viernes, 5 de junio de 2009

"Debemos ir incorporando una cultura de la adopción"

Adopción (del latín adoptio-adoptionis). f. Acción de adoptar.
Adoptar (del latín adoptare). tr. Tomar como hijo propio, legalmente, a alguien que no lo es.

La adopción es una de las posibilidades de formar una familia no fundada en lazos sanguíneos, sino en una creación cultural, histórica, alejada del estado de naturaleza: el derecho.
Familia, legalidad, biología, cultura, psiquismo, legitimidad, sociedad son palabras que todo el tiempo giran alrededor de la temática de la adopción. También amor, deseo, aceptación, ocultamiento, rechazo, abandono, fantasías, miedos, apropiación, conflicto, diferencia, acercamiento, identidad.
Para hablar, no sólo de la ley escrita, sino del deseo de maternar y paternar, este cronista estuvo con dos psicólogas con vasta experiencia clínica en Adopción, las licenciadas Beatriz Gelman y Graciela Lipski.

¿Qué es lo que impulsa a una pareja a adoptar ?
Lic. Gelman: La motivación principal tiene que ver con el deseo de un hijo, que no puede ser concebido, que no puede llegar por vía biológica como lo buscan todas las parejas. Pasado cierto tiempo de intentos y de frustraciones, de búsquedas y de tratamientos, si el deseo de un hijo prima y es muy intenso, es muy probable que la pareja se decida por la adopción.

¿Cuál es el proceso interno de las parejas para decidirse a adoptar ?
Lic. Gelman: Las experiencias son singulares y cada pareja que adopta tiene su propio tiempo. Hay parejas en que algunos de los dos decide primero y al otro miembro le lleva más tiempo, entonces lleva todo un tiempo de hablar mucho entre los miembros de la pareja y a veces, de hacer una consulta profesional para tomar la decisión en conjunto.
Hay parejas que lo pueden decidir conjuntamente, pero es muy singular y muy personal la experiencia y además tiene que ver con quien porte la esterilidad.
No es lo mismo para el miembro fértil que para el miembro estéril decidir la adopción.

¿Existen parámetros para decidir la adopción, por ejemplo, que las parejas de más edad tarden menos que las parejas más jóvenes ?
Lic. Lipski: Las parejas que se acercan a adoptar en la mayoría de los casos han pasado muchos años de tratamiento. Es muy infrecuente la pareja que en un lapso breve decide la adopción. Esto suele darse cuando el diagnóstico de esterilidad está muy claro, incluso a veces antes de la búsqueda del hijo por alguna situación de enfermedad. Pero cuando la pareja comienza a tener dificultades en la concepción pasan muchos años hasta que piensan en la adopción como una posibilidad. Hablo de la generalidad. Habitualmente, con las parejas que se acercan con el deseo de adoptar hay que empezar a pensar el tema; muchas no tienen el deseo claro, es una posibilidad, se acercan a ver de que se trata, que posibilidades tienen. En general son parejas que están en la mitad de la vida, el promedio es de alrededor de los 40 años. Casi todas desean un bebé. Son menos las que desean un chico más grande.

¿Por qué se desea menos a los chicos que a los bebés ?
Lic. Lipski: Por la complejidad de la situación, por la historia; porque temen que el niño traiga situaciones de violencia, de maltrato, recuerdos difíciles y que esto les sea muy difícil de sobrellevar para la crianza. En su mayoría las parejas quieren un bebé y si es recién nacido, mejor. El tema es que, si bien la ley no pone un límite de edad, salvo que haya una diferencia de 18 años entre la persona que adopta y la adoptiva, hay como una cierta práctica, que a medida que la pareja es mayor los jueces se inclinan por chiquitos más grandes y darles el bebé a las parejas menores de 40 años.
En la práctica, no cuenta sólo el deseo de la pareja. Si alguien de 50 años quiere un bebé no quiere decir que en el juzgado, el criterio del equipo, del mismo juez a cargo de darle la criatura, va a decidir según el deseo de la pareja. No es sólo por una cuestión vital sino que toma en cuenta otros parámetros: las condiciones psíquicas, emocionales, qué grado de comprensión deben tener, qué apertura tienen hacia el tema del adoptivo; si entienden que la familia adoptiva es una familia diferente, que van a tener muchos temas para abordar acerca del origen y de la historia.

¿Qué piensan del derecho a la identidad ?
Lic. Lipski: Es totalmente legítimo. Todo sujeto tiene derecho a conocer sus raíces, sus orígenes, a saber de donde proviene, a conocer su identidad. Esto es muy importante y está incluido en la nueva ley, que compromete a la familia adoptante a informar acerca de la situación real.

¿El adoptivo puede conocer a sus padres biológicos?
Lic. Lipski: La nueva ley de adopción -la 24.779 de febrero de 1998- atiende esto especialmente, en dos artículos. El art. 321 punto h) dice que deberá constar en la sentencia que el adoptante se compromete a hacer conocer al adoptado su realidad biológica . Y el art. 328 habla del derecho del adoptado a conocer su realidad biológica y que podrá acceder al expediente de adopción a partir de los 18 años.

¿Este derecho no estaba previsto en la legislación anterior ?
Lic. Lipski: No estaba legislado. Era como algo más librado a la voluntad del adoptante. Se les sugería a los padres dar a conocer al hijo su condición de adoptivo. Ahora hay más énfasis, incluso en el acceso al expediente. El adolescente tiene derecho a acceder a ese expediente y enterarse de su historia. No proveer a alguien a su identidad es una apropiación. Apropiación de una historia, una realidad que les pertenece con una familia, una cultura, un origen, una geografía determinada. No es algo que uno pueda elegir, un quiero o no quiero. En los hechos se puede hacer, pero es apropiarse de algo que le pertenece a otro. Es como a un inmigrante decirle: “de donde venís o adónde fuiste no tiene ninguna importancia”.

¿Qué cambios o secuelas se producen con la adopción ?
Lic. Gelman: No podemos hablar de secuelas porque seso sería generalizar. Por supuesto que no es lo mismo para un chico ser hijo adoptivo que ser hijo biológico o para una pareja de padres, ser padres biológicos que padres adoptivos. Es diferente. Para los padres adoptantes porque es todo un trabajo de elaboración, de aceptación, que tienen que ir haciendo. Aceptación de que no pueden “hacer” un hijo, pero pueden tenerlo.
Tiene que ver con la capacidad de amar. Y amar a un desconocido, a un hijo que no ha sido producto de la unión de ambos cónyuges, la capacidad de tolerar lo diferente, un hijo diferente al que hubieran concebido juntos y que muchas veces es diferente porque la etnia de nuestro país marca que los chicos que son adoptados generalmente son chicos que provienen de un área diferente, de una cultura diferente a la de los padres adoptantes. Todo eso es un trabajo de elaboración que va procesando el psiquismo de los adoptantes.
En cuanto al adoptivo, hay que tener en cuenta el momento en que fue adoptado. No es la misma experiencia del que fue tempranamente adoptado que la del chico de 3, 4 o 6 años, que quizás ha vivido con su familia biológica o con otras personas que lo han cuidado o se ha desplazado por diferentes lugares.
De lo que estamos convencidas, a partir del trabajo clínico, es que lo que tiene que tramitar y procesar el adoptivo a lo largo de su desarrollo no tiene una única modalidad, que implica algo doloroso conectarse con el abandono inicial. Por supuesto que la capacidad de reparación que tengan los padres adoptantes va a ser muy importante para su psiquismo y para que funcione saludablemente la familia, pero no podemos dejar de lado que esto es un punto difícil y particular del adoptivo.

¿Qué pueden decirnos del trabajo de ustedes con la problemática de la adopción ?
Lic. Lipski: Nosotras, en base a la experiencia que fuimos teniendo con este tipo de familias fuimos registrando la importancia de la prevención, de la orientación previa a la constitución de la familia adoptiva. Muchos llegaron a la consulta en momento de crisis o de sufrimiento en el vínculo, ya sea cuando había que empezar a hablar con el hijo de su condición de adoptivo, cómo contarle, como decirle, cómo manejar el tema en la familia más extensa... Era frecuente hace muchos años no decirle por temor a que sufriera, el ocultamiento en la escuela. Y lo que poco a poco fuimos viendo es que, más allá de esta dificultad de abordar con el hijo o con la sociedad el tema, había también una dificultad interna de los adoptantes en aceptar a este hijo como diferente a un hijo biológico, de ir incorporando una cultura de la adopción, que es hablar sobre otra familia, otro origen, una historia distinta.




¿El trabajo de ustedes se centra en la terapia?
Lic. Lipski: No lo abordamos como una terapia. Lo que hacemos es un proceso de entrevistas. El nuestro es un espacio de reflexión. Se trata de ir pensando, indagando todo lo que la renuncia a la familia biológica, la aceptación de la familia adoptiva a cada persona le despierta, para poder ir armando esta idea de lo adoptivo, más “pegado” a lo que es y tal vez más alejado de muchos prejuicios y fantasías. El espacio de reflexión se realiza con las parejas en forma individual -o sea con cada pareja- o grupal. También somos un espacio de consulta. A veces, el espacio de reflexión no alcanza. Hay situaciones en que sí. Pero hay situaciones difíciles, complejas o críticas en que el espacio es terapéutico, ya sea antes de la adopción o después.
Lic. Gelman: Nosotros organizamos grupos de reflexión dirigidos a diferente población. Están las mujeres que adoptan individualmente -solteras, separadas- que están en el promedio de la edad media de la vida -40/45 años- y que quieren maternar, a pesar de no tener una pareja en ese momento. Muchas de ellas se han ido acercando a la institución y es así que se ha formado un grupo interesante: algunas ya son mamás, otras están en vías de serlo.
Lic. Lipski: Hay otros grupos, de padres de recién nacidos hasta tres años, de tres a seis años, de preadolescentes y de adolescentes, porque cada etapa tiene su especifidad. También existe el grupo de abuelos adoptivos. Nuestro modo de trabajo no es la receta, sino promover espacios de reflexión. Por supuesto siempre está el asesoramiento y la coordinación de los grupos a cargo de las especialistas sobre el tema. Ninguno de ellos es un grupo de autoayuda. La reflexión es el espacio que privilegiamos.

TESTIMONIO EXTRAÍDO DEL BOLETÍN INFORMATIVO N°3
DE LA FUNDACIÓN ADOPTARE

“Cuando tenía treinta años nació un deseo que fue creciendo en mi corazón hasta transformarse en una necesidad: el enorme deseo de ser papá.
Luego de varios años de angustia debido a que el hijo biológico no aparecía, empecé a darme cuenta que uno puede ser padre también adoptando.
La idea que más se asemeja a lo que culturalmente nos preparan es que la adopción debe ser la de un bebé. Pasados dos años de trámites nos proponen la adopción de mis dos hijos: Daniel, que tenía en ese entonces 5 años y de Alejandra que tenía 2 años.
Luego de muchos papeles y angustias donde uno logra "parir" a sus hijos, en un día muy caluroso de diciembre en Corrientes empezamos a escribir nuestra historia con Daniel y Ale.
Ya han pasado casi nueve años. Daniel es un adolescente de 14 y Ale una preadolescente de 11, mis hijos son dos chicos supercariñosos, los adoro y me siento muy orgulloso de ellos.
Juntos hemos constituido un canal de comunicación muy firme donde hablamos de sus alegrías, angustias, temores y vivencias.También de las vivencias con sus padres biológicos.
Hoy que ha pasado el tiempo, me cuesta darme cuenta que Daniel y Ale no estuvieron conmigo desde siempre. Es que siempre los estuve esperando!

El papá de Daniel y Ale

LA ADOPCIÓN COMO INSTITUCIÓN LEGAL

La adopción es una institución “instituida” por la ley y controlada por ella.
Todo lo que no contempla la ley no es adopción. La adopción “ïlegal” no es adopción. Existen otras instituciones alternativas a la adopción: el padrinazgo, que implica una convivencia parcial, y la tutela, de inveterado arraigo en el derecho civil. En Italia, por ejemplo, se instituyó la figura del affidamento, que asegura alimentos, asistencia y educación para chicos que no poseen por un tiempo un medio familiar conveniente.
De hecho, en nuestro país se dan cesiones informales de niños, criados por familiares o conocidos, pero sin validez jurídica a los fines de una adopción plena. La ley 24.779 sancionada en 1998, regula todo lo referido a la temática de la adopción.
Sus principales puntos son: la creación de una lista única de espera para todo el país (no reglamentada aún), otorgamiento de prioridad para las parejas argentinas, acortamiento del tiempo de guarda del menor (seis meses), exclusiva competencia del juez para la entrega en adopción, fijación de una edad mínima para adoptar en 35 años.

Bibliografía:

Adoptar hoy, de Eva Giberti, Silvia Chavanneau de Gore, Susana Blumberg, Cristian de Renzi, Beatriz Gelman, y Graciela Lipski. Edit. Paidós, 1994.

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