡Estoy tan sucio!
Miro.
Camino por la vida.


No me detengas en el cuerpo.

Aquella luz no era
sino ocultamiento.

Pero
¿de dónde rescatarte?
¿de dónde,
primavera
o niño
o árbol?


Llorar por todos.
Llorar para que resucite
indecible y celeste.


Culpa


No es nada,
sólo la lacra
de mis engaños.


Apenas comprendo
algo.


El juego
de los bastardos
no puede seguir,
no debe.


Afuera está creciendo
la furia
y yo,
diminuto,
soy
la gota
del resentimiento,
el hilo
de baba
de los miserables.


Mujer

Está quieta frente a la luna.
La sonrisa,
los años de los años,
el corazón que rescatará
al vencido.


La mujer
es el árbol primitivo,
impulso ascendente al Uno
y a la Muerte.

Ahora,
que estará
detrás
de mi disolución,
vendrán
a fundirse
el alcohol,
los pesares
y la alegría
que pasa.


Amor


Ella me espera en el barrio,
sentada en el cansancio.

Voy aferrado a miedos,
esperanzas
y a un corazón cercado
y cercano.

Cuando llego, se abren flores en los ojos.

El alma, de fiesta,
aún harta
de mediodías
y desazones,
aún
con sueños de gloria.


No me miento.

Descargará
vientos,
flechas,
y bosques sobre mí.

Y seré su mendigo.


Ser


El corazón del Otro:
desfiladero,
muerte verdadera,
cansancio del corazón
suplicante.


Ser
es
ser
corazón:
corazón
fraterno,
el ausente
y presente,
el contradictorio,
pero
al fin
el que es.


Reino

Allí estabas, Verbo
sentado a la diestra.

Descendiste
y fue todo
alegría,
piedad,
el poder
de devolver
las ilusiones,
las mañanas
y el alma
a los muertos por dentro.


¿Dónde estás Señor?
¿No ves que estamos solos
y que el Reino
es
isla de reptantes,
feria de carniceros?


Iluminación


Nada por implorar.

Es tanta
la descomposición
que es inevitable
la epifanía
de la belleza.


El campo de azucenas
cuesta
palabras,
exigencias,
devastadoras
cruzadas
de suplicios y entregas.


Es tarde.
Viene la noche.

Me llevan
y voy a despertarme.

Angustia


Los dientes como raíces
muerden el corazón:
ternura deshecha.

Oscuridad.

Y esta mañana de sábado
por donde esquinas,
amigos en carnavales
y lluvias
son zarpazos
de un tiempo pánico.


¿Inquietud del que cree?
¿Aire de ayeres
como mariposas de huesos?

El plexo,
amor,
fantasmas,
dudas.

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