martes, 21 de julio de 2009

POEMAS DE EDAD DEL HIERRO

MUJER


Está quieta frente a la luna.
La sonrisa,
los años de los años,
el corazón que rescatará al vencido.


La mujer es el árbol primitivo,
impulso ascendente al Uno y a la muerte.


Ahora,
que estará
detrás
de mi disolución,
vendrán
a fundirse
el alcohol,
los pesares
y la alegría que pasa.


AMOR


Ella me espera en el barrio,
sentada en el cansancio.


Voy aferrado a miedos,
esperanzas
y a un corazón cercado
y cercano.


Cuando llego, se abren flores en los ojos.
El alma, de fiesta,
aún harta
de mediodías
y desazones.
aún con sueños de gloria.


No me miento.
Descargará vientos,
flechas,
y bosques sobre mí.


Y seré su mendigo.


SER


El corazón del Otro:
desfiladero,
muerte
verdadera,
cansancio
del corazón suplicante.


Ser
es
ser corazón:
corazón
fraterno,
el ausente
y presente,
el contradictorio,
pero
al fin
el que es.


ILUMINACIÓN


Nada por implorar.
Es tanta
la descomposición
que es inevitable
la epifanía
de la belleza.


El campo de azucenas
cuesta
palabras,
exigencias,
devastadoras cruzadas
de suplicios y entregas.


Es tarde.
Viene la noche.
Me llevan
y voy a despertarme.


ANGUSTIA


Los dientes como raíces
muerden el corazón:
ternura deshecha.
Oscuridad.
Y esta mañana de sábado
donde esquinas,
amigos en carnavales
y lluvias
son zarpazos
de un tiempo pánico.
¿Inquietud del que cree?
¿Aires de ayeres
como mariposas de huesos?


El plexo, amor, fantasmas, dudas.


MEDIADOS DE OCTUBRE


Mes singular...
¿cómo hicieron
de octubre
una honda vivencia?
Quizás el tiempo, el aire, el cielo,
la calma de los días,
el regreso de ciertos lugares y horarios,
las mismas casas,
los gratos recuerdos


La luna y un estado de plenitud infinita
música perdurando en el viento
(brisa templada
trasladándose
de un barrio
a otro de la ciudad)
luz del presente


....y los atardeceres
que se disgregan


EL AIRE DE UNA TARDE


Ya se ha nublado
después
de una mañana fúnebre
y lejana.


En sus ojos el sol
brillaba
inflamando
la ciudad.


Mañana fúnebre y casi lejana.
Remota. Cada vez más lejana.


Tarde de anticipado estío, de agotamiento,
de ocres imperdonables y verdegrises olvidos.


Sopla la brisa.
Me sacude.
Hay páginas que esperan ser llenadas,
interpelando al vacío.




AGITACIÓN


Caen las primeras agujas.
Son de plomo.
Hay detrás del café,
una vereda,
una hondonada,
una mujer.


Agitado está el cielo.
Los desmanes terrestres.
La violencia en una rosa.
Tu trampa.
Las medialunas.


Hoy está permitido
mezclar todo.
Como la Biblia
y el calefón.


MIÉRCOLES DE PRIMAVERA


No hay lluvia ni tempestad que castigue
la luz de este día,
ni angustias ni nostalgias que lo nublen.
(Sola, la tarde azul).
El silencio de la brisa trae el aroma
del jardín, un pleamar en la azotea.
Los gorriones esperan la hora del ocaso,
próxima a la definitiva paz.


Por la ventana:
edificios,
terrazas,
luz rojiza en las medianeras
(la luz del día de primavera).
Fulguran estrellas y la luna cercana.


Un secreto mágico de cuentos, de libros de infancia,
de juegos, de fogatas, de mañanas puras,
vuela hacia otros ocasos.
Miércoles pacífico, atardece la infancia.
(Sola, la tarde azul).

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