viernes, 5 de junio de 2009

Hace una década nacía otra “pastilla de la felicidad”

VIAGRA: LA LEYENDA DE LA TABLETA AZUL
por Marcelo Speranza

Hace diez años años se generó una leyenda a partir de lanzamiento de una tableta de color azul. El suceso que siguió al lanzamiento se lo compara con el que tuvo tres décadas atrás, la pastilla anticonceptiva.
El furor por conseguir esta ‘píldora de la felicidad’ se desató en todo el mundo, donde se calcula que 140.000.000 de personas de sexo masculino padecen de disfunción eréctil, de los cuales una gran parte oculta en forma vergonzante.
Las expectativas parecieron no tener límites y superaron en mucho, los verdaderos beneficios del fármaco hasta que el tiempo -estudios y nuevas drogas- pusieron las cosas en su lugar. Algo que ocurrió con otros productos del imperativo tecnológico: antidepresivos, adelgazantes y anticonceptivos.
El nombre ‘VIAGRA’, asociación de ‘Vigor’ y ‘Niágara’, quedará por mucho tiempo girando en el imaginario colectivo. Quizás porque traiga reminiscencias del elixir de la eterna juventud. Mientras tanto, con independencia de las opiniones de médicos, psicólogos, sociólogos y líderes espirituales, los laboratorios fabricantes se disputan un mercado de miles de millones de dólares anuales a la vez que preparaban una segunda generación de restauradores de la potencia sexual y ensayaban un equivalente para mujeres.

UN DESCUBRIMIENTO CASUAL

Cuando se escriba la historia de la pastilla azul, poco importará que, en realidad, los primeros estudios se realizaran en Kent, Inglaterra, con el fin para probar nuevos vasodilatadores destinados a la terapéutica de la angina de pecho.
La monodroga utilizada -el sildenafil- originó un efecto no buscado: los investigadores se encontraron con pacientes a quienes súbitamente, los asaltó, para su vergüenza, la erección del órgano sexual. Así nació la leyenda de Viagra, otro producto de la “felicidad química”, y junto a ella, los beneficios, pero también las concepciones erróneas, los mitos, las muertes por uso indiscriminado. Un nuevo medicamento, al que -como al adelgazante Redux o el antidepresivo fluoxetina (Prozac)- se le otorgaron, rozando lo mágico, propiedades cuasi milagrosas.

VIAGRA NO SERÁ VIAGRA

Viagra es el nombre de fantasía que le dieron en los EE. UU. al citrato de sildenafil, el principio activo, cuya aprobación en ese mercado data del 27 de marzo de 1998.
En Argentina, el laboratorio original, Pfizer Inc, lo llamó Sildefil, terapia para la disfunción eréctil, inhibidor selectivo de la fosfodiestarasa específica tipo 5 (PDE5) del monofosfato cíclico de guanosina (cGMP).
La fisiología de la erección peneana conlleva la liberación de óxido nitroso (NO) en los cuerpos cavernosos del miembro durante la excitación sexual.
La importancia del sildenafil está dada porque activa la enzima que el hombre produce naturalmente -el guanidilcíclico- e inhibe a aquella -el PDE5- que bloquea el mecanismo de la erección. Cuando el estímulo sexual causa liberación local de NO, la inhibición de PDE5 por causa del sildenafil, aumenta los niveles de cGMP (monophosphato cíclico de guanosina) produciendo relajación de músculo liso y permitiendo el influjo de sangre al cuerpo cavernoso.
En otros términos, Sildefil “es un miorelajante, no cualquier miorelajante, que actúa sobre la musculatura lisa”, según declaró el Dr. Rey, jefe del servicio de Urología del Hospital “Dr. Abel Durand” de la ciudad de Buenos Aires.
En la versión original de Pfizer, es decir Viagra TM, el medicamento se proporcionó como tabletas recubiertas azul, con forma redondeada-diamante de 25, 50 y 100 miligramos para la administración oral en envases de 30 para ingerido entre media y dos horas antes de una relación.

UN SUCESO MUNDIAL

Bajo la promesa de eficacia sexual para la otrora denominada impotencia y con un terreno preparado por lo que se llama premarketing, es decir, la serie de notas, sueltos y artículos dirigidos, publicados en diarios, revistas y ediciones especializadas, el sildenafil constituyó, por diversas razones, un suceso de la farmacología mundial -en especial en el país del Norte- y todo un tema sociológico, cultural y de la psicología social y hasta hoy es considerado el lanzamiento más resonante de la historia.
En el vecino Brasil, el primer día de venta superó las expectativas.
“Temos Viagra” anunciaron las vidrieras de las droguerías -el equivalente a nuestras farmacias- colmadas de clientes. Largas filas de jóvenes y viejos esperando la píldora milagrosa. Solicitudes de reposición, a pesar del precio, U$S 45,50 por 4 comprimidos. Las multas a farmacias que vendieron sin cumplir con los requisitos (receta médica con duplicado, prohibición de ostentación del producto en exhibidores) oscilaron entre los 48 y los 900 dólares. Nada decían de los médicos que prescribían el medicamento antes de cada comida.
La desinformación era generalizada. Médicos y farmacéuticos se quejaban y cargaban las tintas contra el laboratorio productor, que se defendía argumentando que la presentación de la tableta azul tenía las mismas características que cualquier otro producto de la multinacional, aunque reconociendo que las expectativas superaron lo pensado. Prometía campañas de información.
Se calcula que 300.000 uruguayos de más de 40 años se lanzaron a dos ciudades fronterizas, Santana do Livramento y Chuy, donde la droga se vendían sin receta a 550 pesos uruguayos.
En tanto, en México, la demanda era sostenida. Allí, en el país de los aztecas, Pfizer lanzaba una campaña contra las falsificaciones, instando a corrobar el holograma de fidelidad registrado en el envase. Las sanciones por falta de cumplimiento de condiciones de venta, alcanzaban a un máximo de 35.000 dólares.
En Norteamérica, en sólo 9 semanas un millón de hombres consumieron la tableta azul y la temática “Viagra” atrajo todas las miradas en la reunión anual de la Asociación Urológica de los EE. UU., a la que concurrieron casi 10.000 especialistas locales y extranjeros a San Diego, además de traer aparejados debates que ingresaron en el terreno de la bioética.
Los primeros en autorizar su venta fueron los EE. UU., Canadá y la Unión Europea.
Colombia tiene ese honor en América del Sur, en tanto Honduras, Paraguay y Bolivia estaban bajo sospecha de tener bases de contrabando hacia los países limítrofes.
En Argentina, Bagó preparaba la importación de Brooklyn, NY., EE. UU., de la molécula original con el nombre de fantasía Lumix, en co-marketing con Pfizer. Entonces se estimaba que saldría al mercado a mediados de julio a un precio estimado de $ 10 la tableta en frascos de dos y cuatro unidades.
Mientras, otros cinco laboratorios, entre ellos Roemmers, Gador y Phoenix, amparados en que la Ley de Patentes Medicinales concedía un plazo de cinco años de transición sin pagar regalías al inventor y la aplicación de la cláusula de “similaridad”, esperaron el visto bueno de la ANMAT para lanzar análogos de Viagra, lo que llevó a una baja del precio de la tableta azul original, aunque el asesor médico de la línea urológica de Pfizer Argentina, el Dr. Enrique Comesaña Díaz, negase tal posibilidad.
La venta estimada entre Bagó y Pzifer fue, en principio, de 50.000 unidades mensual en un mercado potencial inicial de más de 100.000 pacientes.
La competencia prometió ser dura desde el comienzo, en un mercado -donde antes de cualquier lanzamiento ya circula el fármaco por canales ilegales de distribución- que aspiraba -estamos hablando de 1998- a facturar $ 600 millones por año.

MERCADO NEGRO Y AVIVADAS

En el Barrio Norte de la ciudad de Buenos Aires, se llegó a pagar en el mercado negro hasta 3 veces su valor real, que, como se señaló, era de $ 10 la unidad. Llegó a comercializarse a $ 75.
De Brasil, se dijo, entraron de contrabando varias partidas, pero luego se comprobó que eran meras falsificaciones. Avisos clasificados publicitaban la venta telefónica con referencia en Miami o a varios sitios web, recargando en más de un 50 % el precio real, a pagar por cheque o tarjeta de crédito.
Desde Jujuy, el presidente del Centro de Propietarios de Farmacias, César Noro, denunciaba que la tableta se vendía a “precios escalofriantes, ya que se la trae de contrabando desde Bolivia”.
En Misiones, un grupo de urólogos lo suministraban a ¡18 dólares el comprimido!. Importaron dos frascos y anunciaron resultados “satisfactorios”.
Es sabido que la legislación argentina prohíbe la importación de medicamentos sin la autorización de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT). Sólo se autoriza la introducción al país, mediante un trámite de “uso compasivo” (solicitud por parte de un paciente avalado con la firma de un médico que considere imprescindible la utilización del medicamento).

PROHIBIDA PARA CARDÍACOS

Los medios de comunicación dieron cuenta de que al menos 16 hombres con afecciones cardíacas que fallecieron por ingerir el fármaco pasando por alto, tal vez por falta de información, un dato fundamental: la absoluta contraindicación del sildenafil citrato con drogas que contengan nitratos o nitritos, fármacos vasodilatadores de las arterias.
En efecto, el sildenafil citrato es potenciador de los efectos hipotensores de los nitratos, lo que genera cambios bruscos en la presión sanguínea (no por nada, el laboratorio Pfizer experimentó con una segunda generación de Viagra, una especie de Viagra Light).
Para evitar la automedicación, los especialistas, al principio, no recibieron muestras gratis del laboratorio.
La Administración de Alimentos y Drogas de los EE. UU. (FDA es la sigla en inglés), en un informe de principios de junio de 1998, aseguró que la mayoría de los fallecidos eran pacientes con compromiso cardiovascular severo, hipertensos o diabéticos.
En dos de los casos se comprobó abusos de alcohol y cocaína.
El organismo llegó a la conclusión de que Viagra no fue causante de sus muertes.
“El fallecimiento se produjo -dice el informe del FDA- por asociación con las condiciones físicas de los pacientes y uso de medicación cardiovascular”.
Es importante destacar que hace una década, el fármaco sólo podía adquirirse con una receta que quedaría archivada en la farmacia y que entre las precauciones generales, se recomendaba la elaboración de una historia médica completa para diagnosticar disfunción eréctil, así como determinar las potenciales causas subyacentes para indicar el tratamiento apropiado.
“Los médicos deben considerar” –informaba entonces el website de Pfizer- “el grado de riesgo cardíaco asociado con la actividad sexual, por lo que se propone considerar el estado cardiovascular de los pacientes, previo al inicio de cualquier tratamiento de disfunción eréctil”.
Asimismo mencionaba como efectos adversos informados por el 2 % de pacientes tratados con sildenafil (734 casos) a: dolores de cabeza (16 %), enrojecimiento (10 %), dispepsia (7 %), congestión nasal (4 %), infección del tracto urinario (3%), visión anormal (3 %), diarrea (3 %), vértigo (2 %) y rash (2 %).
En visión anormal, agregaba, se observaba “tinte leve y transitorio, aumento de sensibilidad a la luz o visión borrosa”.

MITOS Y FANTASÍAS

Millones de hombres, estiman algunos especialistas -aunque sin basamento en datos ciertos- están haciendo ahora mismo una utilización indiscriminada del citrato de sildenafil sin receta autorizada ni asesoramiento profesional, pensando en que funciona como afrodisíaco.
El Viagra no es afrodísiaco ni potenciador de la sexualidad, ni aumenta la libido; tampoco tiene efectos sobre la eyaculación precoz ni acorta el período entre una erección y otra. En Norteamérica y en otra partes del mundo, miles de varones se han lanzado desde hace 10 años a la caza de la tableta azul como sí fuera una panacea, una medicina universal para sus problemas sexuales, de origen orgánico o funcional.
Desde su lanzamiento en abril hasta los primeros días de junio de 1998, Pfizer señaló que se extendieron más de 1,7 millones de recetas en los EE. UU. con ventas por U$S 319,4 millones hasta el 8 de mayo del año mencionado.
Desde un punto de vista puramente orgánico, el fármaco interviene -como se expuso anteriormente- en los mecanismos fisiológicos de la erección, pero es eficaz a condición de que exista estimulación sexual, una cuestión que tiene que ver -y mucho- con el deseo y por lo tanto con lo psíquico. Es facilitador, no causante de la erección.
Sólo en unos pocos casos, la impotencia tiene origen orgánico y ocasiona una situación muy estresante, no sólo para el varón que la padece sino para su pareja sexual.
El tabaquismo, el alcoholismo, el uso de cierta medicación tienen su cuota de responsabilidad, pero la mayoría de las veces la causa de la disfunción es emocional o mental.
La ansiedad respecto a un encuentro sexual puede ser causa suficiente para generar esta disfunción. Esta a su vez, provoca mayor ansiedad. Un círculo vicioso. También la fatiga, las tensiones, las preocupaciones son causa de impotencia.
Bien expresa el médico sexólogo León Gindín cuando afirma que el sildenafil es una excelente idea al inhibir los mecanismos que hacen perder la erección, pero que no logra que el deseo aparezca o que se pierda el miedo a fracasar.
Para el psicoanalista Juan Carlos Volnovich “la pastilla representa la ilusión de controlar nuestras relaciones y nuestra potencia”.
Erección, éxito, masculinidad. Mitos y prejuicios machistas. Tiranía de una cultura neoliberal del rendimiento, mejor dicho, variante de uso recreativo, deportivo, para aquellos que conciben a la actividad sexual como a una prueba atlética, más preocupados por el “rendimiento” que por la calidad de la relación.
Independientemente de la dimensión psicológica, existe “el peligro de que se convierta en una droga de moda”, reconoció el director del Equipo de Salud Sexual de Laboratorio Pfizer de los EE. UU.,
En una columna del otrora matutino Perfil titulada “Estamos metidos en un gran experimento”, Daniel E. Arias, periodista especializado en ciencia y tecnología, advertía que “si hay efectos nocivos que no vio la FDA, no pueden tardar demasiado en surgir de un modo brutal y evidente. Un grupo tan inmenso de usuarios de una droga muestra sus contraindicaciones en uno o dos años, aunque sean a muy largos plazo”.

LOS BENEFICIOS

No todas son malas noticias. Sin lugar a dudas, si obviamos las contraindicaciones, el sildenafil citrato es un avance respecto a la utilización de prótesis peneanas, inyecciones, dispositivos mecánicos y diversas clases de geles.
Una alternativa química cuya eficacia es del 80 % en aquellos pacientes con diagnóstico comprobado de disfunción eréctil (DE), de etiología orgánica, psicogénica y mixta.
En los estudios clínicos el uso de sildenafil mostró su efectividad en cuanto al logro de erección suficiente para la relación sexual y el mantenimiento de la erección después de la penetración, tomando como base el Indice Internacional de Función Eréctil (IIEF), además de mejoras en otros aspectos de la función sexual: frecuencia, firmeza y mantenimiento de erecciones, frecuencia de orgasmo, frecuencia y nivel de deseo, frecuencia, satisfacción y goce de la relación y satisfacción global de la relación.
Hace una década sólo en Argentina 2 millones de personas, menos del 10 % de la población masculina, presentaban problemas que genéricamente podrían englobarse bajo el titulo de ‘disfunciones sexuales’, entre los que se cuenta la disfunción eréctil.
De ese inmenso grupo, un 7 % no ocultaba su padecimiento y un porcentaje menor, tal vez un 5 %, se acercaba al urólogo o andrólogo para pedir ayuda profesional .
Cuatro especialistas consultados por este cronista coincidieron en afirmar que las consultas médicas de personas que sufrían de impotencia aumentaron notoriamente por causa de la difusión realizada en la etapa de premarketing del producto.
Algo similar ocurría en varias farmacias, donde con bastante pudor o algo de vergüenza, hombres mayores de 40 años preguntaban por la fecha de salida de la pastilla.
La doble angustia que significa no dar y recibir placer, por un lado, y la contrariedad para procrear, por otro, tiene desde 1998 un gran adversario: la tableta azul.

VIAGRA PARA MUJERES

Partiendo del supuesto de que la fisiología femenina en lo que atañe al estímulo sexual, es semejante al del hombre, científicos de Pfizer Inc. realizaban experimentos con 500 mujeres para obtener un equivalente del sildenafil.
Según The Sunday Times, las pruebas clínicas en Gran Bretaña se llevaban a cabo en la más absoluta reserva, trabajándose sobre tres formulaciones. Al parecer, los resultados resultaban alentadores.

ACCIONES Y REACCIONES

Este subtítulo no se refiere, como era de esperar, a los efectos del fármaco, sino a las opiniones encontradas -hace dos lustros- de personas e instituciones respecto al sildenafil.
Para los editores de la revista católica de mayor circulación en el mundo, Familia Cristiana, el Viagra podría “alterar la base afectiva del encuentro sexual” y reduciría “a la mujer a un instrumento del hombre”, aunque concede que sería un buen medio para “evitar las frustraciones de una relación más espiritual que sexual”.
No era esta la línea pastoral seguida por el arzobispo de San José de Costa Rica, Román Arrieta, para quien “el uso de Viagra puede resultar hasta beneficioso para superar el mal” que aqueja a las parejas. Amparado en el Código Canónico señaló que “va a contribuir que la vida matrimonial transcurra felizmente”.
No obstante, el prelado formulaba una severa advertencia, instando a no buscar el medicamento desde una “perspectiva materialista y hedonista”.
La Iglesia Anglicana, la religión oficial del Reino Unido, cuya cabeza es la reina de Inglaterra, es, según el diario londinense The Independent, uno de los accionistas del laboratorio productor de Viagra, la multinacional Pfizer.
Las exitosas ventas del medicamento -revela el periódico- hizo que las arcas del Cedatario Eclesial (el órgano financiero de los anglicanos), dupliquen el valor de las acciones a 3 millones de dólares y obtengan utilidades por 2 millones de la misma moneda.

EL MITO DEL REMEDIO UNIVERSAL
por Jorge Wiurnos (*)

Más que buscar el síntoma, que es la impotencia sexual, lo importante es ver la cuestión en un contexto general tanto psicólogico como sociohistórico.
Es parte de estos tiempos posmodernos, donde la ausencia de mirar hacia adentro, la carencia de intimidad, hace que se esté buscando afuera algo que solucione mágicamente e instantáneamente, donde aquí no habría un proceso de indagar que es lo que a uno le está pasando. Esto es peligroso porque hace que se olvide el problema humano, que es algo muy distinto del problema químico.
A partir de la aparición de esta píldora se está creando una fantasía inconciente.
Aparece una idea que estuvo mucho tiempo buscándose, en todas las culturas y en todas las épocas, que es aquello que buscaban los alquimistas, como es la piedra de la felicidad, que tenía muchos nombres: lapis filosoforum, lapis exilis, entre otros.
Esta piedra, decían, tenía la capacidad de ser remedio universal, panacea, que daba poder, potencia. La máxima medicina, pero al mismo tiempo, un veneno que llevaba a la muerte y a la locura.
Creo que aparece de nuevo esta idea de encontrar “afuera” algo que llene un vacío, una carencia. En una época de ausencia de la subjetividad, de la singularidad, se busca llenar esa ausencia con algo de tipo mágico.
Otra de las características de la época es el hombre que vive el presente, que vive “al día” como decía Ortega y Gasset, incapaz de soportar la soledad, la intimidad consigo mismo. Es ahí donde está el vacío del impotente, buscando compensar su carencia con un producto químico. La enfermedad, en este caso la impotencia, siempre aparece como un enigma que sólo la singularidad va a poder responder.
El deseo está obturado desde el momento en que se niega la pregunta por lo que a uno le pasa. A través de una sustancia química se busca algo que da potencia pero que no tiene que ver con el encuentro con el otro.
No tiene que ver sólo con lo sexual, sino con algo superior, como es el deseo. Y con una píldora no hay deseo. Hay una sensación de omnipotencia y de magia, de resolver sin angustia ni conflicto, lo que a uno le está pasando.

(*) Jorge Wiurnos es psicólogo, licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación (sección Psicología) por la Universidad de Barcelona, psicólogo clínico (U.C.A.) y psicodramatista.

Fuentes: diarios Clarín, La Nación, Perfil, Página/12, Popular, The Wall Street Journal of Américas, El Cronista y revista Trespuntos.

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